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Virginia, de 62 años, llegó a Bilbao hace dos décadas desde Bolivia. Nunca le ha faltado trabajo, pero tampoco apuros económicos. Está de baja tras ser intervenida de una rodilla, aunque tiene un empleo a media jornada, y entre la hipoteca, la alimentación y otros ... gastos básicos, no siempre le da para llegar a fin de mes. La primera vez que recurrió a Cruz Roja fue hace seis años, para poder comer, y la relación con la organización se ha mantenido en el tiempo, con períodos en los que ha necesitado apoyo y otros en los que no. El pasado diciembre tocó la puerta de nuevo porque su situación era insostenible pese a contar con ingresos por su trabajo.
«Me han sacado a flote, porque me estaba quitando de comer para pagar las facturas», asegura agradecida. La ayudaron a asumir los recibos y con alimentos, y también a que su vivienda, una VPO que adquirió hace unos años, sea más eficiente y no se le disparen los gastos. Desde la entidad social le cambiaron la salida de gas, la cocina y el horno. «Eran muy viejos. Este programa me ha venido muy bien, porque ahora tengo la vitrocerámica, el horno nuevo, y me lo han dejado bien instalado», destaca.
Eso ha contribuido a que «las facturas se reduzcan bastante», porque, además, «me dijeron que me inscribiera en Iberdrola en un apartado de bajos recursos». Ahora abona de luz «diez o doce euros al mes», frente a «los 75 u 85» de antes. Y, el recibo del gas, se queda en «46 euros más o menos, cuando antes pagaba entre 100 y 110». «Con la baja mi situación no es buena porque no gano lo que ganaba antes, pero sigo adelante y puedo hacer frente a los gastos».
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