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Hoy hace un mes que entró en vigor la limitación de 30 kilómetros por hora en todas las calles de Bilbao. Media ciudad -quizás más- se echaba las manos a la cabeza. Había argumentos pseudocientíficos que presagiaban un aumento de la polución, un caos ... circulatorio, más ruido... ¿Y qué ha ocurrido? Pues no se sabe muy bien. El Ayuntamiento no ha hecho aún un balance porque dice que necesita más tiempo para estudiar los distintos indicadores, para comparar periodos temporales equiparables con un mínimo rigor científico. Así que el área de Movilidad y Sostenibilidad, sin esos datos en la mano, prefiere no hacer valoraciones sobre estos treinta días en los que la ciudad se ha estrenado como la única urbe mayor de 300.000 habitantes con el tráfico pacificado a 30.
Pero si se atiende a lo que perciben los sectores que se preveían más damnificados, la cosa no ha sido para tanto. Hablamos de taxistas, repartidores y autobuseros, quienes más amenazada veían su actividad diaria. No han notado el desastre que algunos auguraban. También es cierto que hay una sensación bastante extendida de que la laxitud de las autoridades, su tolerancia ante excesos de velocidad poco escandalosos, ha hecho que la situación no haya cambiado tanto como esperaban.
taxistas
«No, no ha sido tan terrible», valora Borja Mussons, presidente de los taxistas vascos. Y hace el razonamiento mencionado: «Tampoco han estado sancionando, así que la gente respeta la limitación a medias». Al menos, hasta esta semana, periodo temporal en el que se desarrolla la tradicional campaña anual de control de velocidad en la ciudad. «Ahora sí anda la gente algo más con pies de plomo».
Todo esto no significa que los conductores ignoren por completo la nueva regulación y por eso «sí hemos recibido quejas de usuarios que le protestan al taxista por ir tan despacio, o por tardar más tiempo que antes a la hora de ir a recoger a la gente». En su día los profesionales del volante también habían advertido de que los taxímetros utilizaban distintos criterios para tarifar por encima y por debajo de los 30 por hora. Así que el límite de velocidad actual implicaría ir por debajo de esa velocidad casi todo el tiempo y, por lo tanto, un precio diferente. ¿Qué ha sido de esto? «Como mayoritariamente no se circula a 30, sino a 35 ó 40, no se ha notado».
repartidores
Entre los repartidores la sensación es parecida. Javier Martínez, director de CLN (Centro Logístico del Norte), empresa dedicada a esta actividad, temía hace un mes que hubiese que reducir el número de repartos por Bilbao. Pero parece que no. «Los primeros días sí fueron duros porque la gente iba a 30. Luego se alivió la tensión y no ha sido tan gravoso». Eso sí, «cuando se pongan serios con los radares será cuando veamos la magnitud del problema».
autobuseros
Por último, José Fernández, chófer de Bilbobus, miembro del comité de empresa y representante del sindicato mayoritario, UGT, ha apreciado ciertos inconvenientes, aunque han sido los previstos. En líneas que transitan por grandes avenidas como Montevideo o Zumalacárregui «ha habido que sacar algún refuerzo» cuando los vehículos acumulaban cierto retraso. Pero se ha hecho de tal manera que «los usuarios no notasen nada».
«Tras un mes desde la implantación de la medida, es momento de conocer los primeros datos objetivos», dice la portavoz de Elkarrekin Podemos en el Ayuntamiento de Bilbao. Por eso, Ana Viñals ha pedido la comparecencia de Alfonso Gil, concejal de Movilidad y Sostenibilidad, para dar cuenta de la marcha de la medida. «No es momento de demagogias ni de ocurrencias infundadas», sino de extraer «conclusiones fiables a partir de datos empíricos».
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