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xabier garmendia
Domingo, 16 de junio 2019
Bizkaia vuelve a exhibir la imagen de ser un territorio políticamente estable, al menos en comparación con otros lugares. Solo así se explica que algún partido cuente con mayoría absoluta en 82 de los 112 ayuntamientos. A diferencia del resto del país, donde la fragmentación ... del voto en las urnas reivindicó la imperiosa necesidad de alcanzar consensos, aquí solo una treintena de alcaldías ha dependido finalmente de los pactos o, en algún que otro caso paradójico, de la incapacidad para tejer un acuerdo que arrebatara el poder a la fuerza más respaldada en las urnas.
Sin duda, la fórmula más efectiva ha resultado ser nuevamente la suma de PNV y PSE, que han extendido la buena sintonía forjada en el anterior mandato municipal. Un entendimiento al que también han sacado rendimiento a nivel foral y autonómico, y que igualmente puede ser clave para la sesión de investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. La reedición del pacto entre ambas fuerzas aporta certidumbre en 18 de esos 30 ayuntamientos vizcaínos en los que ningún partido pudo cosechar la mitad más uno de los concejales. La formación jeltzale es la principal beneficiada, ya que se quedó con 16 de ellos, mientras que los socialistas se garantizaron los dos únicos municipios en los que repitieron como primera fuerza: Portugalete y Ermua.
En cualquier caso, el escenario no es el mismo en todos esos ayuntamientos, ya que el juego de mayorías y los antecedentes históricos se prestan a la aplicación de diferentes fórmulas. Jeltzales y socialistas compartirán responsabilidades de Gobierno en plazas de primera categoría como la propia capital vizcaína. Juan Mari Aburto y Alfonso Gil rubricaron 'in extremis' la repetición de la coalición en Bilbao, que se había enrevesado porque ambos presentaban sus respectivos incrementos de apoyo para exigir un mayor peso en el Ejecutivo municipal.
En otros lugares, esa coalición se ha tenido que extender más allá porque no era suficiente. El ejemplo más evidente es el de Sopela, donde la plataforma independiente DB-TU decantó la balanza a favor del PNV y obtendrá a cambio un sillón en la Junta de Gobierno local, al igual que el propio PSE. Y ocurre también justamente lo contrario; es decir, que las dos formaciones sumen una sobrada mayoría absoluta, pero que rehúyan de un reparto de carteras. Un caso significativo es el de Barakaldo, que centró una de las mayores disputas en la campaña electoral. Los socialistas, históricamente la fuerza hegemónica en la localidad fabril, se mantendrán al margen, si bien pueden aportar estabilidad a Amaia del Campo.
Los acuerdos le han brindado al PNV hasta cuatro ayuntamientos extra en los que EH Bildu había ganado en las urnas. Además de Alonsotegi y Zaldibar, donde la suma con el PSE le resultaba suficiente, ha recibido el aval de las agrupaciones independientes para provocar un vuelco en otras dos plazas vizcaínas: Dima y Abadiño. Esta última, por si fuera poco, es clave para encabezar la Mancomunidad de Durango. Por el contrario, la formación presidida por Andoni Ortuzar ha experimentado la situación contraria en otras tres localidades: Durango, Galdakao y Zaratamo. Precisamente allí la carambola fue más sorprendente porque los soberanistas se alzaron con la makila pese a haber sido los terceros en los comicios.
En total, la izquierda abertzale ratificó ayer seis alcaldías en las que había ganado por mayoría simple o podía pisarle el poder al partido más votado. Un factor decisivo ha sido el entendimiento con Elkarrekin Podemos, que le ha facilitado el poder de una u otra manera en lugares destacados como son Durango, Elorrio y Galdakao. Ambas formaciones levantan así por primera vez un bloque de izquierdas que aspira a convertirse en una alternativa política estable a la fructífera fórmula PNV-PSE.
La coalición soberanista también ha sabido extender su habitual sintonía con plataformas independientes en pequeños municipios donde estos grupos se erigen en llave para resolver estrechas disputas entre PNV y EH Bildu. Así lo ha demostrado en Arrigorriaga y Zaratamo. Sin embargo, ha sido incapaz de extender esa relación en las mencionadas Abadiño, Dima y Sopela.
30 de los 112 ayuntamientos vizcaínos se repartieron con pactos o por la incapacidad de lograrlos.
7 localidades están gobernadas desde ayer por un partido que no fue la lista más votada en mayo.
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