El coche de la OTA pasa junto a una plaza libre. Luis Ángel Gómez

Primer día de OTA en Olabeaga: «Ver tantos huecos para aparcar es una maravilla»

La mayoría de los residentes celebra la implantación del servicio, porque «se había superado todo lo que se puede superar», pero también hay quienes apuntan que «no todo es tan bonito» y que los problemas seguirán

Lunes, 1 de julio 2024, 13:40

A las diez y media de esta mañana, en el pequeño párking que hay delante del número 7 del Muelle de Olabeaga, había media docena de coches y quedaba espacio para otros tantos. En el siguiente tramo, de estacionamiento en batería, se veían cuatro plazas ... libres. La curva de arranque de San Nicolás estaba vacía, como para que aparcase allí un tráiler de los más largos, y en el espacio de aparcamiento frente al edificio Soñar se contaban cinco huecos. Y, tal como sugiere el emblemático mural, realmente esas estampas tenían algo de sueño para los residentes, que no están nada acostumbrados a tanto desahogo de vehículos.

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Hoy es el primer día de OTA en la pequeña Noruega bilbaína y el coche que controla el servicio pasa una y otra vez, como para reforzar el efecto de las líneas verdes y demostrar que la cosa va en serio. Está dando vueltas al circuito de este barrio tan cerrado en sí mismo, como tantas veces les ha tocado hacer a los vecinos, condenados a circular por las calles como fieras enjauladas que buscan un hueco. Arantza Goikolea, que pasea al perro Jazz, ha aprovechado para pasar revista a unos cuantos puntos clave y describe muy bien el cambio: «¿Ves todos esos huecos, verdad? Pues eso siempre estaba petado. Hoy tengo un montón de sitio delante de mi casa, cuando normalmente te encontrabas coches unos encima de otros: ¡me he levantado, lo he visto y me he puesto contentísima! Los chavales de Ingenieros venían a las siete a pillar sitio y se quedaban durmiendo un rato en el coche, hasta la hora de clase. Y luego están los partidos del Athletic y cualquier evento que haya en San Mamés, claro, y toda la gente de Luis Briñas que aparcaba aquí toda la semana».

Javier Porta utiliza la máquina de la OTA. Luis Ángel Gómez

La implantación de la OTA es el resultado de una iniciativa de los vecinos, hartos de que la ocupación de los estacionamientos rondase el 100% todo el día. Según los datos del Ayuntamiento, de las 451 plazas en superficie con las que cuenta el barrio, el 80% estaba ocupado por automovilistas de fuera. Hoy, la inmensa mayoría de los 'noruegos' festeja los efectos de la medida, tan inmediatos, tan visibles. «Ahora mismo tenemos el 50% del aparcamiento libre, más o menos. He pasado por la estación de tren y es una maravilla: lo llamaban el párking gratuito de Olabeaga, aparece con ese nombre en internet», detalla José Antonio López, que está a favor del cambio y se ha sacado la tarjeta aunque tiene parcela de garaje, pensando en las veces que viene la hija con su coche. «Se había vuelto imposible. Además, el barrio es lo que es, no hay más, y la única opción era irte hacia otros sitios que también están hasta las cartolas», comenta Josean Arroyo. «Yo no había visto esto así en toda mi vida», resume la joven Cristina Ratia, pasmada al encontrar su coche con hueco por delante y por detrás. «Prefiero pagar que no poder aparcar», sentencia Juan Robles, en referencia a los 48 euros anuales que cuesta el distintivo de residente.

Una foto a las rayas

Todo el mundo parece de acuerdo en que la situación se había vuelto insostenible. «Yo siempre estuve a favor de que la gente pudiese aparcar libremente, pero ya habíamos superado todo lo que se podía superar. Es que a veces no salías por miedo a lo que te ibas a encontrar al volver: ir al supermercado con el coche era una aventura, yo me he llegado a tirar más de una hora buscando hueco», desarrolla Iñaki Pineda, mientras saca compras del maletero. Y Javier Porta es uno de los pocos a los que se ve pagando en la máquina –aunque es del barrio, todavía no ha arreglado el papeleo del segundo coche de la casa–, pero también se manifiesta «muy a favor» de la novedad: «Se había convertido en una locura, porque éramos el único sitio que quedaba sin OTA. Había coches que se quedaban para siempre, ¡teníamos algunos con verdín debajo! Y ahora por fin habrá rotación de aparcamiento. Cuando empezaron a pintar las líneas verdes, les saqué una foto, porque era un acontecimiento».

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Encontrar un vecino crítico lleva un buen rato, y uno empieza a sentirse como esos conductores que daban vueltas y más vueltas sin dar con el anhelado espacio libre. Pero por fin aparece Oinatz González, que expone cuidadosamente sus pegas: «Ahora mismo esto se ve maravilloso, claro, pero estamos a 1 de julio, una fecha curiosa para empezar: es como jugar a la lotería sabiendo de antemano que vas a ganar 50 euros. Yo soy de los que no están de acuerdo. Los días de partido nos va a afectar igual, porque la OTA acaba a las 7 y no funciona los fines de semana. El viernes pasado, a las 11 de la noche, no había sitio para aparcar, porque en el barrio tenemos varios locales de eventos y hay gente que deja aquí el coche para irse a Pozas. No todo es tan bonito, ya veremos después del verano».

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