Ruptura socialista
Kepa Aulestia
Sábado, 20 de mayo 2017, 01:05
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Kepa Aulestia
Sábado, 20 de mayo 2017, 01:05
El PSOE lleva casi veinte años con primarias, desde cuando Borrell ganó a Almunia. Las últimas llevaron a Pedro Sánchez a la Secretaría General. La fórmula, que parecía adecuada a la tradición del socialismo francés, sigue resultando forzada para los usos de un partido tan ... piramidal y sujeto a la insistente reivindicación de su pasado. Las primarias para la elección de dirigentes o para la nominación de candidatos requieren que el colectivo que las celebre esté dispuesto a refundarse, a desmembrarse, e incluso a desaparecer. Así dio a entender la acritud del debate que protagonizaron Patxi López, Pedro Sánchez y Susana Díaz el lunes; estos dos últimos dirigiéndose a su respectivo público, y el primero tratando de obtener alguna ventaja de un cuerpo a cuerpo obsceno. En tales condiciones ningún candidato puede pretender que, de quedar el primero, se haga con todo el patrimonio militante. Y que, con las mismas, remueva a todos los dirigentes que le discuten sin que nadie se resista a la remoción. Las circunstancias obligan a que quien gane idee un partido a su imagen. Y si eso le da pereza es mejor que se retire hoy mismo. De las primarias de mañana saldrá un partido más o menos, pero ya no será el PSOE que entró en ellas. Será otro, aunque herede las siglas.
Los socialistas han experimentado un proceso de ruptura que es imposible que revierta mañana por obra de algún milagro. Los dos candidatos con más pronósticos a su favor del debate del lunes -Díaz y Sánchez- no apelaron a la pluralidad y a la coexistencia entre diversas maneras de entender el papel del socialismo. Reclamaron la uniformidad, la apuesta nítida, el esto o el caos, ligándolo más a su persona que a un programa político explícito y diferenciado. Lo cual impide pensar en una vuelta atrás disciplinada o interesada que sume fuerzas en torno al ganador. No hay razón alguna para suponer que éste o ésta se vayan a mostrar generosos con sus discrepantes, dado que además tampoco tendrán mucho que ofrecer.
Resulta hasta conmovedora la pulcritud con la que los tres candidatos a la Secretaría General del PSOE se refieren a las alianzas que su partido requeriría para regresar al Gobierno. Es cierto que Patxi López parece conformarse con tomar las riendas de la organización. Pedro Sánchez se guarece en el llamamiento a una «alianza social» que conjuga tan en primera persona que se vuelve evanescente. Mientras que Susana Díaz corre el riesgo de acabar fabulando haber sido ganadora desde décadas atrás, como si lo llevara en sus genes y pudiera transmitirlo al conjunto del PSOE. Pero lo cierto es que se ven acosados por el irritante activismo de Pablo Iglesias, por la manifestación convocada para hoy y por la moción de censura presentada ayer, en un descarado intento de contraprogramar las cuitas socialistas. Antes que una actitud política ciertamente censurable, el comportamiento de Podemos pone en evidencia la extrema debilidad en que se encuentra el PSOE: ni puede eludir la verdad de su situación, ni puede confrontarla a riesgo de desmoronarse aún más.
El único candidato que no ha ahorrado dramatismo a la descripción del momento que atraviesan los socialistas es Patxi López. Pedro Sánchez parece limitarse a anunciar la remontada, siempre que el partido relegue a Susana Díaz a Andalucía. Susana Díaz, por su parte, se ve en condiciones de asaltar los cielos simultaneando la secretaría general con la presidencia de la Junta, nada menos. El truco de los dos últimos ha consistido en pasar de puntillas ante la crisis de la socialdemocracia. No habría tal, porque hay referentes nórdicos que lo desdicen. Qué importa lo que ha ocurrido en Francia, en Alemania, en Italia y en el Reino Unido cuando estamos dispuestos a encumbrar a Portugal y a Suecia como regla y no como excepción. Lo del PSOE no sería una variante más de la crisis de la socialdemocracia, sino una falla pasajera del partido como tal. Claro que puede que los militantes con derecho a voto se vuelvan a equivocar mañana, porque para eso gastan de lo suyo. Que se dejen arrastrar por el desvarío socialdemócrata pensando que lo importante es optar por quien menos le desagrade a uno. Siempre tratando de olvidar que entre Díaz y Sánchez, y entre estos y López, votes lo que votes, la cosa no tiene mucho remedio.
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