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Cuando Sergio Buiza Alcorta se hizo sacerdote hace 21 años nunca imaginó que estaba predestinado a cuidar de un rebaño muy especial, las personas sordas y sordo-ciegas de Bizkaia. «'Los ciegos ven, los sordos oyen y los pobres son evangelizados'. Estas palabras de ... Jesús ocupan un sitio en el corazón de todo cristiano y, de forma especial, en las personas sordas. Sin dejar de lado otros problemas, sabemos que la sordera supone un especial obstáculo para la comunicación, es una limitación que no se ve, ni se oye; no llama la atención. Quizá por ello las personas sordas son invisibles en nuestra sociedad y quizá también en nuestra Iglesia», sostiene este sacerdote que iba para arquitecto hasta que la vocación se le cruzó en el camino y que hoy pedirá también a Dios por la salvación de este colectivo con mensajes como 'Te rogamos, óyenos'.
Los sábados Sergio oficia en la catedral de Santiago de Bilbao una misa vespertina (19.00 horas) para quienes se comunican en una gramática de gestos que hablan de superación. Este servicio incluye otras celebraciones; bautizos, comuniones, enlaces matrimoniales, confesiones, funerales y visita a enfermos con problemas de audición. «Viene gente de Llodio, de Barakaldo, de Bermeo, de Getxo... Algunas cogen un tren y un autobús para llegar a la hora, lo que demuestra su compromiso con la fe. Somos una pequeña familia de unas treinta personas cada fin de semana. Los miércoles llevamos a cabo labores de catequesis». ¿Qué diferencia a esta misa de otras? Sergio explica que es una celebración tranquila, más bien silenciosa o, mejor si cabe, muy visual. Él pronuncia las palabras a la vez que efectúa los signos. El auditorio responde a las oraciones con gestos. Cuando este presbítero falta, Sor Elena y Sor Verónica, dos religiosas de las congregaciones bilbaínas Hijas de la Caridad y Siervas de Jesús, le sustituyen. Una de ellas es hija de padres sordos.
Se cuidan los detalles. «Yo mido 1,92 y eso ayuda a que me vean bien. Procuramos que la iluminación no genere sombras en mi rostro y no doy la espalda. Ojo, a veces se da por hecho que todos los sordos leen los labios y no es así», advierte. En las zonas de visibilidad reducida de la catedral hay por lo general pantallas en las que se subtitulan los rezos y el seguimiento de la misa, una medida que facilita el acceso a los sacramentos de los sordos que saben leer y a quienes tienen otros grados de audición. Sergio aclara que a esta eucaristía «acuden también oyentes y turistas. Suelen comentar que en sus lugares de origen no se da esta oportunidad de inclusión».
55.000 personas con diferentes tipos de sordera hay en Euskadi, adquirida o de nacimiento. 4.000 de ellas utilizan la lengua de signos.
Una ceremonia visual: «Mido 1,92 y eso ayuda a que me vean bien. Procuro que la iluminación no haga sombras en mi rostro»
Buiza, de 51 años, es de Kabiezes (Santurtzi). Comenzó su andadura en Arangoiti y en Deusto. «Lo importante es oír por el corazón», dice. Él no tiene ningún problema de audición, ni antecedentes familiares. Llevaba un año de cura cuando se enroló en la llamada Pastoral del Sordo tras la muerte de su antecesor, Emiliano del Campo, y por invitación de quien estaba entonces al frente de la diócesis vasca, Ricardo Blázquez. Llegó a esta encomienda sin conocer ni por asomo la lengua de signos y mucho menos la realidad de estas personas, pero hoy por hoy es el director de la Pastoral del Sordo España, cuyo responsable máximo es el obispo de Huelva, José Vilaplana. Como Sergio, hay otros 20 sacerdotes que ofician este tipo de misas, cuatro no oyen. Sergio tiene que ocuparse asimismo de las parroquias de la Zona Minera en connivencia con otro sacerdote. «Además, el obispo me ha encomendado la tarea de asistir a discapacitados físicos e intelectuales», apunta este hombre todoterreno.
No es habitual que los curas reciban reconocimientos públicos, pero el lunes este recibirá uno por su dedicación, el 'Alter Christus de Nueva Evangelización'. El premio llega de parte de Alter Christus, colectivo que apoya a los sacerdotes a través de ejercicios y cursos de reciclaje. «Es una motivación más, la verdad que sí. Cuando empecé creí que me iba a superar, pero asistiendo a cursos fui perdiendo la torpeza. Al principio metía la pata en algún gesto y veía alguna cara crispada», explica. ¿Son las personas sordas particularmente religiosas? Buiza indica que «el problema de la evangelización es el mismo en el mundo sordo que en el de los oyentes. Aquí también los hay con más o menos fe, que es lo que al final impulsa a la persona a asistir a las eucaristías. Pero entre los que creen sí percibo una hondura diferente».
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