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Olatz Barriuso
Martes, 13 de junio 2017, 13:42
Juan María Atutxa se ha dado este mediodía un baño de emoción y «dignidad» en Sabin Etxea. El expresidente del Parlamento vasco ha comparecido, satisfecho y con la voz entrecortada, para hacer un repaso de sus catorce años de «calvario» y celebrar que, aunque tarde, « ... la verdad se ha impuesto» con la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo que reconoce que el actual presidente de la Fundación Sabino Arana y sus compañeros en la Mesa de la Cámara Gorka Knörr y Kontxi Bilbao no tuvieron un juicio justo cuando fueron condenados por el Supremo en 2008 por negarse a disolver el grupo parlamentario de Sozialista Abertzaleak en 2003. «La dignidad institucional del Parlamento que tuve el honor de presidir no se ha dejado vilipendiar ni pisotear y nuestra dignidad personal tampoco», ha celebrado Atutxa, que ha llegado a la sede central jeltzale con su esposa, y ha recibido aplausos, abrazos y parabienes de unos burukides en algunos casos, como el de Itxaso Atutxa, al borde de las lágrimas. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria, y el alcalde de Bilbao, Juan María Aburto han encabezado la nutrida representación de cargos públicos e internos que han dado la bienvenida a Atutxa en los jardines de Albia, curiosamente elmismo emplazamiento donde arrancó en su día el juicio en el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco.
Atutxa se ha declarado objeto de una «larga injusticia» y de un «brutal atropello y manipulación» inducidos, ha insinuado por motivos políticos y por las «tropelías que se montaron» desde que, en primera instancia, la juez Nekane Bolado decidió archivar el caso. «En los corrillos del Tribunal Superior se escuchaban cosas de las que no tengo constancia documental; conozco los trasfondos pero no tengo pruebas, si las tuviera ya estaría presentando la denuncia ante el juzgado de guardia», ha recalcado, para concluir que lo que se pretendió con la sentencia del Supremo fue «hacer arrodillar a una institución nacida de la voluntad de un pueblo». «Jamás de los jamases lo hubiese admitido; si hoy fuese 2003 quien les habla volvería a hacer lo mismo», ha apostillado.
El líder del EBB ha ido más allá y ha aprovechado para denunciar la «situación de la Justicia» española, a la que ha achacado «politización, arbitrariedad y falta de garantías procesales». Ortuzar ha confiado en que el fallo de Esrtasburgo marque un antes y un después «para que por fin la Justicia y la política se separen en el Estado español». «Hemos recuperado la dignidad de las instituciones vascas», ha concluido.
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