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paula de las heras
Lunes, 10 de abril 2017, 18:29
«Diría algo para todos los compañeros: una noticia como esta nos debería llevar a discutir de las cosas importantes», dijo Felipe González a su paso por la capilla ardiente de la exministra Carme Chacón. La vorágine del día a día acabará devorando su mensaje, probablemente antes de lo que él mismo imagina. La inesperada muerte de la política catalana, a los 46 años, abrió ayer un exiguo paréntesis de 24 horas en la refriega política. Pero, paradójicamente, no logró acallar el ruido de la batalla que el PSOE libra consigo mismo, pese al reconocimiento unánime a su figura.
Sería falaz decir que a todo el mundo le caía bien Chacón. En 2012 batalló contra Alfredo Pérez Rubalcaba por la secretaría general del PSOE. Perdió por sólo 22 votos. El partido quedó dividido en dos, con una fractura profunda. Hace tiempo que el PSOE se convirtió en una formación en la que filias y fobias personales lo condicionan todo. Y sólo ahora, ante la amenaza de Pedro Sánchez, muchos de quienes la respaldaron y muchos de los que la combatieron han unido sus fuerzas en un mismo equipo. Unas heridas han dado paso a otras.
La fractura ha llegado a tal extremo que aunque Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López coincidieron ayer en la sede federal del PSOE, donde se instaló el velatorio por la que fuera primera ministra de Defensa de España, y ni siquiera se cruzaron. Sí lo hicieron Sánchez y López. Pero no la presidenta andaluza, que fue la que más tiempo pasó despidiendo y llorando a su «amiga». Llegó antes de las 14.30 horas y no salió hasta cuatro horas después. Pero cuando Sánchez apareció en torno a las 18.00 horas, rodeado de todo su equipo (gesto también cuestionado), ella se encontraba en la cuarta planta junto a familiares, amigos íntimos y exministros, y no en sala Ramón Rubial situada en el sótano, donde se situó el féretro.
Eso evitó la foto de un saludo que los afines al ex secretario general aseguran haber estado dispuestos a ofrecer para «simbolizar la unión». Aunque es cierto que a estas alturas, con las primarias a la vuelta de la esquina, el 21 de mayo, de poco habría servido una instantánea que difícilmente va a tener continuidad, pese a mensajes como el de González, el del primer secretario del PSC Miquel Iceta o el del exlehendakari, que sí aludió a la unidad. «Lo que vemos hoy aquí lo dice todo, hoy los socialistas lloramos juntos», afirmó López.
Caras largas. Consternación y lágrimas. La sede del PSC era ayer un velatorio. Una foto en blanco y negro de Carme Chacón, 46 rosas por cada uno de sus años y una frase «El futuro es esfuerzo y justicia social». Estos eran los elementos que presidían la despedida que los socialistas catalanes tributaron a la exministra de Defensa.
Miquel Iceta, muy afectado, inauguró el libró de condolencias en memoria de la exdiputada catalana, a quien su partido, el PSC, rendirá un homenaje el próximo 19 de abril en la sede socialista de Barcelona, a la que han sido invitados el expresidente del Gobierno, José Luís Rodríguez Zapatero, y el presidente de la gestora del PSOE, Javier Fernández. Hoy, el Ayuntamiento de Esplugues de Llobregat (Barcelona) expondrá la urna con las cenizas de Carme Chacón en el salón de plenos. Allí nació y allí se inició en la política como concejal antes de dar el gran salto y ser la primera ministra de Defensa en España y de optar al liderazgo socialista.
