La sobrepoblación que registraron los montes vascos en los meses posteriores al confinamiento domiciliario se tradujo en un aumento de los rescates de montaña. Entonces, en 2020, fueron 386 las llamadas de auxilio que recibió el Servicio de Emergencias del Gobierno vasco en Bizkaia. Un ... 32% más que el año anterior, pese a que varios de estos meses los pasamos encerrados en nuestros domicilios-
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Esta cifra, en cambio, se ha ido reduciendo conforme han pasado los años. Según muestran los datos aportados desde la Unidas de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza, las actuaciones en montaña ya han regresado a números previos a la pandemia. En 2021 fueron 304 las operaciones que realizó la policía autonómica en Euskadi. En 2022, en cambio, esa cantidad ya bajó a 255. Y la cifra de septiembre de 2023, la última fecha de la que se tienen datos, confirmaba la tendencia decrecientie, al haberse realizado 168 operaciones de salvamento en los montes vascos. Menos que el acumulado de los años anteriores.
Según explica Pablo Izagirre, jefe de la sección de Montaña de la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Ertzaintza, junio y septiembre son los meses en los que tienen más trabajo. A nadie se le escapa que el buen tiempo de estas fechas anima a miles de vizcaínos a visitar sus macizos. ¿Pero entonces qué ocurre en otros meses de verano? Izagirre lo tiene claro: «En julio y agosto quienes habitúan a subir montes en Euskadi marchan a Picos de Europa, Pirineos o al extranjero».
La cantidad de factores que pueden exponer a alguien a peligros en la montaña son infinitos. Si bien parece evidente que una nevada copiosa como la que se registró en el invierno de 2021 se traduce en una mayor movilización de los cuerpos de seguridad (realizaron 40 salidas aquel enero), Izagirre explica que detalles que pueden parecer insignificantes como una buena temporada de setas derivan en un aumento de la carga de trabajo de las unidades de rescate.
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En líneas generales, las tipología de los rescates no ha variado en los últimos años. Los más habituales son los que ocurren en entornos que no son senderos. «Lo más normal es que nos encontremos con patinazos y caídas, aunque cada vez son más recurrentes los ligados a actividades deportivas», dice Izagirre. Los derivados de actividades como la espeleología, el barranquismo o el parapente cada vez son más normales. «El año pasados nos encontramos con intervenciones a personas que suben con bicicleta eléctrica al monte», añade.
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