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Con salida y llegada en la iglesia de San Vicente, junto a los Jardines de Albia, la procesión del Borriquito, la primera gran cita de ... la Semana Santa bilbaína, se celebró este domingo ante un público numeroso a pesar del mal tiempo. Eso sí, la lluvia acabó empapando los pasos y a los cofrades, y obligó a acelerar la marcha en el último tramo, el del regreso al punto de salida.
El Domingo de Ramos no amaneció con buena pinta en Bilbao. Una llovizna persistente hacía temer lo peor a los miembros de las cofradías de la villa, que ya cargaban con el disgusto de la jornada anterior. El sábado al mediodía el mal tiempo había obligado a la Cofradía de Begoña a recortar la procesión de la Caridad que estaba teniendo lugar por el Barrio de la Cruz. «Por la tarde fue aún peor, pues la intensa lluvia hizo que la Cofradía de la Santa Eucaristía tuviera que suspender la Procesión de la Amargura, que discurre por la Gran Vía e Indautxu», explicaba Javier Diago, portavoz de la Hermandad de Cofradías Penitenciales de la Villa de Bilbao.
Así que este domingo los cofrades de la Pasión no las tenían todas consigo. «La del Borriquito es una procesión muy especial, no porque la organicemos nosotros, que también, sino porque es una de las más populares», explicaban a las puertas de San Vicente los cofrades Inés, Teresa, Celia e Iker –de 16, 15, 16 y 16 años, respectivamente–, con sus hábitos y capirotes puestos, por lo que su juventud solo se hacía notar por sus voces. «Ahora está chispeando, pero creo que no va a ir a más. Saldremos seguro», apuntaba Inés con optimismo.
«Si llueve más habría que cancelar. Las imágenes de los pasos no se pueden mojar, pero es que además nuestros hábitos, los de la Pasión, son de terciopelo negro, se estropearían», explicaban los jóvenes.
Frente a la iglesia, otros dos cofrades de la Pasión, estos descubiertos, confirmaban que «con lluvia, no hay nada que hacer. Hay que proteger las imágenes, que son obras de arte importantes». Estas estaban cubiertas con plásticos, por lo que era difícil saber qué paso era Hosanna –el del Borriquito– y cuál el de Nuestra Señora de Ramos y del Rosario.
Acabó la misa en la iglesia, que estaba abarrotada, y llegó la hora de salida. «Vamos a esperar media hora», avanzó un cofrade que se comunicaba con walkie-talkie con las otras cofradías que se acercaban a San Vicente para unise a la marcha. También empezó a acumularse público en las aceras y jardines, hasta formarse el ambiente habitual en la que es una de las procesiones que más espectadores atrae en Bilbao.
Por fin, a las 12.30, se 'descubrieron' los pasos y arrancó la marcha, que duró casi dos horas y que acabó bajo la lluvia. «Al final sí que hemos acelerado un poco, pero ha merecido la pena», explicaba una cofrade que caminaba descalza. «Tengo los pies helados y sí que se me ha hecho duro al final. Pero también se trata de esto, es un sacrificio personal, que forma parte de tu forma de vivir tu fe. Sé que hay gente que no lo entiende, pero no me importa porque es algo muy profundo que queda entre Dios y yo».
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