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El domingo 27 de octubre de 2013 este periódico hacía cálculos y concluía que, al paso al que iban las obras, el tren de alta ... velocidad (TAV) no llegaría a Euskadi hasta 2022. Entonces, el plan era que estuviese en marcha en 2018. Así que aquella información le sentó muy mal a las administraciones competentes y en especial a algunos de los políticos involucrados que, ofendidísimos, desmintieron con énfasis la noticia. También es cierto que ya entonces nadie les hacía mucho caso porque la trayectoria de la 'Y' vasca era una sucesión de desengaños que se habían convertido en rutinarios. A finales de los años 80 del siglo pasado se preveía tenerla en funcionamiento para 2002. A partir de ahí, el desastre.
Seguimos igual. Tras otro retraso, la última previsión sitúa la entrada en servicio de esta infraestructura para después de 2027. Y lo peor de todo es que tras décadas de chascos periódicamente dosificados, pocos son los que se creen que esa fecha sea la buena, la definitiva. Es un efecto colateral de tantos incumplimientos: la desconfianza justificada y una especie de insensibilidad resignada ante el escándalo, la pifia sostenida en el tiempo. La calamidad gana en dimensión si se analiza por el lado del coste: el Gobierno vasco en el ramal guipuzcoano ha invertido ya casi 1.800 millones de euros. Adif, que se encarga de los ramales alavés y vizcaíno, se ha gastado 1.923 a fecha del pasado 28 de febrero, según confirman fuentes del gestor de infraestructuras ferroviarias. En total, más que el equivalente al Presupuesto del Ayuntamiento de Bilbao de seis años.
Iñaki Garcinuño | Presidente Cebek
Pero hay que mirar al futuro. Y no pinta bien porque con el nuevo retraso Bilbao queda en una situación delicada. Hay que tener en cuenta que el TAV es un elemento de competitividad enorme para un territorio a la hora de atraer empresas, turismo, inversiones... Pues bien, próximamente, cuando remita la crisis económica y sanitaria y comience la recuperación, que algún día llegará, va a haber una lucha encarnizada entre ciudades por ganar protagonismo. Y en esa pugna la capital de Bizkaia no va a tener el activo de la alta velocidad con el que ya cuentan más de una veintena de capitales españolas. Algunas, competidoras directas como Málaga o Zaragoza; otras de mucha menor dimensión como Cuenca o Albacete. De hecho, las únicas comunidades que aún no tienen ni un kilómetro de alta velocidad son Euskadi, Navarra, Cantabria, Asturias y Extremadura.
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«Es una infraestructura fundamental desde el punto de vista del desarrollo territorial, la cohesión y el desarrollo económico», certifica Iñaki Garcinuño, presidente de la patronal vizcaína Cebek. Su ausencia se va a notar «cuando más se necesita, que será en la salida de la crisis». Los empresarios están muy enfadados con la dinámica que lleva la 'Y' vasca y no se andan con matices ni sutilezas. «Las empresas son las protagonistas del desarrollo económico», recuerda, y han recibido como «una malísima noticia» el retraso hasta 2027. Lo peor es que esa malísima noticia «persiste en el tiempo» en lo que Garcinuño califica como una «dejación de funciones» por parte de la Administración y una clara «falta de compromiso con este territorio» del Gobierno central. No apunta hacia siglas políticas porque después de décadas de indolencia los culpables están en todos lados. También aquí, con el acoso terrorista durante mucho tiempo y luego «con las políticas de EH Bildu que han tratado de frenar el proyecto cuando han podido». En especial, desde los ayuntamientos.
Pero sobre todo el presidente de la patronal apunta el agravio comparativo que supone el hecho de que «en Sevilla lleve 29 años funcionando» y que en Euskadi, «una comunidad autónoma con un desarrollo industrial potente», no tenga una infraestructura «que sí hay en zonas donde incluso se cuestiona si es necesaria. Es una situación vergonzosa».
Roberto San Salvador | Deusto Cities Lab
Lo peor es que de cara al futuro «no contamos con un instrumento que los inversores, tanto nacionales como internacionales, valoran». La alta velocidad ferroviaria no sólo estimula el turismo, también «los contactos comerciales y económicos, así que no tenerla, nos penaliza». «El daño económico es grande y continuo», sobre todo cuando «Euskadi debería recuperar un peso económico que está perdiendo» en el conjunto del país.
