Silencio y resignación en las calles
Sin hostelería ·
Calles de bares desiertas, sin el bullicio habitualde la gente, contagian el desánimo a la ciudadanía, que ayer optó por los paseos, las compras y el ejercicio al aire libreSecciones
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Sin hostelería ·
Calles de bares desiertas, sin el bullicio habitualde la gente, contagian el desánimo a la ciudadanía, que ayer optó por los paseos, las compras y el ejercicio al aire libre10 de la mañana | Día de ir al súper
Entre los clientes de los supermercados se veían ayer carros más cargados de lo habitual de cervezas, aperitivos, refrescos, vino y otras bebidas con alcohol. «Antes íbamos al bar a tomar algo pero, como no se puede, tendremos que llevar cosas a casa. Por ... eso he comprado cervezas y algo para picar», comentaba Rubén Carazo tras pagar en la caja de Eroski de Artea. No estaba muy convencido de que cerrar los bares fuera una solución para contener el virus. «Va a ser peor. La gente necesita socializar y si no les dejan hacerlo en la calle se reunirán en las casas...», añadía.
Con el paso de las horas los supermercados se llenaron. «Hemos tenido que esperar unos diez minutos para entrar. Y no hacíamos cola desde el anterior confinamiento», explicaba Alberto Avadillo a la salida de un negocio en Barakaldo. «No he visto nada igual en tiempo. Es que la gente no tiene nada mejor que hacer», apuntaba Kepa Etxanobe, a las puertas de un supermercado de Durango. Hubo largas colas también en tiendas de alimentación, como pescaderías, carnicerías y pastelerías.
11 horas | Deporte en abandoibarra
Bilbao se despertó ayer tarde. Las ciudades se mueven mucho más lentas cuando viven bajo las restricciones que impone la pandemia. Sin posibilidad de hacer grandes planes, los paseos, los recorridos en bici y salir a correr –ayer todos con mascarilla por primera vez– fueron las actividades estrella y las primeras que se vieron en las calles. Para las once de la mañana ya se habían llenado de paseantes las aceras y bidegorris de ambas márgenes de la ría en Bilbao. «Solemos ir al monte los fines de semana o al pueblo, a Espinosa de los Monteros, pero ahora tenemos que hacer planes alternativos», comentaban Manu y Raquel, que paseaban en bici junto a sus hijos por el Campo Volantín. Las excursiones a montes que rodean Bilbao, al igual que en otros municipios, centraron ayer el ocio de los ciudadanos en un día en el que no se podía alternar con cuadrillas y amigos en los bares. Alain Murillo aprovechó el bidegorri entre Abadiño y Amorebieta para dar un paseo a buen ritmo. Aseguraba que, aunque tenga que ir con mascarilla, seguirá subiendo a Urkiola. «Mientras no nos quiten el salir…», decía resignado.
11.30 horas | Zonas de bares desiertas
La imagen que ofrecían ayer las ciudades era de contrastes: los centros urbanos llenos de personas de paseo y de compras y las calles de bares desiertas. El ambiente «es tristón», resumía la dependienta de una pastelería convertida, junto a la farmacia, en el único local abierto en la Plaza Nueva. Los comercios del Casco Viejo dieron algo de vida al barrio, aunque era fácil detectar el ambiente de desánimo, «de que vamos de mal en peor y de cabeza al confinamiento», resumía un vecino de la calle Lotería. Igual situación se vivía en Ledesma. Una vía peatonal fantasma, envuelta en un silencio impactante por la ausencia de las tertulias de cuadrillas y amigos a las puertas de los bares. «En Bilbao la gente ya solo puede pasear. Antes nos juntábamos en el bar los sábados y ahora quedamos en la calle», comentaban resignados Ana, Patricia y Rubén, tres amigos sentados en un banco de Ledesma mientras tomaban un café para llevar. «Esto es un cementerio», se lamentaba Belidna Cer, que regenta una floristería viendo cerradas todas las cafeterías en el entorno del Hospital de Cruces.
12 horas | A buscar café para llevar
La única actividad que pueden realizar bares y restaurantes es la comida por encargo. A las puertas de algunos locales se encontraban ayer dueños y empleados para tomar nota y entregar los pedidos. Muchos ciudadanos buscaban durante su paseo un lugar en el que comprar un café. Agentes de la Policía Municipal prohibieron a algunos bares vender café para llevar a pesar de que en otros locales, desde panaderías a pastelerías se estaba haciendo. Dos de estos locales a los que se les impidió la venta fueron el Café Lago del Caso Viejo y el Bilbo Beer. Sus propietarios mostraron su indignación por la actitud del Ayuntamiento con un sector «que se encuentra con el agua al cuello», denunció Boni García, dueño del Lago. Muchos hosteleros dedicaron el día de ayer a limpiar sus locales y vaciarlos del género que tenían almacenado. No escondían su enfado por las graves consecuencias del cierre. «El Gobierno vasco al menos podía haber esperado al lunes. Nos ha dejado con las neveras llenas, y ahora ¿qué hacemos?», se lamentaba una de las dueñas del bar La Viña de la capital vizcaína.
13 horas | De tiendas por la gran vía
La Gran Vía de Bilbao lucía ayer desde poco después del mediodía repleta de paseantes con bolsas de compras en tiendas de moda. Los comercios de las arterias principales de la ciudad tuvieron una buena afluencia de clientes a pesar de que el cierre de la hostelería les hace temer que «una caída de ventas tarde o temprano», explicaba la dueña de una tienda de Ercilla. Las compras también fueron el atractivo para los vecinos de pueblos colindantes con Bilbao. «Hemos venido de Etxebarri porque pensábamos que iba a estar todo vacío y nos ha sorprendido la cantidad de gente que hay en las tiendas», contaban Unai y Peio, que acababan de entrar en el Zara de la Gran Vía cargados con varias bolsas de otros comercios. «Un sábado cualquiera hubiera caído un aperitivo en un bar, pero como no se puede hoy iremos de tiendas... no hay mucho más que podamos hacer», coincidían otros dos amigos de Bilbao, Xabi y Asier. Los locales comerciales de las grandes superficies se beneficiaron también del tirón de las compras en el primer día sin bares, principalmente por la tarde.
22 horas | Toque de queda
La capital vizcaína se vació ayer a la hora de la comida. Fue la imagen más impactante de la jornada, el momento en el que todos los ciudadanos se volvieron a sus casas porque no hay restaurantes ni bares, y la ciudad se quedó desierta durante varias horas. Ni en la Gran Vía se veía movimiento. A partir de las cinco de la tarde un goteo de vecinos volvía a salir a pasear y hacer los últimos recados, aunque en menor medida que a la mañana. La manifestación de los hosteleros a las cinco y media de la tarde marcó la actividad de la ciudad a lo largo de la tarde. Mucho antes del nuevo toque de queda de las diez de la noche –una hora antes que el anterior horario–, había ya muy pocas personas en las calles de la capital vizcaína. La ciudad, como el resto de Euskadi, entró en el toque de queda a las diez de la noche. Otra vez el silencio total. Hoy con los comercios cerrados, la previsión es que los vizcaínos, si el tiempo acompaña, llenen las zonas de monte, áreas recreativas y parques cercanos a los municipios. Y los ciclistas tomarán carreteras y bidegorris, con mascarilla.
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