«Rebeca amanecía golpeada, le prohibió salir y hasta trabajar», relata una compañera de piso

». Era «muy celoso» y «cuando bebía, enloquecía. Iba al bar y rompía todas las botellas»

Lunes, 8 de abril 2024, 20:40

El testimonio de Claudia, que declaró por videoconferencia desde Colombia, resultó estremecedor. Compartió piso de alquiler con Rebeca y Leonel durante «siete u ocho meses», en los que presenció continuos episodios de violencia en la pareja. «Nunca vi que la manoteara, pero escuchábamos gritos, lloros ... y que le pedía que no la maltratara en el cuarto. Luego, amanecía golpeada y se tapaba la cara. Tenía una mano mal por los golpes que le daba él». Sin embargo, Rebeca nunca le denunció porque «le tenía pánico». La amiga de la víctima le describe como un hombre «serio y de pocas palabras». Era «muy celoso» y «cuando bebía, enloquecía. Iba al bar y rompía todas las botellas». «Ella no podía saludar ni hablar con nadie porque se la comía con la mirada».

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«Me ha prometido cambiar»

Según la mujer, Leo había llegado a «prohibirle trabajar donde una señora mayor a la que cuidaba. Estuvo un mes sin salir porqué él no la dejaba. La llamaba continuamente para controlarla». Cuando Claudia le advertía de que «al final iba a matarla», que no se lo permitiera, ella le justificaba: «Me ha prometido que va a cambiar», decía. La vecina de piso también vio cómo le rompió el móvil «dos o tres veces». Pese a que «le puso el bar para que trabajara y se trajera a su hija y a su nieta, él le cogía el dinero de las ganancias». En cuanto terminaba su jornada laboral como fontanero, iba al bar y «estaba con ella hasta que cerraba, a las dos o tres de la mañana».

El jurado escuchó también este lunes a Aracely, hija de Rebeca, y a Fredy, el esposo, desde Bolivia. «No quería que se comunicara conmigo, que soy su hija». La mujer emigró a España cuando tenía cinco años y estuvieron un tiempo distanciadas «porque mi sueño era que volviera para hacer una familia». El hombre recordó un episodio en el que Leonel cogió el móvil de Rebeca y haciéndose pasar por ella le envió un mensaje para que no volviera a llamarla. Tres semanas antes del crimen, la empujó en el bar y se abrió una gran brecha en la cabeza.

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