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Obstáculos. Eso es lo que se encuentran las víctimas de la violencia sexual cuando buscan la tutela de las administraciones, según denuncia Amnistía Internacional, que ha puesto en marcha una campaña especial con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional contra la violencia machista ... . La campaña acaba de arrancar en Bilbao, donde hasta las 14.00 horas se han colocado unas cintas que simbolizan los tres estamentos institucionales a los que se enfrentan las víctimas: los profesionales de la Sanidad, cuando son examinadas, la Policía, cuando realizan la denuncia, y la Justicia, cuando los agresores son juzgados. Hacen que los denunciantes sufran una doble victimización.
Tras la agresión, sufren un «segundo calvario». «Cuestiones como la ropa que llevaba puesta o si había bebido alcohol en el momento de los hechos, parecen desviar la culpa. Que la víctima sea la sospechosa», explica Paloma Arias, miembro de la organización en Bilbao. «Hay ciertas respuestas por parte de las instituciones que las revictimizan en vez de darles reparación o justicia», explica.
El 20 de noviembre, el Auditorio de Kultur Leioa acogerá una charla a las 18.00 horas de Aleida Quintana, denunciante de secuestros, explotación y feminicidios en México, una país donde miles de niñas y mujeres desaparecen cada año víctimas de la trata y de los feminicidios. El día 22, la organización publicará un informe a nivel estatal en el que se analiza la respuesta que dan las instituciones a las denunciantes de agresiones sexuales y que pretenden colocar en el epicentro de la agenda política. Ese mismo día, además, habrá una mesa redonda en la sala Hika Ateneo en la que participarán Iluminada Cambero, del hospital de Galdakao; Lourdes Lorente, del servicio de Atención a las Víctimas en el Gobierno vasco; la abogada y docente universitaria Isabel Abella; y Patricia Martínez, responsable en investigación de la comisaría de la Ertzaintza de Bilbao.
La organización también ha lanzado una campaña de recogida de firmas. «Sufrir una violación es algo que ninguna mujer debería vivir. Pero el trauma no acaba aquí. Continua cuando los prejuicios, los estereotipos y la violencia institucional se ceba con ellas. Un camino lleno de piedras en el que al final, son las víctimas las que son tratadas como culpables», comienza su manifiesto. «No consiento que si mi hija sufre el horror de ser violada, tenga que escuchar frases como «¿Qué ropa llevabas?». Que si mi pareja, mi hermana o mi amiga sufre una agresión sexual, le digan: aquí no te podemos atender. O que jueces y fiscales traten a las agredidas como agresoras. Que no se crea a las mujeres violadas, que sean ellas las juzgadas y no los violadores», lanza.
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