También da la voz de alarma Roberto San Salvador del Valle, director de la cátedra Deusto Cities Lab. Lo primero es tener en cuenta que «lo que no avanza, retrocede», porque el entorno sí mejora y quien no lo hace se queda atrás. Este experto en desarrollo urbano apunta que la grandeza de Bilbao le viene dada en buena medida, y desde su creación hace más de siete siglos, por su papel relevante en el Eje Atlántico, en ese arco en el que comparten espacio «el norte de la Península, la costa francesa, incluso Reino Unido». El mar tiene un protagonismo importante, pero también por tierra «estamos en el eje natural que une Bruselas, París, Madrid y Lisboa», y es esto «lo que se refuerza con el tren de alta velocidad».
Xabier Arruza | Urban&Cities Design
Al menos, lo que se reforzaría si existiese. «Cada año que se retrasa, el Eje Mediterráneo gana peso, y el Atlántico lo pierde». San Salvador se refiere a las rutas que atraviesan la península por el centro y fluyen por Valencia y Barcelona para entrar en Francia y, de ahí, a Europa. Son flujos de mercancías, pero «también de personas y de conocimiento, porque la conectividad es muy importante para todo ello». Recuerda en este sentido a las calzadas romanas, que potenciaban las poblaciones por donde pasaban y condenaban al ostracismo a las que quedaban lejos. Pues lo del TAV es una cosa parecida.
En un nivel más doméstico la ausencia de una conexión ferroviaria de alta velocidad frustra la potenciación de la «Euskal Hiria de la que hablaba Bernardo Atxaga, que es muy importante para poner en valor los flujos económicos, sociales y culturales entre las tres capitales vascas». Se trataría de que funcionasen como un gran entorno metropolitano. «Que el BEC pudiese ser el gran espacio de eventos de la metrópoli vasca, que los aeropuertos tengan otra distribución, que no haya que replicar tres veces espectáculos culturales en las tres capitales...».
Para Xabier Arruza, coordinador de Bilbao Urban & Cities Design, una asociación y laboratorio de ideas sobre estrategias urbanas, lo peor es que nos perdemos la conexión con el norte. Con Francia. Y de ahí al resto de capitales europeas. Además, a su juicio una conexión ferroviaria de alta velocidad es una baza también para atraer y retener talento. Recuerda que cuando el TAV llegó a Burdeos mucha gente de París se mudó a esa ciudad, en la que Bilbao ve un modelo en muchos sentidos (regeneración en torno a un cauce fluvial, desarrollo como ciudad universitaria...). «No creo que el fenómeno fuese igual entre Bilbao y Madrid», matiza. Pero sí serviría para contener la marcha de profesionales locales a la capital. Y, especialmente, para atraer el turismo tanto europeo como español, y tanto de ocio como de negocio. No hay que olvidar que antes de que el virus lo arrasase todo Bilbao luchaba por ganar protagonismo en el sector MICE, el de los congresos y convenciones donde se juntaba tanta gente. Cuando puedan volver a juntarse, habrá muchos que no vengan a Bilbao porque seguirá sin haber TAV.
3.700 millones de euros es la cantidad de dinero que se ha gastado ya en la obra del TAV. El Gobierno vasco, que tiene la encomienda de gestión en el ramal guipuzcoano y que luego salda cuentas con el Estado vía Cupo, ya ha invertido 1.800 millones. El administrador de infraestructuras ferroviarias estatal (Adif), ha puesto 1.923 millones en los ramales vizcaíno y alavés. El coste total de la infraestructura rondará los 5.000 millones.
No ha mostrado nunca dudas Juan Mari Aburto sobre la importancia crucial de la llegada del TAV. «Este es un proyecto que mejorará, sin duda, la competitividad de Bilbao y Bizkaia». Así que para el alcalde va siendo hora de aclarar el panorama. «Es necesario definir pronto el compromiso para la financiación y la herramienta de gestión, así como los aprovechamientos urbanísticos» de los suelos que se generen tras el soterramiento. «Bilbao sigue apostando por terminar con la trinchera ferroviaria. Necesitamos aprobar cuanto antes una calendarización de los trabajos pendientes para llevar adelante este gran proyecto».
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