![Colombia pide a Urkullu ayuda en políticas de víctimas y reconciliación](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/pre2017/multimedia/noticias/201705/31/media/cortadas/colombia-urkullu-kVjB-U30767491979xoF-575x323@El%20Correo.jpg)
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Olatz Barriuso
Jueves, 1 de junio 2017, 01:04
Los coletazos finales del conflicto armado en Colombia, que asiste dividida a la prórroga de veinte días anunciada por el presidente Juan Manuel Santos para la entrega de armas de las FARC, marcaron ayer la agenda del lehendakari Urkullu en Bogotá. En primer lugar, porque la controvertida designación de uno de los miembros de la Corte Constitucional obligó a aplazar el encuentro programado con la comisión de Exteriores del Senado; en segundo lugar, porque la gestión del «post-conflicto» centró la reunión, de una hora de duración, de Urkullu con el vicepresidente del país. El general Óscar Naranjo, delegado plenipotenciario del Gobierno durante las conversaciones de La Habana que desembocaron en el acuerdo de paz, propuso al lehendakari establecer un ámbito «político» de «colaboración directa» en materia de víctimas y «reconciliación».
En concreto, el número dos de Santos se interesó por las políticas desplegadas en Euskadi para colocar a las víctimas «en el centro de la acción política» y lograr una sociedad «reconciliada y cohesionada» tras el fin de ETA, así como por «el modelo vasco de convivencia social», según informaron fuentes de Lehendakaritza. Con el reto por delante de reintegrar a los guerrilleros cincuenta años después, Naranjo quiso conocer la experiencia de «transformación» de un sistema volcado en gran parte en la lucha antiterrorista a otro centrado «en la necesidad de una convivencia normalizada». El lehendakari relató a su interlocutor los esfuerzos de su Gobierno para lograr un «final ordenado» del terrorismo.
El vicepresidente, interesado en aprovechar la experiencia vasca en el cooperativismo para la gestión de las vastas extensiones de terreno hasta ahora en manos de las FARC, también mostró interés por la cooperación educativa, para dar acceso a la cultura a los campesinos de las zonas rurales, y en materia de derechos humanos. Y ahí el lehendakari llegaba con los deberes hechos y una «propuesta de acuerdo marco» de colaboración en el zurrón, con el objetivo de intercambiar experiencias en materia de educación para la paz entre ambos ejecutivos. Urkullu se la detalló a Naranjo y, acto seguido, a la ministra de Educación del Gabinete Santos, Yaneth Giha, con la que se citó en un encuentro no previsto en la cambiante agenda previa de la visita institucional.
El resultado fue «satisfactorio» para la delegación del Gobierno vasco, que informó después del «gran interés» que habría mostrado la ministra, dadas las intenciones de Santos de dejar como «legado» de su segundo y último mandato -por limitación constitucional- un programa específico de educación para la convivencia en las aulas. Es más, ambas partes acordaron cerrar el acuerdo en el segundo semestre de este año, un convenio que busca compartir la experiencia de víctimas educadoras impulsada por el Ejecutivo de Vitoria con formadores del país latinoamericano y organizar testimonios de los afectados por la violencia en los colegios. En concreto, el proyecto consiste, en su primera fase, en dos encuentros, uno en Euskadi y otro en Colombia, en los que tomarán parte dos delegaciones de diez educadores con experiencia in situ en la materia. El Ejecutivo vasco tiene previsto compartir el programa Adi-Adian y las actividades de la denominada Plaza de la Memoria.
Urkullu, al término de una intensa mañana, se entrevistó también con el expresidente Ernesto Samper, que se interesó por la educación y la pequeña y mediana empresa en Euskadi, y comió, entre otros, con el inmunólogo Manuel Patarroyo, el procurador general Fernando Carrillo, el exministro de Justicia Yesid Reyes, y el sacerdote Darío Echeverri, secretario de la Conferencia Episcopal colombiana.
Cita en la Universidad Javeriana
A la tarde, con un lenguaje apasionado y hasta poético, el lehendakari Urkullu lanzó un mensaje «motivador» y «en positivo» ante los obstáculos que está encontrando el proceso de paz en Colombia en su recta final y tras la prórroga de veinte días decretada para el desarme total de las FARC. Y lo hizo ante las máximas autoridades académicas de la Universidad Javeriana, el prestigioso centro académico de los jesuitas en Bogotá, que mantiene una estrecha relación a través de convenios de colaboración e intercambio estudiantil con las Universidades de Deusto y Mondragon y la UPV. «Una noticia que anuncia la paz en Colombia o en Euskadi produce un efecto mariposa para la vida», se felicitó, tras advertir de que los «procesos violentos que se perpetuan tanto en el tiempo como el colombiano o el vasco producen en la sociedad un efecto disolvente».
En la cuna del pensamiento crítico, la universidad, Urkullu dijo «rebelarse contra la desmotivación, el escepticismo y el descreimiento en las posibilidades de cambio». Y reiteró, como ha hecho ante todos sus interlocutores políticos, sociales y académicos desde que puso el pie en Bogotá, el apoyo institucional del Gobierno vasco a los acuerdos de paz, inspirado por el sufrimento y la «división» que el terrorismo ha provocado en Euskadi. Pese a que la mitad de los colombianos mira con recelo el proceso, Urkullu dijo haber percibido «esperanza» y «propósito positivo» para hacerlo «irreversible», aunque con lagunas en la reconstrucción del país y la «socialización» de los acuerdos. Y, aunque ni ETA ni la izquierda abertzale han reconocido aún la injusticia del daño causado, el lehendakari destacó en la Javeriana cómo Euskadi promueve «el valor de la autocrítica» como actitud política para afrontar la «sanación de lo irreparable».
También el rector, el sacerdote Jorge Humberto Peláez, apostó como «optimista irreductible» por superar la creciente polarización, espoleada por la cercanía de las elecciones de 2018, «sentándonos a conversar».
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