El cambio navarro

Hace año y medio, cuando se convirtió en la primera presidenta abertzale de la Comunidad foral, Uxue Barkos declaró ser plenamente consciente del terreno de juego que pisaba. Aseguró tener muy claro que sus convicciones nacionalistas no iban a convertír Navarra al nacionalismo. Y concretó que entre sus planes para el cuatrienio no figuraba activar la Disposición Transitoria Cuarta de la Constitución, la herramienta legal que fija el procedimiento para que Navarra se integre en Euskadi, si los navarros lo desean un día.

Pero era evidente que el abertzalismo no iba a dejar pasar la ocasión de aplicar, siquiera en parte, su ideario. De intentar sembrar para que el futuro político le sea menos hostil de lo que le ha sido un pasado, en el que siempre jugó un papel menor en la política navarra hasta 2015. Y qué mejor que hacerlo en lo simbólico.

El Gobierno Barkos se volcó desde el principio con el euskera. Primero removió los obstáculos contra la extensión de la lengua dispuestos durante años por los ejecutivos regionalistas de UPN apoyados por los socialistas. Gobiernos que identificaron de facto la lengua con la ideología nacionalista. Luego empezó a sentar las bases para conseguir un desarrollo lo más rápido posible en el conjunto de la Comunidad foral, sin distinción entre el Norte, bilingüe, y el Sur, mayoritariamente castellanoparlante.

Conseguir la regularización de las emisiones de Euskal Telebista (ETB) en territorio navarro, vetadas durante años por el foralismo conservador, era otro de los objetivos. No sin algunas dificultades técnicopolíticas de última hora, pero el asunto quedó resuelto hace ya algunos meses.

Quedaba el asunto de la ikurriña. Una ley aprobada por foralistas, populares y socialistas en 2003 prohibía expresamente que las instituciones colocaran la bandera vasca junto a las demás enseñas oficiales, excepto en ocasiones muy concretas, y por razones de pura cortesía.

Pues bien, en el plazo de mes y medio o dos meses dejará de existir impedimento legal alguno para que la bicrucífera ondee en las instituciones que así lo decidan. Las cuatro formaciones del cambio tienen previsto registrar en las próximas horas en el Legislativo navarro una proposición para derogar tanto la actual Ley de Símbolos, la de 2003, como la anterioridad, que databa de 1986.

Eso quiere decir que no habrá más regulación en esta materia que lo dispuesto en la Ley de Amejoramiento del Fuero (nombre que recibe el Estatuto navarro). Y como en él no se dice nada de la ikurriña, Geroa Bai, la izquierda abertzale, Podemos e Izquierda-Ezkerra entienden que a partir de finales de marzo o abril nadie podrá actuar legalmente contra aquellas instituciones, cargos personas que decidan izarla junto a las enseñas de Navarra, España y Europa.

La aprobación de la iniciativa está garantizada. Las cuatro formaciones que integran el bloque del cambio suman 26 escaños en la Cámara de Pamplona. La oposición integrada por regionalistas, socialistas y populares no pasa de los 24 parlamentarios.

Estos tres grupos se han apresurado a poner el grito en el cielo y UPN ha sugerido que si la próxima legislatura está en su mano recuperará la normativa que ahora se va a derogar. Algo perfectamente posible si tenemos en cuenta aque en las últimas generales el nacionalismo (13,66%) y Podemos (28,33%) se quedaron en el 42% de los votos, mientras UPN-PP, PSN-PSOE y Ciudadanos se iban hasta el 56%.

Los símbolos, la ikurriña, seguirá siendo motivo de confrontación en el viejo reyno.