El referéndum necesario
Javier Tajadura Tejada
Martes, 28 de marzo 2017, 02:28
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Javier Tajadura Tejada
Martes, 28 de marzo 2017, 02:28
El Partido Nacionalista Escocés (SNP) ha comunicado recientemente a la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, su intención de solicitar la convocatoria de un nuevo referéndum sobre la independencia. El SNP ganó ampliamente las elecciones con un programa que incluía el propósito de celebrar ... otra consulta «en caso de un cambio significativo y sustancial en las circunstancias que prevalecieron en 2014, como sería que Escocia quedara fuera de la Unión Europea en contra de su deseo». En la medida en que Gran Bretaña ha anunciado su intención de iniciar desde mañana el procedimiento para abandonar la UE, la petición de los nacionalistas escoceses no puede causar sorpresa. El 62% de los escoceses votaron a favor de permanecer en la Unión y, a día de hoy, parece que la única manera de lograr ese objetivo es dejar de pertenecer a Reino Unido. Desde esa óptica, el secesionismo escocés -a diferencia del británico- no se fundamenta en un nacionalismo de tintes xenófobos, sino en la aspiración a seguir formando parte de la Unión Europea.
La respuesta inicial del Gobierno británico ha sido de rechazo. «No es momento para la división», ha dicho May. La respuesta pone de manifiesto la esquizofrenia del Partido Conservador británico. Por supuesto que no es momento para la división. La división genera inestabilidad política y empobrecimiento económico. Ahora bien, eso es predicable no solo respecto a la ruptura de Reino Unido sino también a la de la Unión Europea. El Partido Conservador no podía ignorar que la salida de la UE potenciaría las demandas independentistas de Escocia. Quienes en Gran Bretaña en nombre del «pueblo» y de su supuesta «soberanía» defienden la salida de la Unión no deberían sorprenderse de que, en Escocia, otros hagan lo mismo respecto al propio Reino Unido. En definitiva, como era previsible, la irresponsable apertura de la caja de Pandora de la secesión ha desvelado un formidable efecto desestabilizador.
Frente a la lógica de la secesión que, al fragmentar los estados existentes y al destruir la UE, sumiría Europa en el caos, hay que reivindicar la lógica de la integración. Unidos somos más fuertes. Aquí, en Reino Unido y en la Unión Europea. Desde esta óptica integradora, las demandas independentistas escocesas deben ser rechazadas. Un nuevo referéndum no resolvería realmente los problemas de Escocia por la sencilla razón de que su adhesión posterior a la Unión Europea resultaría harto complicada.
El único referéndum que -a día de hoy- podría conjurar el peligro de destrucción de Reino Unido es una nueva consulta sobre la permanencia de Reino Unido en la UE. Garantizando esa permanencia, se privaría de fundamento a la demanda escocesa de secesión. Si, como dice Teresa May, «no es tiempo de división» y el Partido Conservador no quiere pasar a la historia como el destructor de Reino Unido, el Gobierno británico -con el apoyo del sector europeísta del laborismo y del propio SNP- debería convocar un nuevo referéndum sobre la Unión Europea. Todos los analistas coinciden en que la victoria del Brexit se basó en datos falsos, mentiras, ardides populistas y demagogia xenófoba. Esta segunda consulta sobre la permanencia en la Unión es el referéndum verdaderamente necesario y la única alternativa realista a la fragmentación de Reino Unido.
Con todo, si la miopía y estrechez de miras de su clase dirigente condujera, finalmente, a la ruptura de Reino Unido, esta nunca podría considerarse un precedente válido para el resto de estados europeos. Razones jurídicas e históricas impiden extrapolar el caso escocés a Cataluña, Baviera o el Véneto. Por un lado, Reino Unido carece de una Constitución escrita que imponga límites claros y precisos a los poderes públicos y, singularmente, al Parlamento. Por otro, Escocia e Inglaterra eran naciones independientes cuya unión se produjo mediante un tratado. En ese contexto, se admite que el Parlamento británico pueda decidir poner fin a esa Unión. En el caso de países dotados de una Constitución escrita, esta garantiza la unidad del Estado como presupuesto de la misma e impide a los poderes públicos -incluido el Parlamento- adoptar cualquier medida que atente contra esa unidad. Por eso, recientemente, tanto el Tribunal Constitucional de Alemania como el de Italia han recordado que la pretensión de celebrar un referéndum sobre la independencia de una parte del territorio nacional es manifiestamente inconstitucional.
En definitiva, en España -como en cualquier otro país de Europa con la única excepción de Reino Unido- nunca podría celebrarse un referéndum independentista. Pero es que, además, los separatistas catalanes no pueden alegar como hacen los escoceses, que necesitan la independencia para seguir en la Unión Europea. Antes, al contrario, la «desconexión» de Cataluña de España supondría la inmediata y similar «desconexión» respecto de la Unión Europea.
Con todo, el mero hecho de que los independentistas catalanes apelen a un supuesto ejemplo escocés pone de manifiesto la relevancia de lo que allí ocurra. No es exagerado afirmar que del modo en que Reino Unido afronte su relación con Escocia y con la Unión Europea -vista la conexión entre ambos procesos- dependerá, en buena medida, la estabilidad y el futuro de Europa durante las próximas décadas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.