![Un agente de la Unidad de Tráfico Bizkaia recoge el carné de un conductor que va a soplar. En la foto pequeña, un conductor se somete a un test de drogas.](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/01/13/control-alcoholemia-U1907318954236qD-U2101231579176QwG-758x531@El%20Correo.jpg)
![Un agente de la Unidad de Tráfico Bizkaia recoge el carné de un conductor que va a soplar. En la foto pequeña, un conductor se somete a un test de drogas.](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/01/13/control-alcoholemia-U1907318954236qD-U2101231579176QwG-758x531@El%20Correo.jpg)
«Cuando hay un positivo, quitamos un peligro de la vía»
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EL CORREO acompaña a la Unidad de Tráfico de la Ertzaintza en un control de alcohol y drogas en la A-68 en AretaLa Ertzaintza hace controles de alcoholemia todos los días, salvo cuando la acumulación de accidentes ocupa a todas las patrullas de tráfico. Aunque resulte sorprendente, «cualquier día a cualquier hora» detectan a conductores que han bebido o se han drogado. Sin ir más lejos, «este ... miércoles a media mañana hicimos el narcotest a un camionero y dio positivo por cocaína», revela Javi, suboficial que ejerce como jefe de patrullas de la Unidad de Tráfico Bizkaia. «El propio responsable de la empresa fue el que nos avisó porque sospechaba que el chófer consumía y nos indicó qué ruta iba a seguir. Le localizamos y le paramos», explica el mando.
EL CORREO acompañó ayer a mediodía a un grupo de Tráfico Bizkaia en uno de esos controles de alcoholemia y drogas instalado en la autopista A-68, en el peaje de Areta en dirección a Vitoria. Al tratarse de una vía rápida, exige una señalización más marcada «para que no haya duda y los conductores sepan que es un control y no una pista de aterrizaje». La primera condición para decidir dónde instalar un dispositivo policial se centra en garantizar «la seguridad de los usuarios y de los propios ertzainas». La Unidad de Tráfico ostenta el triste récord de agentes caídos en acto de servicio y heridos graves de toda la Ertzaintza, algunos de ellos arrollados en controles, como un compañero al que un delincuente en fuga y sin carné arrastró en los bajos de una furgoneta robada en una rotonda de Barakaldo en 2009. Impresiona sentir desde el arcén la gran velocidad a la que pasan los vehículos.
Un agente selecciona a los vehículos que van a parar en el control aleatorio. «Cualquiera puede ser sometido al test, pero sobre todo si presenta signos que evidencian que ha podido consumir», advierte el responsable. Suele durar una hora y media y se hace soplar a un mínimo de 20 conductores. «¡Buenos días! Déjeme su carné de conducir si es tan amable», saluda el agente primero Emilio llevándose la mano a la gorra
«La reacción de la gente es pensar que le hemos fastidiado, que le vamos a buscar la ruina. Pero yo hago mi trabajo y un positivo supone quitar un peligro de la carretera y proteger al resto de usuarios». Puede traer al infractor además otras consecuencias que no se suelen tener presentes. «Si has bebido, el seguro no va a hacerse cargo del coste del accidente y si hay lesiones graves o personas fallecidas, a ver cómo haces frente a esa indemnización», advierte el suboficial.
La tasa máxima permitida al volante en la actualidad es de 0,25 miligramos de alcohol por cada litro de aire espirado, 0,15 en el caso de conductores profesionales y noveles. Un menor en una motocicleta no puede ingerir nada de alcohol. Se considera delito a partir de 0,60, pero, según una instrucción de la Fiscalía, no se imputa hasta 0,66 por el margen de error del etilómetro. Antes, los conductores que arrojaban niveles elevados de alcohol eran detenidos, pero la práctica actual pasa por la imputación. Tras un primer test orientativo, si la tasa es positiva se confirma con una prueba de precisión, que será la que se incluya en el atestado. A partir de 0,50, la multa asciende a 1.000 euros y seis puntos de retirada del carné, lo mismo que un positivo por drogas.
La mayor tasa que el mando ha visto es de 1,32, rozando el coma etílico. En esos casos, «la influencia es muy alta y las capacidades están muy mermadas. Cuesta mucho interactuar con ellos porque no se encuentran en condiciones». Muchos reaccionan diciendo «yo controlo, no me afecta. Pero sí les afecta, otra cosa es que no sean conscientes». En cuanto bajan la ventanilla, «el olor delata muchísimo, cómo te miran, la mirada cambia, los movimientos...». Algunos afirman haber bebido «solo un par de cañas, aunque deben de ser baldes».
Los agentes que intervienen en el control han visto a una conductora comiendo hierba en la zona de Artebakarra con la idea equivocada de que eso le bajaría la tasa, correr por el arcén o echarse colonia en la boca después de fumar un porro. Les sigue impactando cuando un hijo tiene que recoger a su padre en plena noche porque ha dado positivo y no puede conducir.
Cristian es uno de los 18 conductores que han tenido que soplar y sacar la lengua para el test de drogas. Reconoce que hace dos días fumó marihuana. «Si hubiera sido anoche, habría dado positivo», le advierte el agente.
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