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ZURIÑE ORTIZ DE LATIERRO
Domingo, 1 de noviembre 2015, 01:56
El caso del 3%, el presunto pago de comisiones ilegales de empresas a Convergencia Democrática de Cataluña (CDC) por la concesión de obra pública, ha explotado con todos sus megatones: la operación Petrum contra la financiación ilegal del partido de Artur Mas golpea estos días ... el corazón de las finanzas de la mayor formación política catalana, mientras la mancha de corrupción amenaza con extenderse por todo su poder territorial y complica, aún más, la investidura del president. En las últimas semanas han detenido a siete empresarios de compañías que habrían donado más de 10 millones de euros; el tesorero de la formación, Andreu Viloca, ha ido directo a la cárcel; la Guardia Civil ha puesto patas arriba varias sedes del partido... En la sala de una vivienda de Torredembarra, una discreta villa de la Costa Dorada, una comerciante trata de digerir el tsunami que ha desatado su denuncia. Montserrat Gassull es perito mercantil y exconcejala de Esquerra Republicana. Tiene 54 años, la espalda algo vencida por el cansancio, los ojos grandes, el pelo corto rubión. Contesta al teléfono con tono sereno, firme. No hay fastidio por la insistencia de las preguntas.
- Una loca. Ahora me doy cuenta de que fui una loca cuando denuncié lo que estaba pasando en nuestro Ayuntamiento, irregularidades tremendas, flagrantes. Pero no tuve dudas. Era escandaloso. Otra cosa es que yo intuyera la magnitud del caso. Nunca, nunca lo imaginé así. Cuando la Guardia Civil intervino el Ayuntamiento, detuvo a casi todo el equipo de Gobierno, entraron en sus domicilios... Fue duro, horroroso, ver todo eso duele. Eso ocurre en las películas, no aquí. Yo les avisé a los concejales de lo que estaba pasando, pero el alcalde los cameló, se quedaron en la parte cómoda. Duele, duele.
Para tener 13.000 habitantes y esa apariencia sosegada de pueblo de veraneo, en Torredembarra pasan muchas cosas. El exregidor de CiU Daniel Masagué -detenido, encarcelado y ahora en libertad con cargos- gobernó gracias a una tránsfuga del PSC y sentó en la oposición a los socialistas y a Montserrat Gassull. La mujer que ha puesto a Mas contra las cuerdas había llevado las riendas de las carteras municipales de Urbanismo y Promoción Económica, así que en cuanto empezaron a bailar los ceros en las adjudicaciones a la constructora de los hermanos Sumarroca, también imputados, a Gassull se le dispararon las alarmas: se encerró en casa, investigó y puso seis denuncias en la Fiscalía, junto a un concejal del PSC.
- Soy de carácter fuerte, si tengo las cosas claras, voy a por todo. Soy de decisiones rápidas. En la vida te encuentras cosas que no pueden esperar. Y no me arrepiento de lo que he hecho.
Pero se archivaron la mitad de sus acusaciones. Con la séptima, Gassull cambió de estrategia: en octubre de 2013 se presentó en la Comandancia de la Guardia Civil de Tarragona junto a un exempleado de la panadería del alcalde, que además de amasar llonguets vio lo que se cocía en los sobres que circulaban por la panificadora, repletos de billetes de 500 euros.
- ¿No se fiaba de los fiscales catalanes?
- No sabía muy bien qué pasaba con mis otras denuncias... No, no me gustaba cómo estaba yendo la cosa, así que hablé con la Guardia Civil y me dijeron que se ponían ya a trabajar con el juzgado de instrucción número 1 de El Vendrell (Tarragona) y la Fiscalía Anticorrupción de Madrid. Entonces, la investigación se impulsa, han trabajado un montón.
Montserrat ha declarado dos veces ante el juez Josep Bosch, que con apenas dos años de experiencia va por la veintena larga de imputaciones entre concejales, funcionarios que formaron parte de los tribunales de selección del consistorio, empresarios, altos cargos de CDC... El avance de las pesquisas condujo el pasado julio a la detención del consejero delegado de la constructora de los hermanos Sumarroca, Jordi Sumarroca, en cuyo poder la Guardia Civil halló un documento donde se calculaba el 3% de varias adjudicaciones hechas por cinco ayuntamientos gobernados por Convergencia. Pista clave. Lo que empezó siendo una investigación local ha terminado poniendo patas arriba los principales resortes del poder en Cataluña. Pero lejos de ser una heroína, Gassull viene a ser una apestada.
