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Lunes, 10 de abril 2017, 17:45
El obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, ha afirmado que el arzobispo de Bolonia, Mateo Zuppi, no tenía «bendición explícita ni implícita de la Santa Sede» para estar en el acto de desarme de ETA del pasado sábado en Bayona, sino ... que «lo hizo por su cuenta y riesgo». La imagen del sacerdote italiano como fedatario de la entrega del arsenal de la banda provocó un profundo malestar en la jerarquía de Euskadi y de la diócesis vascofrancesa, sorprendidas por el hecho de que no se les hubiera informado de esa actuación.
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Munilla ha admitido este lunes su «sorpresa» y la del resto de los prelados vascos por la presencia en el acto de entrega de las armas de ETA en Bayona del arzobispo de Bolonia, acompañado por Harold Good, un sacerdote metodista norirlandés. Ambos religiosos actuaron como testigos en el Ayuntamiento de la localidad vasco-francesa de la entrega por parte del sindicalista Jean Nöel Etcheverry 'Txetx' al coordinador de la Comisión Internacional de Verificación, Ram Manikkaligam, de la documentación correspondiente a la localización del arsenal de la banda terrorista.
En declaraciones al programa de 'Radio María', Munilla ha destacado que el obispo de Bayona, Marc Aillet, tampoco había sido informado de la presencia del arzobispo en el acto de entrega de las armas. En ese sentido, el prelado ha explicado a la jeraquía de Euskadi que «desde la Secretaría de Estado de la Santa Sede le han comunicado que pueden decir públicamente que el arzobispo de Bolonia acudió a ese acto a título meramente particular». Las declaraciones del prelado donostiarra confirman la información de EL CORREO del pasado domingo, donde se daba cuenta del malestar del Vaticano y la Iglesia vasca por la presencia del religioso italiano en Bayona.
«Ninguna bendición»
En este sentido, el obispo de San Sebastián ha manifestado que, «en absoluto», el arzobispo de Bolonia, que anunció a Roma en el último momento su intención de estar presente en Bayona, ha tenido «ningún tipo de bendición ni explícita ni implícita» por parte del Vaticano. Munilla ha sostenido que, por lo tanto, «la Iglesia no ha estado para nada implicada en eso», tras lo que se ha mostrado irónico al comentar que la presencia de los dos religiosos puede significar «que este tiempo de laicismo ha terminado y a partir de ahora todo va a ser distinto».
Se ha preguntado si los organizadores de los actos del desarme «estaban verdaderamente necesitados y no sabían si podían servirse de alguien para darle un realce a un acto en el que querían escenificar no se sabe qué». «Como no sabían a quién recurrir buscaron un obispo por su cuenta», ha añadido, tras lo que ha calificado de «significativo» el «intento de utilización de la Iglesia». Los tres obispos vascos, si bien habían saludado la llegada del desarme habían declarado, también, que el anuncio era «insuficiente», al tiempo que abogaban por la disolución de la banda para que no siga siendo una amenaza.
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