Una segunda jornada menos intensa
Sin agobios ·
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Sin agobios ·
El turno de tarde volvió a llenar los paseos pero sin aglomeracionesLa ansiedad del primer día, que el sábado provocó en Bilbao auténticas aglomeraciones de corredores, ciclistas y paseantes, dio paso ayer a un movimiento de personas abundante pero sin sensación de agobio. En la segunda jornada de apertura a los paseos y la práctica ... de deporte por franjas horarias se vivió una mañana tranquila y una hora punta a partir de las ocho de la noche que llenó de nuevo los dos márgenes de la Ría.
Como explicaba un corredor en el paseo de Abandoibarra, «la sensación de tener que salir como sea después de 40 días de encierro ya se ha superado. Lo de ayer fue como la salida de una carrera. Solo faltó alguien con un megáfono gritando 'preparados, listos, ya'». Tanto Campo Volantín como Abandoibarra se fueron llenando a partir de las 8.30, pero sin llegar a formarse las aglomeraciones del sábado, que dejaron escenas de peatones sorteando corredores y ciclistas y tramos en los que resultaba imposible mantener las distancias de seguridad. «Sí que hay gente, pero se ve más orden», comentaba Ander Bengoetxea, ciclista. «Ayer tuve que pararme varias veces y bajarme de la bici porque la gente que caminaba invadía el bidegorri para no cruzarse con otras personas en la acera. Hoy no me ha pasado eso».
Los paseos de la Ría repletos de actividad contrastaban con el resto de una ciudad vacía y sin tráfico. «Si te sales un poco del circuito, no hay nadie dos calles más allá», comentaba Andrea, una joven que salía ayer a pasear ayer por segunda vez «después de 40 días sin pisar la calle», al pie del Zubi Zuri. El Ayuntamiento permitió subir a Artxanda y los montes que rodean la ciudad, lo que contribuyó a descongestionar los parques y zonas de paseo céntricas.
Ayer la presencia policial se notaba. Los agentes pedían a los peatones que mantuvieran las distancias de seguridad e informaban a las personas que no tenían claro los turnos y lo que se puede hacer en cada uno de ellos. Junto al Museo de Bellas Artes un policía llamaba la atención a un padre que iba con sus hijos menores, todos en bici: «esta es la hora de hacer deporte. Los niños, a partir de las 12».
Antes de los niños, llegó el relevo de la tercera edad. En esa tanda hubo mucha menos gente en la franja anterior. «Sí, es curioso porque somos más los mayores que los jóvenes», comenta Manu, un «jubilado de 80 años». «Yo creo que tenemos más paciencia y no nos importa esperar a salir más tarde. Y también conozco alguno que está asustado y prefiere quedarse en casa». La queja general en este grupo de paseantes de más de 70 años eran los bancos precintados. «No podemos estar moviéndonos todo el rato, necesitamos descansar un poco», pedía una señora en el parque del Arenal.
La franja horaria de las ocho de la noche fue mucho más concurrida que la de la mañana. A los ciclistas, corredores y paseantes se les sumaron grupos de jóvenes y adolescentes que volvieron a llenar Abaindoibarra, aunque sin llegar a provocar la sensación de agobio del día anterior.
Las cuadrillas de chavales que quedan para caminar en grupo durante el horario de actividad física de la tarde protagonizaron ayer uno de los puntos negros de la jornada. Varias decenas de jóvenes se concentraron en la subida a Artxanda, sentados en grupos y sin respetar las distancias ni las normas de seguridad.
El buen tiempo volvió a atraer ayer a miles de personas a los paseos de la costa en Bizkaia aunque, al igual que en la capital, sin la saturación del día anterior y con más movimiento por la tarde. Una de las zonas con mayor afluencia de gente fue el muelle que discurre desde Las Arenas hasta Arriluce y de ahí el camino al Puerto Viejo. A las nueve de la mañana la orilla de la playa de Ereaga se había llenado de paseantes y en el agua se podían ver numerosos nadadores equipados con neoprenos. Cuando entró el turno de los niños, desde el mediodía, llegaron padres acompañados de sus hijos a jugar en la arena y tomar el sol.
El paseo que recorre los acantilados sobre las playas, desde Arrigunaga a Sopelana, fue otra de las áreas de esparcimiento con más gancho. Mientras los ciclistas coparon los senderos, muchas personas bajaron a los arenales para apurar su tiempo de actividad física a la orilla del mar.
Durante las primeras horas de la mañana, los deportes náuticos se hicieron un hueco. Las altas temperaturas y el mar en calma animaron a navegar en embarcaciones a vela, piraguas y tablas de pádel surf.
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