Luis Alfonso Gámez
Martes, 25 de marzo 2014, 13:04
El paleontólogo Louis Agassiz descubrió en 1849, en Nueva Jersey (Estados Unidos), la mitad de un húmero de una tortuga marina cuya especie bautizó como 'Atlantochelys mortoni'. De gran tamaño, había nadado en los océanos del Cretácico Superior, entre hace 75 y 70 millones de ... años. Aunque era arriesgado calcular su tamaño a partir del fragmento, se estimó que el reptil podía medir unos 3 metros. 165 años después, la revista 'Proceedings of the Academy of Natural Sciences of Philadelphia' publica el hallazgo de la otra mitad del hueso y la confirmación del tamaño de esa tortuga que convivió con los dinosaurios.
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En otoño de 2012, el químico y paleontólogo aficionado Gregory Harpel buscaba fósiles en un terraplén en Nueva Jersey. Lo hacía en la cuenca de un arroyo adonde suele acudir los fines de semana a buscar dientes de tiburón. Vio algo en el suelo. "Lo cogí y al principio creí que era una piedra. Era pesado", recuerda. Al comprobar que era un fósil y que podía tratarse de una pieza importante, lo llevó al Museo Estatal de Nueva Jersey, donde lo examinaron Jason Schein y David Parris, conservadores del área de historia natural.
Los dos expertos concluyeron que se trataba de la mitad distal de un húmero de una tortuga, y Parris bromeó con la posibilidad de que se tratara de la mitad que le faltaba a un hueso de la colección de la Academia de Ciencias Naturales de la Universidad de Drexler (Filadelfia). "Pensé que no había ninguna posibilidad de que los dos fragmentos encajaran", dice Schein. ¿La razón? Que la pieza del museo universitario era la descubierta 163 años antes a flor de tierra por Agassiz y que, expuesta a los elementos, su otra mitad no podía haber aguantado tantos años intacta.
El fósil de Agassiz era el único conocido de la especie hasta que Schein llevó el nuevo fragmento a la Universidad de Drexler. "Tan pronto como unimos las dos piezas, como si fueran de un rompecabezas, lo supimos", asegura Ted Daschler, conservador de vertebrados de la institución. Encajaban perfectamente. El húmero completo certifica que el animal medía unos 3 metros, lo que lo convierte en una de las tortugas marinas más grandes conocidas. Además, los paleontólogos deberán tener en cuenta, a partir de ahora, que los fósiles expuestos a la intemperie pueden pervivir durante décadas. Al menos 163 años, cuando hasta ahora creían que, como mucho, unos pocos años o décadas.
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