Las estrecheces de la candidata
Alberto Ayala
Miércoles, 17 de mayo 2017, 22:51
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Alberto Ayala
Miércoles, 17 de mayo 2017, 22:51
Susana Díaz, la candidata favorita en las primarias socialistas del domingo al menos mientras las urnas no demuestren otra cosa, siempre se ha caracterizado por ser una política tan ambiciosa como alérgica a correr riesgos.
Si en julio de 2014 Pedro Sánchez alcanzó la secretaría ... general del PSOE fue, obviamente, porque batió en las urnas al vasco Eduardo Madina y al andaluz José Antonio Pérez Tapias. Claro que si tuvo la oportunidad de hacerlo fue porque la presidenta de la Junta de Andalucía desoyó las peticiones que le hizo el PSOE de siempre para que optara al cargo. La razón: su alergia a acudir a unas primarias y asumir un riesgo de derrota, por mínimo que fuera.
Tras la dimisión forzada de Sánchez en el lamentable comité federal del 1 de octubre, en el que la andaluza jugó un papel determinante, Díaz ya no pudo decir otra vez no y no tuvo más remedio que lanzarse al ruedo. Eso sí, con el aval público de casi todo el que es alguien en el partido. Y ello incluye a los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, al ex secretario general Alfredo Pérez Rubalcaba y hasta al mismísimo Alfonso Guerra.
Luego, ya saben, llegó la hora del recuento de avales. Y lo que debía ser el anticipo del paseo militar que iba a suponer el proceso para Díaz se convirtió, esta sí, en la derrota más dulce de Pedro Sánchez. Ganó la lideresa con 59.390 apoyos, pero el ex secretario general le pisó los talones con apenas 6.273 respaldos menos.
Ni la campaña ni el debate del lunes han hundido al político madrileño. Al contrario. A pesar de sus bandazos y de que en el cara a cara en Ferraz colocó un buen relato sobre lo ocurrido en el pasado reciente del PSOE, pero fue incapaz de vender un mensaje de futuro igual de ilusionante, Pedro Sánchez sigue convencido de sus posibilidades de éxito. Y no sólo él. En el PP muchos opinan igual.
Sea o no por estas apreturas, lo cierto es que Susana Díaz se decidió a presentar ayer, al fin, una oferta programática. Lo hizo en Fuencarral antes de viajar a Vitoria donde ofreció un mitin a dirigentes y cuadros de un PSE que no le apoya, salvo excepciones como Javier Lasarte, Ramón Jáuregui, o Javier y Natalia Rojo.
La candidata del aparato no ha tenido más remedio que imitar a sus adversarios y comprometerse, aunque sea de forma más genérica, a regular las consultas a las bases para que, por ejemplo, tengan la última palabra sobre la eventual destitución del líder del partido. También se ha sacado de la manga una oferta que Patxi López calificó de muy a la americana: créditos sin interés para jóvenes de hasta 24.000 euros a devolver en cómodos plazos cuando encuentren trabajo.
Pero las del partido no son las únicas costuras que aprietan a Susana Díaz. Desde Andalucía la oposición le lanzó ayer un serio aviso a navegantes: si el domingo es elegida líder del PSOE ya puede ir pensando en dejar la presidencia de la comunidad a un compañero.
Que PP y Podemos planteen esta exigencia seguro que no inquieta a la aspirante. Que lo haga el portavoz de Ciudadanos, Juan Marín, ya es otra cuestión. No se olvide que si Susana Díaz logró conservar el cargo fue porque transigió en firmar un pacto anticorrupción con la formación naranja.
Más interrogantes para el lunes.
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