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Mirari Artime
Miércoles, 6 de marzo 2024, 00:57
La doctora Ruth Torre pasará su última consulta en Ibarrangelu y Elantxobe el próximo miércoles. La médica, que vive con su familia en Forua, a pocos kilómetros de Gernika y de su puesto de trabajo, tiene que incorporarse al ambulatorio de Galdakao para ocupar la ... plaza que logró en una OPE (2018-2019) en el que no se ofertó como destino el de los pequeños enclaves de Busturialdea, que Osakidetza cubre de manera simultánea.
Emocionada y abrumada por las movilizaciones vecinales para frenar su traslado, asegura que hará todo lo posible para regresar con sus pacientes a los que ya prácticamente conoce por su nombre y apellidos. «En cuanto pueda, volveré», sostiene.
A Ruth le encanta la medicina rural, la gente de los pequeños enclaves, el trato y la cercanía. Atiende en días alternos en los dos municipios que cuentan con 354 habitantes en el caso de Elantxobe y 710 en Ibarrangelu. Y en muchas ocasiones, además de las enfermedades, tiene que hacer de psicóloga y escuchar «para tranquilizarles». A cambio, «son muy agradecidos».
Tanto que el próximo domingo continuarán con las movilizaciones que arrancaron el pasado fin de semana para que su marcha no se haga efectiva. «No vamos a parar, con su forma de ser, su preocupación por nosotros y su actividad diaria nos ha salvado la vida, la queremos y ella a nosotros», recalcan desde la plataforma de ciudadanos que promueve las concentraciones y que cuenta con el respaldo de los alcaldes de las dos localidades; Jesus Mari Ziluaga (Armendu) y Patxi Egurrola (EH Bildu).
Para la facultativa, «después de estar rotando por ahí como adjunta, estos dos años en los que he estado aquí, han sido increíbles». Y ahora «verles en la calle con pancartas, me conmueve, me emociono muchísimo», asegura. «Para mi vale un montón, no tiene precio», indica abrumada. «Intentaré volver, por todos los medios. Si puedo y nadie tiene más puntos, mediante los procesos de movilidad interna, regresaré, seguro», declara.
«La primera vez que vine, que estuvo motivada por una sustitución, sentí que era mi sitio, sabía que quería estar aquí», manifiesta la doctora que tras la experiencia adquirida ahora tiene claro que acertó al elegir ser médico de familia; para cuidar desde abuelos hasta nietos. «Algunas veces estoy en casa y pienso cómo le habrá ido el tratamiento, y entonces llamo al paciente, y viene y revisamos y analizamos. Me sale».
Los vecinos aseguran que «Ruth se empolla los historiales y si te hace falta media hora, la vas a tener», reconoce Iñigo Urkiola en la sala de atención primaria que Osakidetza dispone en el muelle del municipio costero. «Es muy cercana, amable y profesional, se preocupa y eso no se paga con dinero», añade.
Leire Saitua es de la misma opinión. «Por suerte, no he tenido la necesidad de venir en muchas ocasiones, pero a la hora de evaluar un problema de salud tiene en cuenta todo», recalca la vecina de Ibarrangelu. «Si todo el pueblo opina lo mismo, por algo será», indica.
Ruth Torre cree que ella no hace nada diferente a cualquier otro facultativo de atención primaria. «Ellos son muy agradecidos y a la vez valientes, saliendo a la carretera y defendiendo sus ideas», argumenta.
A su juicio, también resulta importante comprender que «son poblaciones que han tenido al mismo médico durante cuarenta años y ahora es normal que quieran mantener una estabilidad a la hora de ser atendidos y contar sus problemas», señala la médica que reconoce los problemas provocados por el déficit de profesionales médicos.
Desde el servicio vasco de salud, por su parte, han detallado que a Ruth Torre le corresponde ocupar su plaza dentro del proceso de estabilización de la plantilla de Osakidetza. Por otra parte, han explicado que «el centro de salud de Ibarrangelu-Elantxobe estará cubierto de forma estable con una persona con plaza que ha anunciado que quiere ejercer su derecho a ocupar ese puesto».
Aunque la doctora no está dispuesta a rendirse, «por los pacientes y porque me da mucha pena, tengo la sensación de que será muy difícil volver», reconoció ayer antes de empezar a despedirse de sus pacientes uno a uno con un cálido y sentido abrazo.
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