Navarra se aboca al conflicto
Alberto Ayala
Domingo, 2 de abril 2017, 02:36
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Alberto Ayala
Domingo, 2 de abril 2017, 02:36
Mientras el País Vasco se acostumbra al confort que implica vivir en un clima de bajísima confrontación política, como no se había conocido desde la aprobación del Estatuto, Navarra vive el reverso de la moneda.
La comunidad foral lleva seis años instalada en la bronca. ... La pasada legislatura con un Gobierno regionalista de Unión del Pueblo Navarro (UPN). Ésta con un cuatripartito del cambio que apoyan Geroa bai (la coalición del PNV), EH Bildu, Podemos y la IU local. Pero lo peor es que en el horizonte cada vez se dibujan más nubarrones y más negros.
Escándalos como el de las jugosas dietas que se repartieron un grupo de líderes políticos foralistas y socialistas. Pero, sobre todo, la desaparición de la caja de todos los navarros -la CAN-, absorbida por Caixabank a un precio que a muchos sonó demasiado bajo, tuvieron consecuencias fulminantes para la política foral.
En primer lugar la larga colaboración entre el regionalismo y el PSN-PSOE para frenar al nacionalismo vasco saltó por los aires. Ello supuso el absoluto bloqueo de la acción política del Gobierno foralista de Yolanda Barcina. Convocadas las elecciones, UPN, aunque volvió a ganar, sufrió un fuerte voto de castigo, que hizo posiblela formación del Gobierno del cambio. Por primera vez, una abertzale, la periodista Uxue Barkos, presidía la comunidad foral.
Consciente de la heterogeneidad de sus apoyos parlamentarios. Pero sobre todo del escueto peso político del nacionalismo vasco en Navarra (Geroa bai y la izquierda abertzale apenas sumaron 65.500 votos en las generales de 2015, y aún menos, 45.600, en las del pasado año, frente a los 165.000 de UPN-PP). Barkos pareció apostar de arranque por el pragmatismo.
El Ejecutivo del cambio dio prioridad al restablecimiento de las emisiones de Euskal Telebista en Navarra, capítulo hoy ya resuelto. Dibujó una nueva política social de corte claramente progresista a costa de sangrar un poco más el bolsillo a los navarros con los impuestos. Y ha hecho una clara apuesta por la expansión del euskera. Una política que ha supuesto el primer gran enfrentamiento con el regionalismo, que lejos de ver la lengua como un patrimonio de todos los navarros, la contempla como un instrumento para el avance de las ideas nacionalistas.
A un lado quedaron cuestiones más delicadas en la comunidad foral. Como la ikurriña. O como la activación del precepto constitucional, la transitoria cuarta, que establece las condiciones que deberían cumplirse para la eventual incorporación de Navarra a Euskadi. Ya saben, primero el visto bueno del Parlamento de Pamplona por mayoría absoluta. Y luego, ratificación en referéndum. A un lado... hasta esta semana.
El jueves el cuatripartito del cambio decidió adentrarse en terreno pantanoso y usar su mayoría de un solo voto en el Parlamento para derogar la Ley de Símbolos, y dejar a Navarra sin una norma específica al respecto. Objetivo único: que izar la ikurriña en un edificio oficial no sea delito.
Curiosamente han sido los partidos y no el Gobierno Barkos quienes se han mojado y han auspiciado el cambio en medio de una fenomenal bronca. ¿Para intentar preservar un tanto la cada vez menos trasversal imagen de la presidenta? No menos curioso resultó que el elegido para defender la propuesta fuera el jefe de filas de EH Bildu en la Cámara, el histórico Adolfo Araiz, un superviviente de la vieja guardia. Y no, por ejemplo, el de Geroa bai, Koldo Martínez.
«El nacionalismo se sustenta en tres pilares: lengua, bandera y territorio», lanzó la secretaria general de los socialistas navarros, María Chivite, en el pleno. «Es evidente que el Gobierno del cambio está trabajando los dos primeros, misma lengua y misma bandera para el País Vasco y Navarra, y deja para más tarde lo de avanzar hacia el mismo territorio». Podría ser.
En las próximas semanas/meses los ayuntamientos donde los partidos del cambio tienen mayoría aprobarán que la enseña vasca ondee junto a la navarra como «muestra de la pluralidad» del viejo reyno. Tanto el Gobierno español como la UPN de Javier Esparza impugnarán los acuerdos ante los tribunales, y asistiremos a una judicialización de la vida pública en la comunidad foral.
Y es que tanto el Consejo de Navarra, un órgano independiente de asesoramiento del Ejecutivo foral, como el Gobierno español han emitido en días pasados sendos informes que niegan que la supresión de la Ley de Símbolos dé carta blanca sin más a la enseña vasca.
Y una curiosidad final. El cuatripartito parece no contemplar, de momento, que la ikurriña se ice ni en el Palacio de Navarra, sede del Gobierno, ni en el Parlamento de Pamplona. Si en los ayuntamientos se va a colocar para resaltar la pluralidad navarra no se entiende por qué no va a hacerse otro tanto en sus dos máximas instituciones.
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