EH Bildu, en su trinchera
Olatz Barriuso
Martes, 31 de enero 2017, 01:49
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Olatz Barriuso
Martes, 31 de enero 2017, 01:49
Si ni el Financial Times, una de las cabeceras más prestigiosas de la prensa mundial, es capaz de escribir sobre el fin de ETA sin recurrir a los signos de interrogación, ¿cómo vamos a hacerlo los plurales ciudadanos vascos? La batalla del relato ha entrado ... de nuevo en ebullición y el magazine dominical del histórico diario económico se pregunta: ¿Cómo debe el País Vasco afrontar su pasado y recordar décadas de conflicto? Como en esas películas en las que el director pretende lucirse, el final queda abierto. El Financial se limita a dar voz a todos los protagonistas -Otegi, Mari Mar Blanco, Carlos Totorika, Pili Zabala, entre otros- y dejar que cada cual se desahogue. Sin más conclusiones.
Algo parecido va a hacer, si nadie lo remedia, la ponencia de Memoria y Convivencia constituida el pasado jueves en el Parlamento vasco. Servir de mero desahogo, cuando no -tiempo al tiempo-, de fuente de roces entre los socios (PNV y PSE) del Gabinete Urkullu. Los propios promotores del foro, que acaba de reinventarse por tercera vez sin garantías de que vaya a ser la vencida, admiten tener pocas esperanzas de que de los trabajos puedan salir acuerdos de calado que sirvan de verdad para rematar con dignidad décadas de terrorismo.
Las posiciones están demasiado alejadas y se resumen como sigue. Los nacionalistas creen que el cierre definitivo del capítulo etarra exigirá un acuerdo entre los Gobiernos central y vasco, una idea que comparte Podemos. Pero el Ejecutivo de Mariano Rajoy cree que lo único aceptable es escuchar a las víctimas y da ya por amortizada a ETA, sin necesidad de añadir ningún corolario. El PSE ha decidido incluirse en la ponencia por su nueva condición de socio de gobierno pero recela profundamente de la izquierda abertzale. De momento, guarda silencio. ¿Y EH Bildu? Permanece en su trinchera ante el desconcierto general.
El «plan de paz» presentado el sábado por la izquierda abertzale vuelve a dar vueltas sobre su propio eje para meter en el mismo saco el desarme de la banda, el acercamiento de los presos y la «desmilitarización» de Euskadi. Lo que viene siendo el que se vayan de toda la vida. Una posición que no solo refleja un nulo avance respecto a las tesis defendidas hasta ahora, sino que, según el análisis que han hecho el Gobierno vasco y el PNV, representa una «involución» respecto al discurso del anterior líder de Sortu, Hasier Arraiz. De hecho, sorprendió en la bancada jeltzale que, pudiendo elegir entre un nutrido ramillete de portavoces con imagen amable -Maddalen Iriarte, Miren Larrion, Jasone Agirre-, el grupo abertzale optara por subir a la tribuna a un Julen Arzuaga que provocó muecas de estupor con su discurso duro y antiguo. De ahí que tanto el lehendakari como un cualificado burukide del EBB salieran en tromba a exigir autocrítica a la izquierda abertzale. La ven rehén de sus endiabladas dinámicas internas. Pero mientras no asuma que matar nunca fue legítimo, el relato se seguirá escribiendo con signos de interrogación.
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