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Diana Martínez
Viernes, 6 de diciembre 2024, 00:15
En menos de dos semanas (del 1 al 11 de noviembre) se produjeron cinco robos en distintos establecimientos, la mayoría en el mismo entorno, la calle El Crucero de Muskiz. Los autores intentaron colarse en la academia de inglés New Shelter «por varios accesos (varias ... ventanas que quedaron ligeramente dañadas por un forcejeo que no tuvo éxito) hasta que consiguieron romper el panel de la puerta trasera», explica a EL CORREO su responsable, Gema Etxebarria. Tras revolver el lugar, lograron agenciarse «tres portátiles –uno de ellos recién adquirido– y una tablet».
Frente a la academia, el bar llamado 5.30 también sufrió el saqueo de una cesta de Navidad, con jamón y todo. A escasos metros robaron en una frutería una televisión, un datáfono y un teléfono. En la misma calle, los autores intentaron forzar una tienda de móviles, «pero no lo consiguieron, tengo hierros fuertes en las ventanas», comenta a este diario Wasim, a cargo del establecimiento.
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En este mismo barrio, con la comisaría de la Ertzaintza a pocos metros de distancia, los autores también allanaron un centro de AEK, donde según el atestado policial se llevaron «dos ordenadores y una televisión». El 10 de noviembre se alejaron de esta zona caliente y se dirigieron a Pobeña, donde robaron en el bar Ibai-Alde «sobre las 4.45 de la mañana», relata el jefe del local hostelero, Xabier Zabalo. «Rompieron la ventana principal de la fachada, me reventaron la máquina tragaperras y el bote de los camareros». En total, se llevaron «800 euros».
Este aumento de la inseguridad en Muskiz ha llevado al alcalde, Eduardo Briones (PSE), a enviar una carta al juez decano de Barakaldo para intentar poner fin a los robos y actos incívicos. Según señala en la misiva, a la que ha tenido acceso EL CORREO, la localidad viene sufriendo «en las últimas dos semanas una serie de incidentes protagonizados por un número muy reducido de varones jóvenes de nacionalidad marroquí, con pasado o presente en el centro de menores de Sopuerta, que está generando una alarma social en el municipio y un pequeño conato de 'rebelión popular' a través de una respuesta ciudadana mediante 'patrullas de vecinos' ante la inacción, según los convocantes, tanto policial como judicial».
El escrito, firmado por el propio alcalde, Eduardo Briones, y el jefe de la Policía Local, incorpora las incidencias registradas a finales de octubre y primeros de noviembre. Una decena en apenas 18 días y casi siempre con los mismos protagonistas. Robos, hurtos, ocupaciones y molestias a los vecinos son el punto de encuentro de esos atestados que ahora están en manos del juez. En el escrito, el alcalde hace extensiva la sensación de inseguridad al vecino municipio de Abanto-Zierbena y alerta de «bulos» que circulan por las redes sociales y que podrían «multiplicar la problemática» y «llaman a la rebelión ciudadana».
El rosario de incidencias puestas en conocimiento dle juez por el alcalde socialista arranca el último día de octubre. Esa jornada, la guardia urbana fue informada de la presencia de personas durmiendo en el interior de unos baños públicos situados en la plaza de El Crucero, «molestando a la gente que circulaba por la zona (lugar donde a escasos metros existe un parque infantil muy frecuentado por niños)». Los agentes identificaron en el habitáculo a dos jóvenes de 18 y 16 años, que habían «forzado la cadena de entrada».
Ambos manifestaron haber estado internos en el centro de menores de Sopuerta, lugar donde actualmente solo se encuentra el varón de 16 años, dado que el otro autor habría sido expulsado al haber cumplido la mayoría de edad. Tras informar al centro de la presencia del menor en Muskiz, se acercó un monitor para llevárselo de nuevo a las instalaciones de Sopuerta. «Pero esa misma tarde volvió» al enclave minero, dicen.
A partir de ahí, el documento recoge otras incidencias como robos en comercios y locales hosteleros, intentos de ocupaciones, molestias a los transeúntes... En definitiva, un elevado número de robos y hurtos: «Seis en 15 días, cuando el ratio habitual sería de uno cada dos o tres meses». En los atestados policiales se repite continuamente el nombre de «tres jóvenes». Aunque los agentes han contabilizado incidencias en otros puntos de la localidad, la zona caliente ha sido El Crucero, siendo los objetivos varios establecimientos: una academia de inglés, un centro de AEK, una frutería y un bar, así como una vivienda a la que han intentado acceder. En este caso, la Policía asegura que los autores, «una vez puestos en libertad», volvieron al día siguiente a intentar acceder al piso, aunque fueron «ahuyentados por los gritos de varios vecinos». Tan solo cuatro días después insistieron en forzar la misma casa «produciendo varios daños (fractura de ventana y cuadro eléctrico) y el robo de varios enseres».
El regidor socialista ha puesto en conocimiento del juez decano de Barakaldo esta tesitura ya que los agentes hacen su trabajo y «no puede ser que se les identifique y a la media hora estén en la calle», apunta Briones, que también señala preocupante el «lanzamiento de bulos» a través de las redes sociales llamando a la movilización vecinal que podría suponer un «problema de orden público».
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