El puente Vasco de Gama tiene 17 kilómetros y es el más largo de Europa.

"Llevo ocho cambios de casa"

Comenzó como una aventura y ya lleva nueve años en la capital lusa, donde con apenas 26 abrió su propia empresa

iratxe gómez bringas

Domingo, 10 de mayo 2015, 01:54

Muchas personas se ven en la encrucijada de querer romper con todo y dar un giro inesperado a su vida. Ahí dependerá la mochila que uno lleve tras la espalda. En el caso de Alain Hervás no le supuso ningún impedimento tener un trabajo sólido ... en Barcelona. Este vizcaíno, nacido en Portugalete, ha sabido sacarle partido al tiempo. Sin mirar atrás. Dejó la carrera de Ingeniería Informática en Deusto para seguir a su novia a la capital catalana. Una vez allí, no dudó seguir su formación pero a través de la UNED, y compaginar los estudios con un trabajo a media jornada como técnico informático. Ese fue su primer empleo con 22 años. Uno de muchos hasta llegar a abrir su propia empresa a los 26. Eso sí, lejos de casa. Concretamente en Lisboa, donde vive desde hace nueve años. Un destino que le atrapó tras una semana de vacaciones en Cascáis. «Elegí Portugal por el clima y el mar», confiesa.

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Su primera incursión fuera de Euskadi le llevó a Barcelona. Tras unos meses en su primer empleo, le llamaron para el portal Idealista, cuando tan solo contaba con tres empleados. Él tenía otras perspectivas laborales y eligió un puesto de trabajo en una pequeña empresa de informática, todavía cursando la licenciatura. Durante casi cuatro años ejerció como responsable técnico con una buena posición laboral y económica. «Me gustaba el trabajo, estaba muy bien pagado, pero quería un cambio. Viví una especie de crisis personal, y necesitaba algo que me moviera».

En aquel tiempo se fue una semana de vacaciones a Cascáis. Aquella aventura se alargó a un mes, y de ahí a un año sabático. «Me fui con todo lo que había ahorrado en Barcelona hasta que se acabara. Portugal me generó curiosidad y me atrapó». Fueron doce meses de idas y venidas entre Bizkaia y Lisboa. «Era un quiero y no quiero», reconoce. Finalmente, tomó la decisión de su vida. Un mes de septiembre de hace nueve años, se mudó a la capital lusa para partir de cero y con un fondo hasta que encontrara casa y trabajo. En el momento que se acabara el colchón económico, regresaría a casa.

Guerra de contraofertas

Justo la semana en la que ya rascaba el monedero encontró trabajo no solo para él, sino también para su novia, que se trasladó a Lisboa en cuestión de una semana. En ese primer empleo solo duró quince días porque le llamaron de Fujitsu para encargarse del mantenimiento de sistemas en empresas de grandes cuentas. No solo cambió de trabajo, también de residencia. Se alojó primero en pleno centro de Lisboa, pero en el tiempo que lleva «he cambiado ya ocho veces de casa». Ahora reside en la casa de un amigo vasco, ingeniero civil, que se encuentra por trabajo en Brasil junto a su mujer.

Los ocho meses que estuvo en Fujitsu le sirvieron para «comprender la economía portuguesa». Y aquello marcó el punto de inflexión para emprender una nueva aventura: «Decidí abrir mi propia empresa, pero no fue tarea fácil. No tenía tantos contactos como pensaba. A pesar de que a los extranjeros nos tratan muy bien en Portugal. Los de fuera somos muy valorados, si tenemos cualificación. En concreto, los vascos tenemos fama de trabajadores. Eso sí, es imprescindible hablar inglés y portugués».

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«Vivo como en un pueblo»

  • Los portugueses siempre tienen alguna excusa para no salir a la calle. «Son menos alegres y directos que los vascos». Sin embargo, a Alain Hervás siempre echa de menos el carácter luso cuando está fuera. «Añoras su tranquilidad, el silencio y su educación». Pero la combinación que ha atrapado a este vizcaíno es la del sol con un clima cálido todo el año. Además, Lisboa fue nombrada en 2014 la ciudad más cool de Europa. «Se están renovando. Pero sigue siendo un lugar con encanto porque es una aldea, más que es una ciudad», dice con una sonrisa. «Vivo como en un pueblo donde las señoras hacen punto en la calle y las puertas de las casas aún se dejan abiertas».

Aún conserva a su primer cliente después de tanto tiempo. Pero los primeros años, la escasa facturación le obligó a Hervás a compaginar su proyecto con un trabajo a media jornada en otra empresa. «He llegado a trabajar 16 horas en un mismo día». Así que durante más de tres años fue coordinador del soporte técnico de Microsoft para Portugal y España. «Mi vida era un infierno porque no tenía tiempo para nada, así que les di mi carta de dimisión para trabajar la empresa de la competencia con mayor flexibilidad de horarios». Ahí comenzó una guerra de contraofertas por ambas compañías para contar con este profesional vizcaíno.

Consiguió una buena oferta económica y unos horarios que le permitían compaginarlo con el desarrollo de su propia empresa. La compañía a la que prestó sus servicios de coordinador registró un crecimiento increíble. Este vizcaíno entró en ella con 900 empleados, y cuando salió la plantilla ascendía a 5.000. «He visto miles de proyectos, sobre todo, en el negocio de call center, un sector que aquí ha crecido mucho». Pero creció el volumen de facturación de su compañía, Bussiness Config, y decidió dedicarse plenamente a ella. Además, comenzó a colaborar como consejero en Startup Lisboa, una incubadora de emprendedores, a los que Hervás aconseja y ayuda.

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Muchas de estas startups se han convertido en sus clientes, a los que como consultora de negocio, aconsejan en el área de la tecnología para que no sean engañados. Trabajan en Portugal, pero también tienen líneas de negocio en Brasil y Rusia. Además, este vasco es socio de Legal Flow, un software para firmas de abogados en el extranjero.

Con tanto movimiento apenas le queda tiempo para el disfrute. Pero cumple con una religión: «He conseguido implantar una costumbre en mi grupo de 15 amigos. Todos los viernes, después del trabajo, nos vamos a tomar cervezas». Algo poco usual entre los portugueses, más familiares y amantes de los centros comerciales.

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Este vasco no tiene tiempo para el aburrimiento. Está atrapado por Lisboa, una «ciudad con encanto». Y aunque echa de menos a su familia, al País Vasco sólo volverá cuando encuentre excusas para ello. «Mi objetivo es luchar para ir a Euskadi cuando me apetezca. Pero cuando leo el letrero de Portugal me siento en casa».

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