El péndulo
Tonia Etxarri
Jueves, 1 de junio 2017, 02:04
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Tonia Etxarri
Jueves, 1 de junio 2017, 02:04
Le costó lo suyo al Gobierno de Mariano Rajoy. Primero, darse cuenta de que ya no estaba en mayoría y luego ponerse de acuerdo con otros seis partidos políticos para que le apoyaran los Presupuestos. Ha logrado salvar sus cuentas con concesiones al PNV y ... Nueva Canarias, lógicamente, sin necesidad de prorrogarlas. Se puede apuntar un tanto, aunque quizás sea el único de su mandato. Ha pasado el rubicón presupuestario y puede considerar salvada su legislatura. Dependerá de cómo se acuerde la reforma de la financiación autonómica, pero una vez aprobados los Presupuestos del 2017, con proyección de negociación para el 2018 (el PNV llegó a hablar de «quince años de paz fiscal») el presidente del Gobierno central podrá tener cierto alivio al constatar que, al menos, la ley de leyes ha conseguido pasar la prueba del nueve. Pero, a partir de ahí, le esperan unos cuantos sobresaltos y un gran desafío. Para el golpe de mano a la Constitución que pretenden dar los gobernantes nacionalistas de Cataluña sabe que puede contar con el nuevo PSOE de Pedro Sánchez porque así se lo transmitió el propio secretario general de los socialistas.
Pero la sombra de la corrupción no le dará tregua. En las últimas horas, se ha cruzado en su camino el fiscal jefe Anticorrupción, Manuel Moix. Heredó de su padre el 25% de una empresa offshore en Panamá. La declaró a Hacienda estando inactiva, pero no informó de su existencia a sus superiores. Nada ilegal, desde luego. Pero un asunto tan poco ético y estético que en las próximas horas mantendrá una reunión con su jefe, el fiscal general del Estado, Manuel Maza, para decidir su futuro. Si la oposición logra cobrarse la cabeza del fiscal Anticorrupción, y lleva pidiendo su dimisión desde el primer minuto en que fue nombrado hace cuatro meses, qué duda cabe que esta nueva situación dejará al gobierno del PP en una posición de debilidad de cara a todos los procesos que tiene pendientes. Y el péndulo se desplazará hacia la izquierda y el populismo.
La comparecencia ante la comisión del congreso que debe investigar su presunta financiación ilegal ya la daba por amortizada.
Otra cosa será la declaración ante el tribunal de la Audiencia Nacional en la causa de la trama Gürtel. Por mucho que se le haya querido quitar importancia a la forma como se realizará la comparecencia de Mariano Rajoy, en calidad de testigo, el hecho de que sea una declaración presencial, y no por videoconferencia, le resultará perturbador desde el prisma político. Desde el punto de vista procesal no hay misterio. Dirá lo mismo que si declarara a distancia. Que él echó a la banda de corruptos de la Gürtel. De hecho, muchos acusados que ya han testificado le han eximido de cualquier responsabilidad.
Pero la forma elegida (presencial) para que Rajoy declare no deja de ser una arbitrariedad. Porque hay casos con los que comparar. Si la justicia es igual para todos, que se demuestre. Porque no todos los jueces actúan de la misma forma. Artur Mas y todos los políticos catalanes que sufrieron el asalto al Parlamento el 15 de junio del 2011 declararon por videoconferencia. Porque así lo solicitaron y se les concedió. Como Íñigo Errejón o Carolina Bescansa. ¿Tenemos que pensar, entonces, que aquellos ciudadanos fueron unos privilegiados?
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