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'Kubati', junto a Otegi, en un acto de Sortu el pasado verano.
Sortu encarga al asesino de 'Yoyes' que evite una desbandada de presos tras el desarme

Sortu encarga al asesino de 'Yoyes' que evite una desbandada de presos tras el desarme

Refuerza el papel de 'Kubati' para controlar el proceso de excarcelación «gradual» y para contrarrestar a la disidencia de ATA

O. B. de Otálora

Jueves, 30 de marzo 2017, 01:47

La izquierda abertzale ha comenzado a preparar a sus bases para la situación que comenzará a vivirse después del 8 de abril, una vez que se haga efectivo el desarme de la banda, con la preocupación puesta en lo que supondrá ese movimiento dentro de las prisiones.

El encargado de gestionar el colectivo de presos es José Antonio López Ruiz 'Kubati', condenado por el asesinato de María Dolores González Katarain 'Yoyes', junto con la ex reclusa Ohiane Garmendia. Ambos, con el respaldo del dirigente de Sortu Rufi Etxeberria, han comenzado a ofrecer conferencias para los militantes, en muchos casos antiguos miembros de la banda o familiares de internos, para explicarles que es necesario mantener unido el colectivo -pese a que los etarras en prisión deberán buscar sus propias vías individuales para salir de la cárcel- y que no existen alternativas al margen de la línea oficial.

La primera charla tras el anuncio del desarme en la que se ha abordado la situación de los presos tuvo lugar el pasado sábado en San Sebastián. Los ponentes fueron 'Kubati', Garmendia y el propio Etxeberria. En ella abundaron en el término que la izquierda abertzale ha acuñado para referirse al futuro de los reclusos: la «amnistía gradual». Con esta expresión se pretende explicar que la salida inmediata de prisión de todo el colectivo es un objetivo inalcanzable y que, por lo tanto, se renuncia a ella en la práctica, pero no en la teoría. El término «gradual» es la forma de enmascarar que a partir de ahora podrán abandonar la cárcel de forma individual -algo hasta hace un año estrictamente prohibido-. Uno de los mensajes que se está transmitiendo desde la dirección de Sortu es que mantener la cohesión del grupo es indispensable y que fuera del colectivo, en la disidencia que representa el Movimiento pro Amnistía (la antigua ATA), hace mucho frío.

Según las fuentes consultadas, la izquierda abertzale está encarando esta fase después de haber conseguido que el denominado Colectivo de Presos de ETA (EPPK) haya dejado de estar controlado por la organización y haya pasado a estar bajo el mando de la formación política. Para afianzar esta posición, Sortu mantiene dos comités dedicados a la gestión de la fase final de la banda. El primero es la 'comisión para la resolución de las consecuencias del conflicto', que desde hace años dirige Rufi Etxeberria. En este área, además de los presos, se tratan todas las cuestiones relacionadas con el relato de los años de la violencia, la memoria histórica o la «desmilitarización», el término con el que se refieren a la salida de las fuerzas de seguridad de Euskadi.

El segundo equipo de trabajo, surgido tras el debate de la ponencia 'Zohardia', con la que Sortu se ha reconstituido en el último año, lo dirige directamente 'Kubati' y se denomina 'comisión de presos y exiliados'. El objetivo es mantener la disciplina entre los 350 reclusos de la banda y, para ello, este grupo actuará como único interlocutor para todas las cuestiones relacionadas con los internos, tanto para asuntos internos como para los vinculados con otros agentes o instituciones.

Final de la dispersión

'Kubati' ya se reunió de forma pública con dirigentes del PNV en Sabin Etxea el pasado mes de diciembre para ejercer este papel de interlocutor único. En esta tarea estará acompañado por Ohiane Garmendia, una ex presa que en su momento estuvo vinculada a la preparación de la tregua de 2006, fruto de la negociación entre la banda y el presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero. Garmendia dirige el proyecto 'Kalera, Kalera', con el que la izquierda abertzale presiona desde finales del año pasado para lograr el final de la política de dispersión.

Sortu aspira a controlar dos frentes que se le abren a partir del desarme. Tal y como adelantó este periódico, la banda pondrá en marcha una asamblea para su disolución. El fin definitivo de la organización permitiría conseguir cambios en la política penitenciaria -tal y como ha reconocido el propio Gobierno de Mariano Rajoy- y quitaría presión a las reclamaciones de los reclusos. En ese contexto, la izquierda abertzale considera que es importante asegurarse el control de las siglas y que la disidencia -reunida en torno al Movimiento por la Amnistía y contra la Represión (ATA)- no se pueda reclamar 'heredera' de ninguna ortodoxia del pasado. Para ello, según la interpretación de Sortu, es imprescindible que los presos se mantengan dentro del colectivo. El segundo frente, que ya está sobre la mesa y está directamente vinculado al anterior, es cómo explicar a sus bases que, tras años de defender que los etarras en prisión eran «presos políticos», la salida final supone actuar como si se tratara de presos comunes, y que ello no se interprete como otra derrota.

Una de las paradojas de esta situación es que el encargado de combatir la disidencia en un momento en el que se permiten las vías individuales sea 'Kubati', quien en 1986 asesinó a 'Yoyes', precisamente por haber buscado un camino personal para alejarse de la violencia y haber puesto en marcha su reinserción al margen del colectivo. Según las fuentes consultadas, la clave de su elección es su ascendencia sobre los presos más jóvenes, precisamente, por su pasado violento.

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