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Itsaso Álvarez
Martes, 12 de mayo 2015, 00:16
Corría el verano de 1954. El calendario de competición desgranaba los Campeonatos de España Amateurs de Golf, tanto individuales como por parejas. Pedreña, como en las dos ediciones anteriores, fue el escenario elegido para desarrollar estas importantes pruebas, con participación de 34 varones y sólo 11 mujeres. La competición femenina se desarrolló con rapidez. 36 hoyos en los que la getxotarra Elvira Larrazabal Bengoetxea, favorita indiscutible, volvió a ganar el título al igual que en 1952, 1953 y, como después lo haría, en 1955. Elvira fue la gran referencia del golf femenino español de aquella época. Aquella vez sufrió la competencia de Lolita Arruga de Rafols, capaz de empatar a 77 golpes con la campeona al término de los primeros 18 hoyos, si bien la aspirante al título no fue capaz de repetir, como fue el caso de Elvira Larrazabal, tan brillante resultado en la segunda ronda, por lo que se tuvo que conformar, de nuevo, con la segunda posición, a seis golpes de la entonces tricampeona de España. Tercera en la tabla, a nueve golpes, se situó Emma Villacieros, quien posteriormente, a finales de la década de los 80, accedería a la presidencia de la Real Federación Española de Golf.
Elvira Larrazabal no sólo fue la primera gran jugadora de golf, y sus títulos así lo avalan, también fue la primera mujer en obtener la licencia profesional femenina para ser maestra de golf, otorgada por la Federación en 1958. Además, ostenta un récord hasta ahora imbatido. Ganó todos los campeonatos que jugó entre el 52 y el 55. Cuatro temporadas sin perder que, traducidas en días suponen 1.460. "Elvira Larrazabal estuvo 2.102.400 minutos invicta. Más de dos millones de minutos sin conocer la derrota", escribió el periodista Miguel Miro, enviado especial a Bilbao con el periódico deportivo 'As' el 31 de enero de 1987. Elvira fue cinco años campeona de Bizkaia, cuatro del estado y tres triunfó en el circuito internacional. Consiguió otros récords, como por ejemplo el de Puerta de Hierro de Madrid, cuando ganó con 18 años su primer Campeonato Nacional. Lo mejor del juego de Elvira Larrazabal, decían los expertos, era su 'approach' y su 'putt'. Y eso que ella nunca hizo lo posible y lo imposible por triunfar.
La historia tiene un comienzo. En el Club de Golf de Neguri, Angelín, como le llamaban los más allegados, profesor de ese club, tuvo una hija el 28 de octubre de 1933, Elvira. Su casa estaba situada a menos de cien metros del hoyo 4 del entonces llamado Real Club de Golf de Neguri, terrenos en los que hoy se ubica la urbanización Antiguo Golf. A ella el golf no la atraía especialmente, "lo hice por darle un capricho a mi padre". Era simplemente "la hija del profesor", pero a él le hacía ilusión que Elvira se acabara dedicando a lo mismo que él, y así fue. Según revela Karla Llanos en su blog 'Memorias de Getxo', el padre de Elvira fue durante la guerra ertzaina y escolta de José Antonio Aguirre, por lo que pasó cinco años en la cárcel del Puerto de Santa María. El día que murió, con 49 años, el campo de golf de Neguri cerró sus puertas como sentido homenaje a su figura.
Lo cierto es que instruida por su padre, Elvira empieza a jugar a los dieciséis años. Dedicaba ocho y nueve horas diarias al entrenamiento, hasta el punto de que a los 18 gana su primer campeonato del estado, toda una hazaña. "Comienza su andadura con 14 palos de nueve juegos diferentes y, además, como las bolas escasean, su padre las reciclaba para ella", recuerda Karla Llanos. "Cuando esas bolas estaban un poco rajadas, Ángel le decía a su hija 'mira tiene una sonrisa', y con una vela la derretía y arreglaba la 'sonrisa'. El quería enseñar bien a su hija, sin embargo no le ponía las cosas fáciles. Cuando tocaba clase de búnker, enterraba bien la bola para que ella supiera que esas cosas pasaban".
El 28 de abril de 1954, en un diario madrileño de gran difusión salió la siguiente noticia relacionada con Elvira: "La señorita Elvira Larrazabal ha revalidado su titulo de campeona de España de golf al triunfar plenamente con 154 golpes en los 36 agujeros". En la organización de uno de esos eventos conoció a su marido, José Mª Ortiz de Mendibil Monasterio, nacido en Portugalete en 1926, que durante años fue árbitro internacional de reconocido prestigio. Se casaron en Romo y tuvieron tres hijos. Elvira Larrazabal comenzó a impartir clases de golf en 1958. Tenía el carnet Nº 61. Primero fue profesora en el Antiguo Golf de Neguri y, más tarde, en La Galea. Así estuvo siete años. Hasta que en 1965 se deshizo de la bolsa de palos y abandonó este deporte para dedicarse íntegramente a cuidar de su hija, que había nacido con una parálisis. Elvira Larrazabal estuvo tres lustros sin pisar un campo de golf hasta que una amiga suya le devolvió su blaster y no se lo pensó dos veces. Fue toda una sorpresa, porque Elvira desconocía el destino de sus palos. En el año 2010 el Ayuntamiento de Getxo reconoció su trayectoria en los Premios del Deporte que se organizan en Fadura, haciéndole entrega del Molino de Aixerrota de plata.
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