Iceta destacó de ella que fue una «luchadora de todos los combates, amiga y compañera». «Hemos aprendido mucho de ella y la echaremos mucho de menos», añadió. «Hoy nos sentimos más huérfanos, más solos y más tristes», expresó. Y agradeció el liderazgo de Chacón y su coraje para «romper los techos de vidrio» que tienen las mujeres, sobre todo como ministra de Defensa y más aún cuando estaba embarazada, pasando revista a las tropas. «Todo lo que has hecho y representas para todos, no nos abandonará nunca», escribió Iceta en el libro de condolencias, en el que dejaron su rúbrica, entre otros, la presidenta de la Cámara catalana, Carme Forcadell, el ministro de Economía, Luis de Guindos, o los diputados Joan Tardà, Xavier Domènech, Carlos Carrizosa o Francesc Homs. Políticos de casi todo el arco parlamentario catalán lamentaron la pérdida de la exministra. La única nota discordante la dio la rama juvenil de la CUP, Arran, cuya sectorial de Manresa tuiteó que «se va una criminal sin pagar por sus crímenes». La izquierda radical independentista la recriminó por «bombardear Libia» o por permitir los «desahucios exprés».
Chacón militó en el PSC y se inició en la política en el socialismo catalán. Sin embargo, su relación con el partido nunca cumplió los cánones de la ortodoxia. Lideró las listas socialistas de Barcelona para el Congreso entre 2008 y 2016. En 2008, llevó al socialismo catalán a la cima, logrando 25 diputados y 1,6 millones de votos en Cataluña. Siendo ministra con Zapatero pudo haber encabezado el socialismo catalán, pero su mirada siempre iba más allá. El PSC pensó en ella como pieza clave para influir en Ferraz, pero cuando en 2012 optó a la secretaría general del PSOE, tuvo que alejarse de sus compañeros catalanes, pues por entonces defendían el derecho a decidir.
Díaz compareció después ante la prensa con ojos llorosos. Ella apoyó a Chacón en 2012. Y Chacón, que hace justo un año se apartó de la primera línea política pero seguía muy vinculada al partido, la respaldó a ella el pasado 26 de marzo en el acto de lanzamiento de su candidatura a la secretaría general. «He tenido la fortuna de tener su amistad y de que esté a mi lado en momentos difíciles y en momentos bonitos», dijo.
Boxeo
La repentina muerte de Chacón, que acarreaba sin darle importancia una enfermedad cardiaca congénita incluso había empezado a practicar boxeo sí sirvió, en todo caso, para que por unas horas políticos de distinto signo aparcaran sus diferencias. Porque por Ferraz no sólo pasaron sus más cercanos un desolado José Luis Rodríguez Zapatero que recordó su «capitán, mande firmes» y prometió eso, permanecer firme «en los valores que ella defendió»; un destruido Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana, o un sereno José María Barreda, expresidente de Castilla-La Mancha, el más íntimo, en todo momento pendiente de su exmarido, Miguel Barroso también lo hicieron miembros del Gobierno del PP y de la Generalitat de Cataluña.
Porque Chacón, exviceresidenta de la Mesa del Congreso, exministra de Vivienda y primera mujer en mandar sobre las Fuerzas Armadas se dejó muchos pelos en la gatera socialista, pero la mayoría le reconocía la valía profesional, el tesón y la capacidad de trabajo. Y también un talante dialogante.
La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, no ocultó su emoción. Ambas pertenecían a la misma generación y durante un tiempo, cuando eran jóvenes políticas, coincidieron en las tertulias de Antena 3. «Nos zurrábamos de lo lindo, pero luego teníamos muy buena relación; nos abrió la puerta a algunas en algunos temas que normalizó», recordó. Eso mismo elogió la secretaria general del PP y actual ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal: «Luchó por lo que creía, defendió lo que consideraba justo y hay que reconocer a las personas así».
También el consejero catalán de Territorio, Josep Rull, del PDeCat reconoció su trabajo, pese a estar en las antípodas ideológicas. Porque Chacón era beligerante contra la independencia y eso llegó a distanciarle en algunos momentos incluso del PSC. «Cuando muere un servidor público honesto y serio como ella lo fue, merece todo el reconocimiento del país, en este caso, de Cataluña y añadió del conjunto del Estado español».
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