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Ningún vuelo cancelado. La temida huelga convocada ayer por trabajadores del aeropuerto de Loiu no tuvo ningún efecto. Las 143 operaciones previstas se desarrollaron con normalidad y los viajeros, que llegaban preocupados a la terminal, pudieron partir hacia sus destinos sin mayor problema.
Enfadados, ... los sindicatos convocantes –CC OO, ELA, LAB y USO– se reunieron por la mañana para analizar la situación. «Aena ha incumplido los servicios mínimos y ha tomado la decisión de operar todos los vuelos, lo que nos parece algo muy grave», criticaba a media mañana José Manuel Lorenzo, de CC OO. Las centrales recurrieron a los tribunales y presentaron una demanda contra la dirección del aeropuerto vizcaíno por no respetar el derecho a la huelga, cuestión que se resolverá hoy mismo en un juicio rápido. Según sus previsiones, deberían haberse anulado al menos 16 enlaces, entre salidas y llegadas, con Madrid, Barcelona, París, Amsterdam, Fráncfort y Munich, pero todos ellos despegaron o aterrizaron para tranquilidad de los pasajeros.
La mayoría llevaban días temiendo no poder iniciar sus ansiadas vacaciones si les impedían volar para coger conexiones con otros destinos internacionales. «De momento, salimos en hora», se felicitaba un grupo de mujeres gallegas que partían a las diez de la mañana hacia París, con la mirada clavada en los paneles que indicaban 'embarcando o cerrado' en los primeros vuelos del día.
En el 'stand' de Volotea reconocían que se vivía una «calma tensa» en la terminal, aunque «nosotros volamos poquito, tenemos pocos vuelos, así que estamos protegidos por los servicios mínimos». La única señal de que había una protesta laboral la representaba una pancarta colocada sobre la puerta principal en la que podía leerse: 'Condiciones de trabajo dignas. Respect for workers. Loiu-Aenako Langileak', además de pegatinas de colores vivos con las palabras 'servicios mínimos', ikurriñas y banderas de algún sindicato.
Pese al aparente clima de enfrentamiento entre las partes, las centrales aceptaron a última hora de la tarde la propuesta de Aena de volver a sentarse para hablar y desconvocaron las seis horas de paro previstas para hoy, entre las 18.00 y las 24.00 horas. «Nuestra voluntad negociadora es absoluta», apuntaban fuentes sindicales. Ya suspendieron la segunda jornada de huelga, el pasado día 7 de julio, y se reunieron con la dirección, aunque sin éxito. «La oferta consistía en sólo dos contratos más», reveló Lorenzo.
169 empleados de Aena estaban llamados a la huelga en Loiu –en ningún otro aeropuerto de España se secundaba– en protesta por el aumento de la carga de trabajo. No afectaba a los controladores ni a las aerolíneas, sino sólo a trabajadores de tierra, como los señaleros, los de operaciones, atención al cliente o Bomberos. Según denuncian, en un lustro ha crecido el tráfico aéreo un 50% y se ha alcanzado la cifra récord de cinco millones de pasajeros al año mientras que la plantilla sólo se ha incrementado un 16%. «No pedimos dinero sino más empleos», advierten. Los sindicatos calculan que debería aumentarse en al menos una treintena el número de trabajadores en las distintas áreas afectadas.
Por el momento, de las 16 jornadas de huelgas y paros anunciadas entre los meses con más actividad aeroportuaria, julio, agosto y septiembre, sólo se ha celebrado la primera, el pasado 1 de julio, cuando unos 3.000 viajeros se quedaron en tierra al suspenderse una veintena de vuelos.
Los viajeros
Blanca ejerce como profesora en un colegio concertado de San Sebastián. Entiende mejor que nadie el derecho a la huelga que ella misma ha ejercido durante este pasado curso, en solidaridad con sus compañeros, porque está ya «prejubilada». Aunque como usuaria afectada, le toque sufrirlo. «Que estés ahorrando para poder irte de vacaciones y que te pase esto... Por mucha razón que tengan los trabajadores. Si se me fastidia el viaje y me he gastado una pasta...», apuntaba.
Su vuelo partía ayer a las 10.15 horas desde el aeropuerto de Loiu, el único de España donde estaba convocada la huelga, con destino a París. Desde allí, embarcarían en un tour para visitar los castillos del Loira, en Francia. «Llevábamos todo el mes pendientes de la huelga, pero al final nos han dicho que vamos a volar sin problemas», confiaba la mujer una hora antes de embarcar. «Parece que la voluntad es no hacer daño al usuario», reconocía agradecida.
Blanca confesaba que había llegado a tomarse una pastilla contra la ansiedad para no «crisparse» y que habían decidido no facturar el equipaje, sino llevar maletas de cabina, «por si hay algún problema». Sabían incluso dónde tenían que acudir a poner la reclamación. Txetxu, gran aficionado a la fotografía, había renunciado a viajar con el equipo completo y sólo llevaba la cámara en un bolso de mano por el mismo motivo. «El calendario previsto es de pánico, muy agresivo», decía Blanca, en referencia a que todos los domingos y festivos de julio y agosto hay convocadas huelgas. No era la primera vez que les afectaba un conflicto laboral. El pasado mes de abril, cuando regresaban de un viaje a Roma, «tuvimos que esperar una hora en el avión» por los paros en las pasarelas.
Xabi, Santi, Jon y Asier son amigos desde la infancia. Vecinos de Vitoria, acostumbran a realizar un «viajecito» todos los veranos. Este año tocaba conocer Dubrovnic, en Croacia, lo que les obligaba a coger una conexión con Munich desde Bilbao. Su vuelo de Lufthansa despegaba a las 11.40 horas de la pista de Loiu. En los últimos días, los cuatro habían enviado correos y llamado por teléfono varias veces a la compañía para confirmar que no se quedaban en tierra, como apuntaban algunas informaciones. «Nos han dicho que no nos preocupemos, que está todo normal. Que de haberse cancelado nos tenían que haber avisado al menos con un día de antelación», confiaban. Les esperaba una «semanita» de desconexión justo antes de que comiencen las fiestas de su ciudad, a principios de agosto. No obstante, hasta que el comandante de la aeronave no anunciara que partían rumbo a Alemania, no terminarían de creérselo. «Si nos veis rompiendo cosas, no saquéis fotos», bromeaban antes de ponerse en la cola de facturación.
Aunque su avión no salía hasta las 14.25 horas hacia Praga, se presentaron en la terminal cuatro horas antes, tal como les había recomendado la agencia de viajes para tener tiempo de reacción por si les surgía alguna complicación relacionada con la huelga. Estaban relativamente «tranquilos» porque les habían advertido que «como sólo hay un vuelo a Praga hoy, no podían suspenderlo», así que no tenían «plan B». «El que nos pongan ellos», advertían. Iñaki, Miren, y las menores Ibaia y Maite, de Berriz y Durango, llevaban en sus rostros reflejada la ilusión de las vacaciones. «Es la primera vez que viajamos los cuatro por Europa», decían. Su plan pasaba por conocer Praga y después Budapest a lo largo de nueve intensos días. «Llevamos preparándolo desde enero». Según los padres, el destino lo elegían las chicas, porque «ya no querían playa quince días, sino que por la edad empiezan a querer conocer otras culturas», se alegraba Iñaki, trabajador del metal en una empresa de Abadiño, al que le tocará currar en agosto por el «cuarto relevo».
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