Oskar Belategui
Miércoles, 15 de marzo 2017, 01:44
«Los ricos no roban. ¿Roba la duquesa de Alba? ¿Roba la Casa Real», se interroga ante la cámara el protagonista de Selfie. Bosco es el hijo de un ministro del PP al que encarcelan por corrupto en los primeros compases de la película. Un ... pijo que al llegar a su chalet de La Moraleja se encuentra a la Policía sacando cajas. Y que cuando acude a la universidad a cursar su máster millonario es puesto de patitas en la calle. No le quedará más remedio que asomarse al mundo real. Cogerá el metro por primera vez y pisará barrios que no sabía que existían. Acabará pidiendo trabajo en un centro autogestionado de Lavapiés, mezclándose con podemitas.
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Víctor García León dirige la cinta más subversiva y divertida que se podrá ver en el Festival de Málaga, que arranca este viernes. Selfie es, en palabras de su autor, «una alegoría subnormal de la España actual», un esperpento que reparte estopa por igual a derecha e izquierda. Pura ficción rodada en mítines reales del Partido Popular y Podemos durante las pasadas elecciones del 26-J, así como en las celebraciones en Génova. Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Esperanza Aguirre -esta última con diálogo- se cuelan en una originalísima comedia que contó con la colaboración de las dos formaciones políticas. «Se leyeron el guion y les pareció muy divertido», constata el director. «Nos trataron espléndidamente y solo tenemos palabras de agradecimiento, lo cual es una pena porque sería mejor la polémica a efectos de la promoción».
Selfie está rodada como si fuera un reportaje televisivo, con las cámaras siguiendo al protagonista en todo momento. Pero nunca se nos explica la razón de su presencia. «La rodamos así porque era más barato y nos permitía colocar unos personajes y una trama de ficción en entornos reales. Lo que ves detrás es la vida. ¿Por qué una comedia no puede ser verdadera? ¿Por qué no puedes reírte de lo que existe?», sostiene García León.
El otro gran mérito del filme es su sobresaliente protagonista. Santiago Alverú procede del mismo estrato social que su personaje. «Es un pijo aunque no presume de ello», apunta el realizador. En la vida real, Alverú tiene un blog de cine. Acude con una cámara a los estrenos y entrevista con desparpajo a los actores. «Como buen chico con apellido compuesto terminará en algún puesto ejecutivo de una empresa despidiéndonos a todos», aventura el realizador. «Pero en el camino se lo pasa muy bien, disfruta mucho de hacer el capullo. Tiene maneras de arreglarse el pelo que son imposibles de ensayar. Bardem no lo conseguiría nunca».
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Rodada en cooperativa
Bosco es un cretino al que acabaremos cogiéndole cariño. Un egoísta que no tiene dónde dormir -hasta prueba en casa de su asistenta- y que encuentra el amor de una trabajadora social ciega simpatizante de Podemos. Su rival será un militante de la formación morada que dice estudiar oposiciones, aunque pasa las mañanas junto a los colegas con juegos de rol. «Un idiota de derechas y otro de izquierdas peleados por una chica ciega», resume el simbolismo Víctor García León. «Una chica que no sabe lo que quiere, que parece muy sentimental y muy buena, pero luego no sabes de qué palo va. Como España».
Rodada en régimen de cooperativa, sin ayudas, Selfie supone el regreso a la dirección del hijo de José Luis García Sánchez y Rosa León once años después de Vete de mí. «Ha venido un tsunami que nos ha llevado a muchos. Y te puedes pasar la vida quejándote o ponerte a rodar».
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