«Los hospitales existen porque hay enfermeras», reivindican.

Enfermeras, objeto sexual vs profesionales

«Hay quien cree que somos enfermeras porque no pudimos ser médicos», advierten las profesionales vascas

Itsaso Álvarez

Martes, 20 de octubre 2015, 02:27

Los estudiantes de tercero de la facultad de Enfermería de la Universidad de Castilla La Mancha, mujeres la inmensa mayoría, publicitaron el curso pasado su fiesta de fin año académico a través de un cartel en el que podía verse a una enfermera en pose ... provocativa, pechugona y con escote, con una jeringuilla gigante en la mano y mirada socarrona. 'Fiesta de Enfermería, te vamos a dar jeringazo. Pásalo en grande con l@s chic@s de Enfermería y cúrate de todos tus males con los cocktail jeringazos de tequila, ron, gin y vodka', era el convite que aparecía en enormes letras rojas. No se les pasó por la cabeza que presentaban a la profesión con una carga sexual y erótica que no guarda relación con el quehacer profesional de las enfermeras. Se armó una buena. El Colegio de Enfermería de Ciudad Real se planteó iniciar acciones legales para defender el honor y la dignidad del colectivo de profesionales de enfermería «vilipendiado por la lamentable iniciativa lúdica» e hizo un llamamiento a la sociedad «para que eventos de este tipo dejen de proliferar como alternativa de ocio entre los jóvenes». La decana de la facultad lamentó la imagen «tan desacertada y tan denigrante» que se mostraba de la profesión, del colectivo y de la mujer. Y el sindicato de enfermería Satse consideró que este tipo de carteles y de mensajes son «totalmente retrógrados. No sólo denigran o utilizan una imagen sexista y trasnochada de la profesión, sino que, además, siendo un colectivo mayoritariamente femenino, supone casi un insulto». Los alumnos se disculparon diciendo que habían participado en la organización de la fiesta pero que el anuncio era responsabilidad del local de copas, y los propietarios del establecimiento en cuestión celebraron el evento y escurrieron el bulto. Hoy paz y mañana gloria.

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Nuria Rivada, abogada y técnica de igualdad de Satse en Bizkaia, suele emplear este cartel en las charlas que ofrece a estudiantes de la facultad de Enfermería de la Universidad del País Vasco, donde trabaja el tema del empoderamiento con las futuras profesionales sanitarias. La última vez fue en VI Foro para la Igualdad organizado por Emakunde-Instituto Vasco de la Mujer, aún en marcha. «Determinadas imágenes que se transmiten sobre la profesión ayudan a reforzar estereotipos existentes en torno a la enfermería», les advierte. En el caso que nos ocupa, este modo de presentar a las enfermeras proyecta y refuerza mensajes tales como que son mujeres provocativas, con afectividad marcada e incluso con pérdida del control de sus actos. La vestimenta atrevida e impropia de las profesionales y que resalta su cuerpo hace que también se muestre a la mujer enfermera como joven, seductora y como un objeto de consumo más. ¿Han probado a poner la palabra 'enfermera' en Google? Aparecen docenas de imágenes de chicas 'picantes' vestidas con pantys blancos, minifalda semiabierta y sujetador rojo a juego con la crucecita de la cofia. Y no olvidemos que las enfermeras ocupan también un lugar predominante en las películas pornográficas. Aún hoy, la visión que una porción de la sociedad tiene sobre las enfermeras oscila entre considerarlas como 'santas' o 'ángeles de la guarda' hasta como mujeres de 'vida ligera' o incluso «pinchaculos y sexy», apunta Carmen Vide, enfermera de Nefrología en Cruces y responsable de salud laboral del Sindicato de Enfermería de Euskadi. Pero en pocas ocasiones como profesionales cualificadas. «Hay incluso quien cree que somos enfermeras porque no pudimos ser médicos».

«Viejas anécdotas»

Pero unas y otras saben que ha influido negativamente en el desarrollo de la enfermería profesional la feminización de la profesión y el hecho de que las mujeres cedieran su cuerpo de conocimiento y su experticia como sanadoras y luego como parteras a favor de los hombres, dejando de ser cuidadoras para convertirse en auxiliares de los médicos dentro de las instituciones sanitarias. Con estas premisas, la relación médico-enfermera ha respetado durante mucho tiempo la misma asignación de roles de género que la prescrita socialmente para las relaciones hombre-mujer, en las que los médicos, que eran hombres, tenían el control, la autoridad, el conocimiento; y las enfermeras, que eran mujeres, sólo tenían que acatar órdenes y todo eran dificultades en su intento de avanzar en el conocimiento científico, dentro de su ámbito competencial. A Encarna de la Maza, especializada en cuidados intensivos y secretaria de organización de Satse, no le gusta del todo recordar «viejas anécdotas», pero las tiene. Ella formó parte de la primera promoción de enfermeras que se diplomaron en la Universidad del País Vasco y no olvida lo que le dijeron al presentarse su primer día de trabajo en el hospital de Basurto: «Lo primero que tienes que hacer cada día es ir a la lavandería a coger las batas de los señores doctores. Y lo segundo, llevarles un café con leche». Ha llovido mucho desde entonces, pero en Satse siguen invirtiendo grandes esfuerzos en dar a entender que las enfermeras tienen unas funciones propias. «Hay mucha gente que no se ha quitado de encima que ya no somos ATS, ayudantes técnicos sanitarios. A mí me gusta recordar que los hospitales existen porque hay enfermeras. Nosotras somos las que mantenemos la atención continuada 24 horas al día 365 días al año. Estamos en permanente contacto con las personas que sufren», apunta.

De la Maza y algunas compañeras suelen dar charlas a niños pequeños en colegios. Les enseñan fotografías y les cuentan que los profesionales como ella están en los hospitales cuando ellos, por ejemplo, necesitan cuidados. Pero que también trabajan en lugares donde hay conflictos bélicos como parte del equipo que va a salvar vidas, y en misiones humanitarias. «Tenemos enfermeras en los servicios de urgencias y emergencias de Osakidetza». Las enfermeras asumen asimismo competencias en investigación sobre técnicas y cuidados que pueden beneficiar a las personas. «Además, podemos especializarnos por la vía de residencia en formación, como los médicos, en diferentes áreas de nuestra profesión, donde profundizamos y tratamos de mejorar técnicas y cuidados aprendidos durante la carrera». La más antigua de las especializaciones es la matrona (en Euskadi hay 300 repartidas en hospitales y atención primaria), pero también hay enfermeras especialistas en salud mental, en pediatría, en geriatría, en médico-quirúrgica, en cuidados intensivos, en reanimación... Hay enfermeras de familia y comunidad en las consultas de atención primaria y otras de sus funciones es dirigir hospitales, gestionar centros de salud y responsabilizarse de las unidades de gestión clínic. Además están las que son docentes en la Universidad. «También podemos y queremos estar en los puestos de gestión y en los ámbitos de influencia, pero aquí pasa como en otras profesiones, en la base hay muchas mujeres, pero a medida que vamos extendiendo la pirámide van apareciendo más hombres. Es importante que las recién graduadas confíen en sus capacidades», considera Nuria Rivada. En Satse llevan tres años formando a los profesionales de la enfermería en intervención en violencia contra las mujeres «para que sean capaces de detectar posibles casos. La OMS ya dice que la implicación de los profesionales sanitarios es básica para erradicar esta lacra social», indica. «Nosotras estamos ahí».

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