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Jose Luis Ondovilla
Domingo, 7 de junio 2015, 01:32
Para todos aquellos que quieran iniciarse en el mundo de la micología, que está vinculado directamente con la naturaleza y la montaña, voy a desgranar hoy una serie de consejos que sin grandes esfuerzos nos evitarán desde un susto a un resfriado o un gripazo. Para empezar, y antes de hablar de la cesta, navaja... que utilizaremos para la recolección de setas (será en el próximo capítulo), hay un accesorio en mi opinión vital: llevar siempre una pequeña mochila. Por varias razones. Además de portar agua y el indispensable hamaiketako, nos va a facilitar andar más 'sueltos' por el monte. Me explico con un ejemplo. Son las ocho de la mañana de un sábado otoñal y en el macizo de Orduña el cielo está cubierto, hace más que fresco y cae sirimiri. Dos horas después se abre el cielo, la temperatura ha subido varios grados y nos entra la clásica 'calorina' de andar por el monte. ¿Qué haces con el chambergo? ¿Te lo atas a la cintura? Y si te sobra el forro o el jersey que lleves ¿También? Se pierde comodidad y si te despistas ensimismado con las setas hasta los puedes perder. Pues todo a la mochila. Y también al revés. Aunque arranque la mañana muy bien, sin previsiones de lluvia, llevar un chubasquero en la mochila, incluso el típico paraguas plegable o una capa, no está de más. Un chaparrón puede calarnos hasta los huesos, fastidiarnos la jornada micológica y, lo que es peor, cogernos un resfriado. Por ello, si hemos ido en coche, también recomiendo llevar ropa de recambio para no llegar a casa como una esponja. Y más si nos hemos desplazado lejos y el plan incluye quedarnos a comer por ahí. Al acabar la jornada micológica, ponerse ropa y calzado seco no tiene precio.
No hay que decir que debe portarse un calzado adecuado, preferentemente botas, iremos más seguros y protegeremos al pie de posibles esguinces, sobre todo en otoño, cuando la hojarasca crea un manto en los bosques que oculta agujeros y desniveles. Y una recomendación de oro: si se hecha la niebla, no moverse, salvo que se esté en una pista forestal o un camino bien definido que sabemos a donde nos lleva. Si estamos en una zona compleja, no ponerse nervioso y esperar a que se disipe. Además de tener muchas posibilidades de perdernos, nos podemos jugar la vida en función de donde nos encontremos. Por ejemplo, en la zona de Karranza hay cientos de simas. Dar un mal paso, caerse y adiós. Llevar un bastón también es recomendable por dos motivos: para ayudarnos en las zonas escarpadas y para mover las hojas caídas. Muchas veces, debajo de ellas se encuentran los preciados hongos.
Aunque una de las reglas de oro de la montaña es nunca ir solo, este extremo pocas veces se cumple y menos entre los seteros, que por norma general se adentran solos en los bosques para preservar sus setales de miradas indiscretas y de compañeros a los que no les apetece desvelar sus zonas de recolección. Por ello, también es recomendable llevar el móvil y gps bien cargados (algunos teléfonos ya lo incluyen) para poder utilizarlos ante dificultades. Como dijimos hace dos semanas, los servicios de rescate multiplican sus salidas en otoño e invierno para buscar a seteros que se han perdido. Se ha dado el caso, como me comenta un experto de la Ertzaintza, de un setero bastante mayor que llamó a emergencias y que no quería desvelar al principio la zona en la que se encontraba por temor a que los agentes descubrieran sus preciados setales. Como lo oyen. Y eso que llamaba él porque se había 'desorientao'.
Pasta con pleurotus y crema de ajo
Hoy la receta será con pleurotus ostreatus. No se preocupen, seguro que muchos la han comido y, si no, la han visto en tiendas y supermercados en bandejas junto a los champiñones. Esta pleurotus tiene un sombrero que, en realidad, es muy variable tanto en la forma como en el color. Puede ser marrón, la coloración típica, pero también grisáceo, negruzco, a veces con una tonalidad un poco violeta o azulada. Ya incidiremos más en esta seta, a la que próximamente le dedicaremos un capítulo especial. ¡Y es que pueden cultivarla en casa!
Confitamos los ajos a fuego muy suave en aceite oliva durante 30 minutos, los escurrimos y añadimos a la nata y pasamos por la batidora. Posteriormente, aparte, tras echar la cucharada de mantequilla a una sartén, salteamosmos los pleurotus limpios, troceados y salpimentamos. Que queden tiernecitos. Luego añadimos la crema de ajo a la sartén y guisamos un poco las setas en la salsa hasta que espese bien. Cocemos la pasta al dente y mezclamos todo. On egin.
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