Francesca Chaouqui apareció en escena en el Vaticano el pasado 18 de julio de 2013.

Francesca Chaouqui, la mujer que tambalea los cimientos del Vaticano

La joven laica es la gran protagonista del nuevo 'Vatileaks'. Una experta en relaciones públicas, bella y seductora, que traicionó al papa Francisco con las filtraciones de las conversaciones secretas del Pontífice

Iban Garbayo

Martes, 3 de noviembre 2015, 18:50

¿Quién es Francesca Immacolata Chaouqui? ¿Una infiltrada en el Vaticano de los servicios secretos de EE UU? ¿Una oportunista que desea lucrarse vendiendo conversaciones secretas de la Santa Sede? ¿Una colaboradora de los servicios secretos vaticanos? No queda claro. Lo único conocido hasta el ... momento es que la joven laica italiana, de 33 años y de origen marroquí, era una suerte de agente doble experta en marketing, quien tras su detención el pasado fin de semana por orden de la fiscalía del Vaticano, decidió confesar todo lo que sabe del nuevo escándalo 'Vatileaks'.

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Chaouqui fue acusada junto con el sacerdote español Lucio Angel Vallejo Balda de haber sustraído documentos reservados del Vaticano, un delito que el Estado más pequeño del mundo castiga con hasta ocho años de cárcel. Pero, ¿es realmente culpable? ¿O temen a que hable más de la cuenta?

Francesca Immacolata Chaouqui apareció en escena el pasado 18 de julio de 2013. El Papa Francisco le encargó a ella y a otros siete sabios la tarea de investigar y pulir la estructura económica y administrativa de la Santa Sede. Ahí es nada. Un salto más que destacable en la carrera de una joven relaciones públicas. Eso sí, las 'amistades peligrosas' y sus comentarios en las redes sociales provocaron algún que otro bochorno en el Vaticano.

Por ejemplo, mensajes como «Benedicto XVI sufre de leucemia», «el cardenal Bertone (secretario de Estado) es un corrupto», «al exministro Giulio Tremonti (de Berlusconi) le han cerrado la cuenta en el Instituto para las Obras de Religión (IOR) porque es gay». Unos tuits que debieron incendiar los pasillos del Vaticano. Sin embargo, entre los muchos comentarios, ataques y demás confesiones hay un secreto que hace temblar por encima de los demás los cimientos de la Iglesia cristiana: el uso de las enormes sumas de dinero que recibe y transitan por el banco del Vaticano.

El robo de documentos, el hackeo de computadores y sobre todo la grabación de conversaciones con el Papa forman parte de la documentación que aparecerá en dos libros que saldrán a la venta esta semana en todo el mundo y en varios idiomas. Se trata de 'Avaricia' de Emiliano Fittipaldi, de la revista L'Espresso, y 'Vía Crucis' de Gianluigi Nuzzi, periodista del grupo televisivo Mediaset. Una obras que demuestran el exceso de burocracia, la mala gestión, el despilfarro, las pérdidas millonarias en ingreso de alquileres... Vamos, todo aquello que incomodaría a cualquier institución. Y no digamos a una religiosa comprometida con los pobres.

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Según Nuzzi, tanto Vallejo como Chaouqui, sus «fuentes», querían «ayudar al Papa» mediante la publicación de los documentos a los que tuvieron acceso como expertos de la Comisión encargada de estudiar las reformas económicas de la Santa Sede. Un hecho que molesta a buena parte del Vaticano y que lo califica como un acto por parte de unos «traidores».

¿Que hay de cierto?

Las primeras informaciones apuntan que los dos libros revelan las dificultades que el papa argentino ha encontrado para reformar las estructuras de la Curia Romana y denuncian también el despilfarro y la falta de ética en la gestión de los dineros en la Curia Romana. También apuntan contra el banco del Vaticano, por sus negocios turbios pese a los cambios y a las inspecciones ordenadas por Francisco, comprometido desde el inicio de su pontificado en marzo del 2013 en impulsar «una iglesia pobre para los pobres».

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Según las conversaciones transcritas en el libro 'Via Crucis', se puede escuchar a Francisco comentando «si no sabemos cómo cuidar el dinero, algo que se puede ver, ¿cómo podemos cuidar las almas de los fieles, que no se ven?». En otro capítulo, el Papa comenta ante un grupo de estrechos colaboradores que los costes de la gestión de la Curia están fuera de control. «Algo pasa, hacen trucos», se lamenta.

Expertos en asuntos del Vaticano sostienen que la fuga de documentos reservados pueden haber sido motivados por ambiciones frustradas. Ni Vallejo Balda, de 54 años y cercano al Opus Dei, ni Chaouqui obtuvieron en efecto la promoción deseada tras su asesoría. Para algunos observadores, el escándalo denota también la lucha interna entre grupos de poder: Opus Dei, Jesuitas y sectores ultraconservadores que no toleraron la llegada del pontífice argentino, sin experiencia en el delicado manejo de la Curia Romana, la maquinaria central de la Iglesia católica, y empeñado en aplicar la austeridad a rajatabla.

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