Santo Tomás era el día en el que había que pagar las rentas anuales de las tierras y los caseríos. Entonces, los baserritarras no tenían más remedio que vender lo mejor que tenían para afrontar sus obligaciones. Había quien vivía la jornada con angustia, ... porque «si no obtenías lo suficiente te echaban a la calle», recuerda aún hoy un baserritarra. Sigue siendo una jornada de duro trabajo para los productores y los agricultores vizcaínos, afectados por las inclemencias del tiempo, además de por la subida generalizada del coste de la vida, que llegó al 3,2% interanual en noviembre.
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Por eso, la 74 edición de la feria se ha celebrado también con precios algo más elevados que el año pasado. «Nosotros no los subimos este día, son los mismos de todo el año. La gente no valora en su justa medida el producto de la huerta y eso que trabajamos seis días a la semana. Si lo ven caro, no te compran», reivindicaba Loly Alonso desde el puesto de agricultura social La Rotura de Balmaseda.
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Los baserritarras vendieron kiwis vascos desde 2,2 euros el kilo, calabazas enormes por entre 2,4 y 2,9 el kilo, puerros con buena pinta, (a unos cinco euros la docena) o cebollas y alubias como joyas desde 16 euros. La piparra de Lezama se vendía a 10 y a 2,5 el cucurucho. El tarro de La Gilda del Norte, con 15 unidades, causaba furor porque siempre son la pareja ideal de cualquier vino. «Ahora que se acerca la Navidad, la gente está como loca por las gildas», explicaban las chicas que atendían el puesto. Los bocadillos de chorizo, panceta, lomo o txistorra, mientras, podían encontrarse desde los seis euros.
Uno de los productos estrella y de los artículos más demandados y tradicionales, el talo con chorizo, - hay quien acude solo para comerse uno de estos manjares regado con un txakoli-que en 2019 se vendía por cinco y el año pasado desde seis costaba al menos 6,5 euros en la mayoría de las txosnas situadas junto a los Tinglados.
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Carlos Benito
Había también de morcilla, bacon y hasta chocolate. O ecológico y vegano por 7, uno más si se le añadía queso. La harina de maíz, indispensable para su elaboración, se vendía el año pasado por cinco euros el kilo y ayer, por uno más. El chorizo artesano costaba 22 el kilo, también uno más que el año pasado, aunque había ofertas. Y porsupuesto, se podía también adquirir lomo artesano, panceta, chistorra o morcilla. Las bebidas espirituosas aguantaron el chaparrón y se comercializaron a buenos precios.
La cerveza artesanal se hizo un hueco en la feria, aunque siguieron reinando la sidra y el txakoli: la botella de sidra costaba 4 euros, más si era ecológica, mientras que los productores vendían por entre seis y trece euros la de caldo de uva. Entre los quesos que hacían salivar al paseante había de cabra artesano por 19 euros el kilo, aunque el de denominación de origen Idiazabal despertaba pasiones. Varios productores los comercializaron por entre 23 y 26 euros el kilogramo.
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