Los Pujol y el PP
A Josep Bosch Mitjavila (Barcelona, 1985) le ha tocado la lotería. Estrenó hace dos años su toga de juez con litigios por impagos y le ha caído uno de los casos más importantes del país, la trama de Torredembarra y la presunta financiación ilegal de CDC. Es tan directo en los interrogatorios como hábil para escabullirse de las cámaras apenas circulan un par de fotografías, donde aparece un chico sonriente, con la camisa remangada y pinta de austero. Personas que lo han tratado perfilan a un profesional «muy educado, respetuoso, valiente, muy trabajador y metódico, que aguanta bien las presiones y sabe moverse entre tiburones». Algunos tienen dientes enormes y han tratado de tumbarlo a raíz del registro simultáneo en varias sedes ligadas al partido de Mas a un mes de las elecciones autonómicas. «Es un ataque al proceso de Cataluña», llegó a decir el coordinador general de Convergencia, Josep Rull.
Pero el juez primerizo que no quiere ser estrella ha seguido firmando autos sin temblarle demasiado el pulso prisión de forma incondicional para el tesorero de CDC, Andreu Viloca; imputación por cohecho y prevaricación del director de Infraestructuras de la Generalitat, Josep Antoni Rosell... Y, según Montserrat Gassull, esto no ha hecho más que empezar.
El discreto juzgado de instrucción número 1 de El Vendrell, capital del bajo Penedés, está desbordado con la investigación «Va de culo», ilustran profesionales de la zona. Pero Bosch, dedicado de pleno al caso del 3%, no está solo. Le apoyan agentes de la Guardia Civil con los que habla en catalán y los fiscales de Madrid José Grinda y Fernando Bermejo, dos pata negra en la lucha contra la corrupción y el crimen organizado. Se rumorea que ha pedido el traslado a Barcelona.
Los suyos, los de al lado y los de enfrente le han dado la espalda. Dejó el partido cuando Oriol Junqueras líder de ERC, se negó a recibirla. Primero le retiró el abogado y ella se buscó a una penalista para hacer frente a la querella que le puso el alcalde Masagué y que acaba de ser archivada de forma definitiva. La letrada le advirtió de la envergadura del caso y de la conveniencia de informar a Junqueras y a Mas. Lo hizo, pero por carta. Ambos le dieron de nuevo la espalda. Tampoco la han llamado los socialistas, antiguos socios de gobierno, o los populares. Nadie. Apenas dos militantes de Esquerra han interrogado a Montserrat en las redes sociales. Esta semana, la televisión pública catalana abordaba el caso con alfileres en un debate al que tampoco invitó a la mujer que ha destapado el caso del 3%.
- ¿Le asquea la política?
- Sí. Hemos caído en malas manos, aquí y en el resto del país. Cuando les informé de lo que había ni siquiera me contestaron en Esquerra, me gustaría saber por qué. Cuando reventó el tema, alguien de mi partido dijo que era un tema personal con el alcalde. Ya lo decía mi padre: nunca os metáis en política, no tienen entrañas.
- ¿Por qué no le he hizo caso?
- Los de Esquerra me propusieron ir en las listas en 2003, y me costó dar el sí un montón, con dos niños pequeños y el negocio familiar. Pero pensé que podía hacer cosas, ayudar.
- ¿Duele la soledad?
- Yo no he querido nada más que denunciar las barbaridades que se hacen cuando la gente lo está pasando tan mal con esta crisis. Ha sido un lío, dolió ver las detenciones de gente conocida. Pero las piezas se van colocando y saldrán muchas más cosas, aunque no puedo concretar porque está bajo secreto de sumario. Yo cierro una puerta. Es una etapa más.
Montserrat es de esas mujeres cuya riqueza consiste en una sencillez que desarma, una sabiduría que les viene de haber agotado una parte importante de la vida en preocupaciones y trabajos que no les han dejado tiempo para lo superfluo. Fue a la universidad, trabajó en los comercios familiares, ha tenido el suyo propio dedicado a la fotografía, que ha vendido y les ha permitido jubilarse a ella y a su marido, promotor inmobiliario en horas bajas. Sus dos hijos, veinteañeros, brillan en sus profesiones.
- Esto es la recompensa, lo que merece la pena. Respecto a mi paso por la política, tenía claro que no volvería a presentarme, pero hubo gente que me animó y formé un partido de forma precipitada.
- Se quedó a las puertas de entrar en el nuevo Ayuntamiento.
- Mejor así. Estar sola, en una institución arruinada y destrozada a nivel personal, es demasiado. La degradación ha sido horrorosa. Pero pienso que la política se regenerará. Cuando vaya entrando gente a la cárcel como los Pujol, que me parecen casi peores que el PP, la gente se lo pensará dos veces antes de meter la mano.
- Pero a usted nadie la apoya, salvo su familia y los amigos de siempre. ¿No le entran ganas de escapar de Torredembarra?
- ¡Ah, no! Para nada. Mi familia ha sufrido, pero yo tenía que hacerlo. Aquí estoy, aquí estamos, todos.
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