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jon uriarte
Sábado, 21 de noviembre 2015, 01:43
No compartió un solo plano con Bogart. Ni con Bergman. De hecho, dudo que le hubiera caído bien Ilsa Lund, el personaje que interpretó la actriz sueca. Ella era más del tipo Laszlo, pero en mujer. Y de Isaba, nada menos. Por eso no necesitó ... de una elegante orquesta para enfrentarse a los nazis. De hecho, no hubo ni café ni piano. Y a Sam, no se le vio pero tampoco se le esperaba. Y a pesar de ello, la mítica escena de 'Casablanca' en la que el líder checo hace cantar a todos la Marsellesa, tiene mucho que ver con ella. Porque fue su inspiración.
Resulta obligado recordarlo en estos días en que el himno francés está más presente que nunca entre nosotros. Incluso en lugares tan insospechados como campos y estadios de fútbol de la Premier inglesa. Es su forma de homenajear a los asesinados en Francia. Y los ingleses, cuando se trata de liturgias, lo hacen siempre a lo grande y con toda la pompa y circunstancia. Pero sorprende que sea el himno y no una imagen, texto o grito el que haya adquirido valor de gesto internacional contra la barbarie. Lo que nos lleva a analizar por qué este himno tiene tanta popularidad. De hecho, lo pitaron en su día hasta en Francia. Y en Turquía hace unos días. Pero ahora ha alcanzado estatus de himno universal contra la crueldad, siempre y cuando entendamos 'universal' como 'occidente'. Y no todo. Pero no se puede negar que ver cantar Wembley en pie la 'Marsellesa' impresionaba. Amén del minuto de silencio que fue eso. Un minuto y de silencio. Y esto nos lleva al análisis del himno.
No es tan elegante como el 'God Save the Queen', ni tan grandilocuente como el himno ruso. El alemán es más solemne y el de EE UU lo reconocemos a la primera gracias a Hollywood. De hecho hay infinidad de himnos que también tienen su aquél. Pero ya que hemos citado a la capital del cine, quedémonos en ella. La Marsellesa debe gran parte de su fama a la película de Michael Curtiz. Cierto que su relación con la revolución francesa la convirtió en un icono de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Pero Francia no es Heidi y más de un país, región o pueblo se la tiene jurada. Lo que no impide que su himno mantenga cierto valor universal. Cuando se comenzó a escribir el guión de 'Casablanca', acababa de terminar la Guerra Civil y empezaba a asomar la II Guerra Mundial. Es falso que se escribiera durante el rodaje. Se cambiaron algunas escenas y se añadieron líneas. Pero el principio y el final estaban claros. Otra cosa es que se lo ocultaran al reparto. Incluidos, los protagonistas. Pero sí se añadió en el plató el momento en que cantan la Marsellesa. Dicen que pretendía ser un gesto de Hollywood ante la resistencia francesa y la posición estadounidense en la contienda. Pero la famosa escena guarda otras desconocidas anécdotas. Si vuelven a ver al cinta, deténganse segundos antes. Hay un fallo.
Antes de que los músicos se lleven los instrumentos de viento a sus bocas, las trompetas ya han arrancado. Son tan solo unos frames, o instantes de metraje, pero se nota. Aunque no pierde por ello su épica. Quien más quien menos, se ha sentido identificado con los presentes cuando entonan el himno ante los nazis, encabezados por el sibilino Mayor Strasser. Por cierto, la canción que interpretan los alemanes es el 'Die Wacht am Rhein' y en ese año, 1942, la Marsellesa estaba prohibida en la Francia de Vichy. Lo que subraya el valor simbólico de la escena. Por eso, vamos a analizar algunos planos.
Para empezar Bogart da su consentimiento a los músicos que le miran al recibir la orden de Laszlo. Un gesto que dice mucho del posicionamiento y participación de EE UU en la Guerra. Pero los detalles más importantes los encontramos entre una clientela que se va poco a poco envalentonando y poniéndose en pie. Hasta que, en el momento culmen, varios rostros de mujer se ofrecen a la cámara. Unas en primer plano y otras en plano medio y casi todas en plano general. Destacan entonces las lágrimas de Ivonne, la chica que había tenido una anterior relación con Rick y que coqueteaba esa noche con los oficiales nazis. Y también está el gesto emocionado de la guitarrista, que pasa de cantar el 'Tango Delle Rose' a entonar la Marsellesa. Dos mujeres como imagen principal. Tres, si añadimos a Ilsa. Primero con mirada perdida, después con ojos de enamorada. Ahí queda claro a quién ama, o al menos a qué hombre admira. Pero hay una cuarta mujer. No me refiero a las figurantes. Sino a Pilar.
La actitud de Victor Laszlo nació de un hecho real. Pilar Claver Lavayro nació en Isaba, Navarra, en 1918. Siendo del bando republicano, y perdida la Guerra Civil, acaba exiliada en Francia. Allí provocó la primera manifestación anti-nazi. Fue en Angoulême, a inicios de 1942. Y lo hizo cantando, como pueden imaginar, la 'Marsellesa'. Dado que muchos de los extras que se utilizaron en la película eran exiliados franceses recién llegados a EE UU, alguno se lo contó a los guionistas. De ahí que esté inspirada en esta mujer que murió en París en el año 2000. Y con ella se fue la verdadera Laszlo. Pero su leyenda y su gesto permanecen. Hoy y mañana sonará la 'Marsellesa' en lugares donde jamás lo hizo antes. Porque no se trata de Francia. Ni siquiera de un himno. Sino de una actitud. La que Pilar, sin saberlo, convirtió en inmortal.
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