Compositores, intérpretes extraordinarios o docentes con una marcada vocación han pasado por las aulas del Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga, en Bilbao. Un lugar que, aunque haya cambiado de emplazamiento desde sus inicios hasta la actualidad, ha dado una hornada de reconocidos virtuosos a nivel ... internacional a lo largo de los años. Uno de ellos, el gran Joaquín Achúcarro, no quiso perderse ayer la celebración de su centenario y deleitó al público con dos piezas al piano. Un lujo para todos los presentes, que agradecieron con un interminable aplauso una trayectoria iniciada, precisamente, en el mayor templo de enseñanza musical de la capital vizcaína.
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«Aunque el Conservatorio tenga cien años, yo no tengo más que 89», bromeó Achúcarro antes de interpretar 'Sueño de amor', de Liszt, y el último tiempo de la Sonata Nº 3 de Chopin. Un portento de la música a quien la directora de la escuela, Maite Aurrekoetxea, presentó como «una persona humilde y generosa». Y no tardó en corroborarlo el artista, que dedicó su breve intervención a recordar a Félix Ayo. Achúcarro contó la proeza que había logrado su compañero de profesión con la grabación de 'Las cuatro estaciones' con Ayo como violín solista: «Vendió 25 millones de discos LP de esa grabación», celebró el pianista. «¡Cómo para no sentirnos orgullosos de él y echarle de menos en este momento»», expresó. El violinista sestaoarra, también antiguo alumno del centro, no pudo acudir al acto conmemorativo porque las medidas del coronavirus le obligaron a quedarse en Italia, su lugar de residencia.
La pandemia fue también la responsable de que este cumpleaños tan especial tuviera que retrasarse dos años. De hecho, el Conservatorio tiene 102 años de historia. Y en torno a este aniversario, ayer se reunieron, entre otros, profesores, estudiantes, exalumnos y antiguos docentes.
Uno de estos últimos, Pedro Guallar, que impartió clases en el centro durante 36 años, confesaba que la música ha formado parte indivisible de su vida y que, ya jubilado, «sigue siendo mi compañera y me sigo dedicando a ella». Guallar comenzó como estudiante en la escuela y años después terminó como docente: «Me convertí de examinado en examinador», comentaba entre risas el organista, quien puso de relieve «el gran esfuerzo que hacen los alumnos y sus familias» para dedicarse plenamente a la música.
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El lehendakari Íñigo Urkullu agradeció durante su discurso la presencia y actuación de Achúcarro, así como «su aportación para animar las ilusiones de las y los jóvenes músicos del presente y del futuro». El alcalde, Juan Mari Aburto, por su parte, intervino de forma telemática para resaltar la labor del «profesorado, alumnado y personal administrativo, que hace que cada día sea un motivo de celebración de este gran don que es la música. Actividad que combina como pocas, talento, vocación y profesión».
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