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Resulta fácil imaginárselo, barruntando cómo decírselo a sus padres. Durante semanas, quizá meses. En casa, en clase, con los amigos, su mente siempre sopesando. Y ... cuando por fin se armó del valor suficiente, la reacción recibida fue lo más parecido a un infierno. Su padre presuntamente le atizó con un palo. Su madre está acusada de amenazarle con clavarle un cuchillo. ¿El gran pecado?Confesarles su homosexualidad.
El agredido tiene sólo 16 años. Hace escasos días, según ha sabido EL CORREO, agentes de la Ertzaintza le rescataron de su domicilio paterno, una vivienda de alquiler social de Vitoria. Presentaba marcas por todo el cuerpo y tiritaba de miedo. Toda la familia es de origen paquistaní. El adolescente apenas lleva un lustro en la capital alavesa.
Lo que sorprendió a los policías, y más tarde al personal del Palacio de Justicia, es la absoluta falta de arrepentimiento de los progenitores. «Le preferimos muerto», subrayaron en un momento dado. Ratificaron ese pensamiento en sede judicial.
Por esa razón, el Juzgado de Instrucción número 2, sala que lleva la causa, les retiró de inmediato la custodia del chico. Ha sido derivado a la Diputación alavesa, donde deberán buscarle una oportunidad de vida normalizada. Como mínimo hasta que alcance la mayoría de edad.
Su padre, el que más tiempo acumula en Vitoria, llegó en 2005. Más tarde se estableció su pareja. Cuentan con cuatro hijos y la víctima –quien nació en Pakistán– es el mayor. Todos están escolarizados sin mayores incidencias. Los progenitores supuestamente son «unos vecinos más, no llaman la atención», refiere un residente del mismo bloque. Fuentes policiales sospechan sin embargo que «no es la primera vez que le pegan», aunque no existen pruebas concluyentes.
Tal vez el hecho de que en el país asiático la homosexualidad se persiga, haya pesado más que los casi quince años de integración en Vitoria de los miembros adultos de esta familia. «Los padres no lo entienden, los sentimientos de su hijo les parecen una vergüenza y una aberración», deslizan fuentes conocedoras del delicado caso. El progenitor, nacido a principios de la década de los setenta, ha tenido varias ocupaciones y ha regentado su propio negocio, en el que trabajaba de cara al público.
No se recuerda en Euskadi un asunto de esta índole. En el resto de España sí han saltado a la luz algunos casos. Según el último informe mundial de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (cuyas siglas son ILGA), Pakistán es uno de los estados más represivos. «La mayor amenaza» procede de las propias familias, que por la vía violenta intentan cortar cualquier atisbo de homosexualidad. Esto conlleva un número indeterminado de homicidios «para preservar el honor».
En España lo que se persigue es la homofobia, el odio a los homosexuales. Por esa razón, tanto el padre como la madre se exponen ahora a duros cargos. Por un lado, el progenitor ha sido acusado formalmente de maltrato en el ámbito familiar. El chaval necesitó de atención médica, aparte de que sus heridas fueron acreditadas por los forenses .
La madre, por su parte, ha sido incriminada por un delito de amenazas con arma blanca. Pero a este altercado le queda una tercera pata. Ambos adultos tienen serias opciones de responder en un futuro juicio por un delito de odio, agravado además por su relación de superioridad con su vástago.
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