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julen ensunza
Jueves, 10 de junio 2021, 00:14
Aunque el foco se ha centrado en el Astillero de Murueta por estar situado junto a la ría en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, el emplazamiento elegido en Gernika como sede principal de la ampliación del Guggenheim en Busturialdea tampoco ... es un espacio cualquiera. Todo lo contrario. La antigua fábrica de Dalia es un símbolo de los años de gloria industrial de la villa foral.
De hecho, la firma cubertera, cuyo verdadero nombre era Joyería y Platería de Gernika S. A., llegó a ser el mayor fabricante de Europa hasta 1977 y contaba con cerca de un millar de trabajadores en su planta. Los terrenos en los que está enclavado -22.000 metros cuadrados aproximadamente- también tienen su historia. Y es que en el subsuelo se encuentran parte de los restos del desescombro llevado a cabo tras el bombardeo de la villa foral por parte de la Legión Cóndor alemana aquel fatídico 26 de abril de 1937. «Gran parte del material que se retiró de las ruinas se trasladó junto a la ría», ratifica el miembro del colectivo de historiadores Gernikazarra, José Ángel Etxaniz.
En esa parcela, con anterioridad a que se asentase Dalia -la firma estaba ubicada inicialmente junto a la fábrica de armas Astra- se encontraba, desde 1942 hasta 1957, el campo de fútbol de la localidad, conocido con el nombre de Zubia o Zubikoa. Es precisamente en 1957 cuando la familia Gandarias, accionista mayoritaria de la compañía, decide construir las instalaciones en las que ahora se prevé proyectar el Guggenheim Gernika y «no repara en gastos», apunta Etxaniz.
Diseño
«Mármol de Macael, en Almería, madera de elondo de Guinea, e incluso unas vistosas vidrieras del artista Ángel Cañada», detalla conocedor del tema tras formar parte también durante muchos años de la plantilla de Dalia. El diseño de la fábrica es obra del prestigioso arquitecto bilbaíno Luis María de Gana, que había dirigido en 1948 la restauración y transformación en Museo del Pescador de la torre Ercilla de Bermeo y que intervino en la construcción de la Catedral Nueva de Vitoria.
El pabellón viejo de Dalia «está hecho de hormigón y entre sus peculiaridades se encuentra que se asienta sobre columnas redondas y que la cubierta tiene forma de dientes de sierra lo que permitía que se pudiera trabajar durante gran parte de la jornada con luz natural. En su momento fue toda una revolución en la arquitectura industrial de la zona», resalta Etxaniz. Quizá por ello ya hay quien plantea encajar el futuro edificio del Guggenheim preservando algunos de los elementos existentes.
En pleno apogeo del sector cubertero, llegaron las ampliaciones de la fábrica, con la construcción de otro pabellón contiguo dedicado a cuchillería y oficinas. Eran los años de gloria de la firma. Sus cubiertos estaban en hoteles y restaurantes de todo el mundo e incluso lanzaron los modelos 'Guernica' y 'Picasso', «que aquí no tuvieron mucho éxito en un primer momento, pero que se vendieron muy bien en Nueva York», recuerda Etxaniz.
Sin embargo, a partir de 1977 el sector entró en crisis y ya no consiguió remontar el vuelo. En 2007, la Diputación, en un último intento por relanzar el sector en Bizkaia, adquirió los terrenos en los que se asentaba Dalia por un montante global de 19 millones de euros y ese dinero se destinó a la puesta en marcha de una nueva planta de fabricación de menaje también en Gernika, con la fusión de las dos empresas existentes en ese momento Jypsa (Dalia) y Malta. Desde entonces, las instalaciones en las que iría el futuro Guggenheim Gernika permanecen cerradas a cal y canto.
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