La Remolona, una degustación o un bar de copas pesadilla de los vecinos

La licencia les permitía abrir los fines de semana de invierno hasta las dos y media de la mañana, y media hora más tarde en verano, «aunque no hemos aguantado hasta esa hora. Cerrábamos a las once y media o doce, salvo el día de la inauguración y con el derby Athletic-Real», asegura Leire Rodríguez, una de las socias. Casi desde el primer momento han tenido problemas con los vecinos de arriba, que se quejan del exceso de ruido. «Esto no es un bar de noche, sino una degustación. No somos el Moma, no ponemos música y nuestros clientes son gente mayor», se defienden. «Estamos pared con pared. Es como si en el piso de abajo invitaran a 17 personas a desayunar, comer y cenar cada día. Escuchamos las conversaciones», dice la pareja, que vive con su hija, menor de edad.

Los hosteleros creen que el Ayuntamiento «da más credibilidad a un vecino que a los negocios». A raíz de una medición realizada el pasado 8 de octubre, precisamente el día del derby, de la que «no nos avisaron» y en la que el policía se equivocó al poner la hora, el Ayuntamiento les impuso una restricción horaria y posteriormente, decretó su cierre indefinido como medida cautelar. «Hemos tenido que echar a los cinco empleados. No llevábamos ni un año abiertos. Es una condena a muerte», lamentan.

Al cabo de tres meses y medio con la persiana bajada y tras un acuerdo con el Consistorio, pudieron reabrir el pasado mes de mayo con horario diurno, de ocho de la mañana a diez de la noche. «No nos dejan ni la media hora de cortesía. Tenemos que barrer, rellenar la nevera y hacer caja con los clientes en el local», lamentan. «Hemos tenido cinco patrullas de los municipales, que venían de Zorroza y San Francisco, cada noche como si estuviéramos asesinando a alguien. Nos ha perjudicado a la imagen».

Para los vecinos, «el problema es el Ayuntamiento. Es demasiado flojo y le tiemblan las piernas. Ese bar debería estar cerrado porque incumple la normativa». El establecimiento no está insonorizado y le han retirado la licencia para colocar una terraza. Los socios aseguran que están «dispuestos a solucionarlo, pero el vecino no nos deja entrar a medir y sin eso no te garantizan el aislamiento». Por su parte, el matrimonio que reside arriba sostiene que ha consultado con los técnicos y que les han asegurado que «no es necesario» que un técnico entre en casa para instalar el boxing-box. «No nos fiamos», confiesan.

Los del bar creen contar con el apoyo de algunos vecinos, pero la pareja afectada también dice que la comunidad les respalda. La situación se ha enquistado y está pendiente de la resolución de los jueces. Los gerentes de La Remolona han llevado al Ayuntamiento a los tribunales y estos vecinos se han presentado como perjudicados en el litigio. Mientras los hosteleros denuncian un «grave perjuicio económico» que podría abocarles al cierre al no poder abrir más allá de las diez de la noche, los residentes sostienen que su vida se ha convertido en un «infierno». Para colmo, en la madrugada del pasado viernes «nos intentaron robar. Los ladrones trataron de tirar la puerta abajo a patadas a las cinco de la mañana cuando en la calle había un silencio sepulcral, y los vecinos ni se enteraron», se quejan.