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«A veces estás con un hombre solo por no acabar en la calle. He salido con uno que me sacaba 25 años para evitarlo. No me gustaba nada, pero mi hija y yo necesitábamos estar bajo un techo», admite Fátima. «Yo es que me ... muero de miedo en la calle. Veo llegar la noche y no podría». Pasaron con él unos tres meses. «Lo dejé porque te sientes muy sucia. Y te preguntas pero por qué tengo que aguantar yo esto». Cuando aquello acabó, fueron al albergue, pero tuvo que separarse de su hija, que vive en un piso del servicio de infancia.
También Desirée pasó cuatro años con «un hombre que me trató muy mal» para evitar vivir al raso. «Al final, pedí que me ingresaran en el psiquiátrico. Necesitaba ayuda, estaba fatal», relata. «Antes de que veamos a las mujeres en la calle, ellas ya están sin un hogar. Aguantan situaciones muy graves por no salir. De una casa a otra, en relaciones muy duras. Influyen los hijos», valora Gorbeña. Otra de las técnicas de Bizitegi, Leire, aporta un enfoque diferente. «Quizá deberíamos preguntarnos por qué no hay más mujeres en la calle cuando la tasa de desempleo es más alta en ellas, también la pobreza y la exclusión». El 'Estudio sobre la realidad de las mujeres en situación de exclusión residencial', del Gobierno vasco, constata «la relevancia de la rupturas de pareja, la violencia machista y los problemas familiares» entre las causas específicas que les llevan a la calle a ellas mientras en los varones son «más estructurales». También incluye testimonios de los técnicos que revelan que algunas «duermen con hombres o recurren a la prostitución» para evitar pasar la noche en un cajero.
«Cuando estaba en la calle, muchas veces me intentaron ayudar y dije que no. Me han hecho daño tantas veces. Tienes miedo, te vuelves desconfiada. Es como un muro», cuenta Desirée. Cuando el equipo de Bizitegi detecta su presencia, se intenta acercar a ellos. «Con algunos igual tienes que pasar 20 veces, saludar y marcharte. Hasta que un día la persona te acepta y mantienes una pequeña conversación», retrata Leire. «Algunos no saben que existen comedores». El gran peligro es que «al principio quieren salir a toda costa pero, si el proceso se alarga, porque encontrar trabajo o papeles es difícil, pueden acabar normalizando su situación». A Bizitegi llega gente que ha perdido el norte tras décadas sin hogar. Personas que «no saben meterse en la cama o que no pueden quitarse el calzado, gente muy dañada. La calle borra tus competencias». Por eso remontar el vuelo, como han hecho Desirée y Fátima, tiene tanto valor.
Motivos específicos para ellas Un estudio del Gobierno destaca las rupturas familiares y la violencia machista entre las causas
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