«Lo de ponernos en toples en el Ayuntamiento fue fruto de la desesperación»

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Hay que considerar que la capacidad de presión de las trabajadoras del SAD es potencialmente enorme, pero insignificante en la práctica. Lo primero es porque en Bilbao atienden a más de 3.400 personas vulnerables, de manera que dejar de ayudarlas tendría consecuencias fatales. Y es precisamente por lo vital de su cometido que «nos han puesto servicios mínimos del 90%», lo que acaba casi neutralizando cualquier medida de presión. «A veces hacemos manifestaciones a las que no puede venir casi nadie porque todo el mundo está trabajando».

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Luis López

Ocurrió ayer. LAB organizó una concentración frente a la Diputación con apenas tres decenas de personas. Su portavoz, Begoña Núñez, reclamó más compromiso a unas empresas que «sólo ofrecen una subida del 3,5% hasta 2025», lo que apenas supone cubrir una tercera parte de la pérdida de poder adquisitivo que han padecido en los últimos años.

Pero lo que también dejó clara esta protesta es la falta de unión sindical. Cada central organiza sus propias movilizaciones. Cuando se les pregunta por la lógica de diluir así los esfuerzos, como contraprogramándose, no acaban de armar un argumento que logre disipar la sospecha de que es por puro cálculo de cara a las elecciones sindicales.