Setenta y dos horas después de que la organización terrorista ETA hiciera entrega a Francia de los arsenales que, asegura, tenía bajo su control a cambio de nada y en medio de una gran operación de propaganda orquestada por la izquierda abertzale para tratar de ... ocultar lo evidente, que la de Bayona fue la foto de la derrota de la banda, la Euskadi política va regresando a la normalidad.

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Si hace ocho días PNV y EH Bildu compartían una discutible foto con el resto de partidos y sindicatos -todos menos el PP, que no fue invitado, UPN y el PSN-PSOE- para apoyar el desarme de la banda, ayer los dos primeros actores de la política vasca reanudaban las hostilidades dialécticas. Osea lo habitual, y con alguna factura atrasada.

Arnaldo Otegi cargó contra el lehendakari Urkullu por haber elegido finalmente estar el sábado en la inauguración de la línea 3 del Metro de Bilbao en lugar de en Bayona, como sopesó inicialmente. Le faltó tiempo al presidente del EBB, Andoni Ortuzar, para recordar con satisfacción a EH Bildu dónde está el PNV y dónde la izquierda abertzale tradicional cuatro décadas después de elegir caminos opuestos. Los peneuvistas, construir la autonomía desde las instituciones. Los radicales dar cobertura a los terroristas.

Lo escribí el sábado y lo repito gustoso. Ya pueden esforzarse Otegi y otros cuadros de la antigua Batasuna en declararse «contentos» con el desarme de ETA y en negar que lo vivido el sábado en Iparralde fue el segundo episodio de la rendición de la banda, tras la renuncia a la lucha armada que se produjo hace ya más de un lustro. Porque, ¿cómo se denomina entonces cuando una organización asesina y extorsiona durante casi cinco décadas para conseguir unos objetivos políticos y al final renuncia a la violencia y decide entregar las armas sin contraprestaciones políticas y sin siquiera ventajas para sus presos?

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Cuarenta años después tiene razón el PNV en ufanarse de su quehacer político en estos años, de lo que ha conseguido junto a los restantes actores políticos. Todo lo contrario que un Otegi que como gran argumento a tantos años de pesadilla volvía a ensayar ayer en las páginas de un diario madrileño aquello de que «no supimos ver que la sociedad nos pedía el final de la lucha armada».

Las consecuencias políticas están ahí. La prioridad del PNV en este momento pasa pro explorar las posibilidades de apoyar los Presupuestos Generales del Estado para 2017 diseñados por el Gobierno Rajoy siempre que arranque suficientes «contrapartidas contantes y sonantes» para Euskadi, en palabras de Ortuzar.

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Para Otegi, para EH Bildu, en cambio, lo urgente es lo que ya tuvieron en su mano con la Ley de Amnistía de 1977, lo que consiguieron los polimilis cuando se disolvieron en 1982 o lo que ofrecieron los partidos democráticos en los pactos de Ajuria Enea y Madrid de 1988: la progresiva salida de los presos etarras de las cárceles.

Cada organización es muy libre de elegir a sus dirigentes. ¡Faltaría más! Pero causará sorpresa si las bases del PSOE desugnan otra vez como líder a Pedro Sánchez contra casi todo el aparato y tras haberles conducido a los dos peores resultados de su historia. Como resulta extraño que continúe al frente de la nueva izquierda abertzale quien ya lo estuvo tras todas las equivocacionse de la vieja. Algo del todo impensable en casi cualquier otra actividad.

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