Mateo Balín
Sábado, 3 de octubre 2015, 01:13
Altivo y desafiante, haciendo gala de conocer el sumario y, sobre todo, de rebatir los indicios que fundamentan su acusación, Alfonso Basterra se presentó ayer ante el jurado popular como un padre comprometido con su familia.
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En un interrogatorio de más de cuatro horas, este ... experiodista bilbaíno de 51 años se exhibió como el bastón de apoyo de una depresiva Rosario Porto, la exmujer con la que nunca dejó de relacionarse, y el sustento de su hija Asunta Yong Fang, «lo que más quería en la vida», aseguró.
A diferencia del largo interrogatorio que hizo el jueves a Porto, el fiscal Jorge Fernández de Aránguiz cambió de estrategia con Basterra. Comenzó a preguntarle «en caliente», directo al grano, sin contemplaciones, sobre la tesis de las acusaciones de que fue él quien orquestó y ejecutó la sedación de la niña para matarla luego por asfixia.
- ¿Le dio usted Orfidal (fármaco ansiolítico) los días previos a su muerte o en ocasiones anteriores?, inauguró el fiscal su tenso cara a cara con Basterra.
- «Por supuesto que no, ¡no, nunca!», contestó el acusado, brazos en jarra y mirada dura.
Este lunes comenzarán las testificales del caso Asunta. En doce sesiones están llamadas a declarar 84 personas, a las que se suman cerca de 60 peritos. La semana que ahora comienza puede ser determinante para aclarar qué pudo llevar a unos padres a asesinar a su hija, dado que declararán las personas que mejor conocían el día a día de la niña y de sus padres. El lunes están citados en el juzgado de Santiago de Compostela los vecinos y otros ciudadanos claves en los días 21 y 22 de septiembre de 2013, cuando desapareció y fue encontrado el cadáver de la niña de 12 años. El martes le llegará el turno a María Isabel Véliz. El testimonio de la madrina puede ser determinante, ya que con ella pasó buena parte del verano Asunta. Al día siguiente, otro de los pilares importantes en la vida de la pequeña pasará por el juzgado. Se trata de su cuidadora, Carmen Amarelle, con quien Asunta también estuvo dos semanas durante aquel verano de 2013. Los testimonios de su profesora de baile y de su pediatra, así como de una menor y algunas madres de compañeras de Asunta, también se producirán esta próxima semana.
La pregunta fue a la yugular y la respuesta, previsible. Si bien la ingesta de este medicamento volvió a manifestarse en el interrogatorio varias veces más y con diferentes nombres -«me han dado polvos blancos», dijo una vez Asunta a su profesora de piano, hecho que fue corroborado por Porto en fase de instrucción, según el sumario.
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El caso es que Basterra, que se enfrenta a 18 años de cárcel, jugaba sus cartas para mostrar que a un padre que quería a su hija, que la trataba de sus periódicas alergias, no se le ocurre asesinarla. «Por su puesto que no», exclamó a pregunta de su abogada Belén Hospido. Más complicaciones tuvo para explicar al fiscal por qué compró a principios de julio de 2013, casi tres meses antes del crimen, 125 pastillas de Orfidal. «Eran para Rosario», contestó, pese a que ésta dijo que en aquella época tomaba solo «alguno suelto» para paliar su depresión. «Creo que se perdió una caja», contrarrestó él.
Como declarara su exmujer, Basterra afirmó que nunca vio síntomas de sedación en Asunta y se mostró «muy sorprendido» cuando conoció que se encontraba en su organismo tras su muerte. ¿Y quien se lo dio?, preguntó el letrado de la acusación representada por Clara Campoamor. «Si encuentra a esa persona, tráigamela, porque estoy igual o más interesado que usted» en saber quién fue, enfatizó Basterra.
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Sobre el episodio de que la niña apareció «dopada» en una clase de música, aseguró el acusado que fue Rosario quien supuestamente dio un antihistamínico a Asunta para su rinitis alérgica, echando balones fuera acerca de su control de los medicamentos que había en la casa.
En su declaración también corroboró la versión de Rosario -«la mejor madre que una niña puede tener», llegó a decir- sobre el día del asesinato, la tarde del 21 de septiembre de 2013. Aseguró que tras la comida familiar en su apartamento se quedó toda la tarde en casa preparando albóndigas con champiñones y crema de calabacín, y leyendo un libro.
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"No hable del 'cadáver'"
Añadió que no salió hasta que su exmujer le llamó, sobre las 21.30 horas, para advertirle de que Asunta no estaba en casa. Ambos acudieron a comisaría a denunciar la desaparición. «Por favor, si no le importa no hable de Asunta como el cadáver. Por humanidad», imploró al fiscal al borde del llanto en el momento de mayor debilidad.
Sostuvo, a preguntas de las partes, que «no ocultó» su ordenador portátil, que en un principio no fue localizado y los investigadores hallaron en su piso varios meses después de los hechos, desechando la posibilidad de implicar a una tercera persona en este asunto.
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Finalmente, dio por bueno el lance del supuesto «ataque» sufrido por Asunta en julio de 2013 por parte de un desconocido y que no fue denunciado por los padres «para no traumatizarla».
Las acusaciones esperan ahora la fase testifical y pericial para desarmar las coartadas de los acusados y rebatir sus testimonios parejos.
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