Hay que unir al partido, evitando el choque de trenes. Y no se une enfrentando a las bases con sus dirigentes, sino desde la lealtad e integración de la pluralidad en un proyecto motivador
Patxi López
Lunes, 6 de marzo 2017, 21:59
Mi candidatura a la secretaría general del PSOE parte de una convicción firme: para hacer de la sociedad española una sociedad justa necesitamos más socialismo, y para hacer más socialismo necesitamos un Partido Socialista unido y fortalecido.
Mi propuesta para el PSOE consiste en desarrollar tres ideas. Primero unir al partido, evitando el choque de trenes que nos amenaza. Y no se une enfrentando a las bases con sus dirigentes ni uniformando a los que piensan distinto, sino desde la fraternidad, la lealtad y la integración de la pluralidad en un proyecto motivador.
Segundo, definiendo para el PSOE un proyecto propio. Los socialistas no nos definimos como la muleta que atempera la gestión dolorosa de la derecha, pero tampoco nos consideramos una minoría más en una suma confusa de minorías de izquierda.
Y tercero, renovando nuestra propuesta para la sociedad española, desde una izquierda exigente y transformadora. No nos corresponde hacer pequeños recortes a los recortes del PP, pero tampoco podemos ser esa izquierda tan puramente destilada que resulta incapaz de atraer mayorías. Entre Hollande y Corbyn nos quedamos con Martin Schulz, que ha multiplicado las expectativas de los socialistas alemanes con un proyecto de izquierda mayoritaria y eficaz.
Las mejores conquistas colectivas han llegado de la mano de los gobiernos socialistas, pero los españoles no nos apoyarán por nuestra hoja de servicios. Yo propongo un PSOE que encarne de nuevo las mejores esperanzas de futuro para España y para su ciudadanía.
La nueva esperanza consiste hoy en renovar el Pacto Social que la derecha ha quebrado con su gestión injusta de la crisis. Los españoles cumplieron su parte, esforzándose en su trabajo, confiando en las instituciones. Pero la derecha ha roto la confianza de muchos en el sistema, buscando el máximo beneficio para una minoría, mientras condenaba a la mayoría al empobrecimiento y la desigualdad.
El PSOE debe ofrecer un modelo económico coherente y creíble pero de aplicación viable y eficaz. Recuperemos el gobierno de la política sobre la economía, para que el recetario económico responda a los intereses colectivos, y para que los intereses colectivos no se sometan a la ortodoxia liberal.
Se puede apostar por una economía que compita por innovación y por calidad, antes que por salarios bajos. Se pueden aumentar los ingresos fiscales de manera progresiva, entre los que más tienen y, sobre todo, entre los que más esconden. Y necesitamos entidades financieras públicas para las inversiones más estratégicas.
Defendemos los buenos empleos, porque la derecha ha intentado convencernos falazmente de que la única manera de crecer y crear trabajo pasa por recortar salarios y derechos. No es verdad. Las economías más sólidas son las que mejor preservan la calidad de sus empleos. Deroguemos la reforma laboral del PP y negociemos un nuevo Estatuto de los Trabajadores que recupere derechos perdidos.
Las políticas públicas de educación, de sanidad, de servicios sociales y de atención a las personas dependientes no son una carga difícil de sostener para el Estado, como plantea la derecha, sino la base misma del Pacto Social y la principal legitimación de nuestro sistema democrático.
Por eso los socialistas debemos defenderlas con firmeza. Por eso sólo podemos participar en un nuevo Pacto de Toledo si se garantizan unas pensiones dignas que no pierdan poder adquisitivo. Y por eso reclamamos junto a los sindicatos el establecimiento de un ingreso mínimo que combata la pobreza creciente.
Tenemos un problema con nuestro modelo territorial, pero no podemos caer en la trampa de reducir sus términos al lenguaje del nacionalismo. Hablar de identidades exclusivas, de soberanías propias, de conflictos nacionales, de levantar fronteras, es hablar en términos del pasado. Hay que mejorar nuestro Estado de las Autonomías, pero no para colmar a nacionalista alguno, sino para responder a los desafíos auténticos de una sociedad que aspira a ser más justa en un nuevo escenario global, en el que las identidades son diversas y complementarias, y en el que las soberanías se comparten cada día hacia arriba y hacia abajo.
La respuesta socialista se llama federalismo: reconocer la diferencia y unir en solidaridad. Aclaremos las competencias que han de ser del Estado y derivemos las demás para comunidades y ayuntamientos. Acordemos un sistema de financiación estable y justo. Y logremos de una vez que el Senado se convierta en un foro útil de encuentro entre territorios.
El PSOE debe aportar sus propias respuestas a los grandes debates de la izquierda. ¿Cómo lograr una globalización justa? ¿Cómo hacer compatibles la revolución tecnológica y los buenos empleos? ¿Cómo combatir la amenaza populista y autoritaria? ¿Cómo hacer de la integración europea nuestra mejor baza para afrontar estos retos?
Tenemos un gran partido, pero hay que modernizarlo y hacerlo más eficaz, con más apertura, más participación y más democracia. Hay que revitalizar nuestras agrupaciones como ámbitos de activismo cívico, de efervescencia cultural, de participación institucional, incluso de servicio público. Hay que regular las consultas a los militantes, para que sean útiles y garantistas. Hay que asegurar la dación de cuentas en el partido y la participación de la militancia en las grandes decisiones, por eso planteamos una convención anual sobre balance y estrategia. Hay que asegurar que los cargos elegidos por primarias sean controlados por los órganos representativos, pero que solo puedan ser censurados definitivamente con la participación de la militancia que les votó.
Todo lo que soy se lo debo al PSOE, y al PSOE ofrezco todo lo que soy. Sé lo que es ganar, que es importante. Y sé lo que es saber perder, que también es importante. Pero sobre todo sé lo que es motivar al PSOE, y recuperar al PSOE y volver a ganar con el PSOE. Vamos a hacerlo. Juntos.
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