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Reyes Mate.
«ETA fracturó la sociedad vasca y ese daño sobrevive al silencio de las armas»

«ETA fracturó la sociedad vasca y ese daño sobrevive al silencio de las armas»

El filósofo Reyes Mate sostiene que el fenómeno del terrorismo «no solo existió porque hubiera cuatro matones; hubo una sociedad que les apoyó, les jaleó o miró hacia otro lado»

ainhoa muñoz

Lunes, 28 de noviembre 2016, 00:21

Manuel Reyes Mate, profesor de Filosofía del Consejo Superior de Investigación Científicas (CSIC) ya jubilado, participa este sábado en una conferencia de Baketik, en San Sebastián, sobre las políticas de memoria; una necesidad «imprescindible», a su juicio, para que Euskadi construya una sociedad justa y en paz tras décadas de terror provocadas por ETA.

¿Qué papel juega la memoria en la construcción de la convivencia en Euskadi?

Antes de nada: memoria ha habido siempre, porque los políticos han sabido que administrar el pasado era una condición necesaria para dominar el presente. Lo nuevo ahora es la memoria de las víctimas. Nuestra historia está construida sobre ellas, pero ha sido muy recientemente cuando hemos tomado conciencia de su significación para la construcción de una historia justa. Por eso, si queremos construir la historia de nuestro futuro tenemos que tener en cuenta la memoria de todas las víctimas.

Entonces, ¿la memoria de las víctimas da solidez a la posibilidad de construir una sociedad en paz?

Naturalmente. Euskadi ha experimentado la muerte y el terror, por eso tiene la voluntad de construir un espacio nuevo. Pero no basta con abandonar la violencia para que todo se olvide.

¿Una mirada crítica al pasado violento de ETA es necesario para entender nuestra realidad actual?

Claro. El País Vasco quiere una sociedad en paz, pero eso supone entender todas las heridas y todos los daños causados; un sufrimiento que ha fracturado la sociedad vasca, y ese daño sobrevive al silencio de las armas. Recordemos cómo en los tiempos de ETA hubo gente que festejó un asesinato mientras otros lloraban, eso significa fracturar una sociedad. Si queremos paz, aún debemos superar todos esos daños.

¿En ese conjunto de víctimas incluye no solo a las de ETA?

Evidentemente, porque el concepto de 'víctima' no está vinculado a una ideología. En la Guerra Civil hubo monjitas fusiladas por locos anarquistas y también maestros republicanos asesinados por el franquismo. Las víctimas coinciden en lo fundamental, y es que son inocentes de la violencia que reciben. Por eso, tan víctima e inocente es la de los GAL como la de ETA.

Diferenciar a las víctimas

¿Cree que diferenciar a las víctimas alimenta aún más esa teoría de guerra y de conflicto?

Es que no hay jerarquía, todas merecen el mismo respeto y la misma justicia. Otra cosa es su significación política.

Explíquese.

Los damnificados de los GAL fueron propiciados por las cloacas de Interior y para el Estado de Derecho eran víctimas de un delito y, por tanto, los delincuentes fueron perseguidos. Mientras, matar a las víctimas era para ETA una acción heroica. Eso es tener una significación política diferente.

En todo caso, su significación 'moral' será la misma, ¿no?

Por supuesto. Cualquier razón por la que haya sido asesinado alguien tiene la misma importancia moral.

¿Y qué pasa con los extorsionados por ETA? ¿Esa forma de victimización tiene la atención suficiente?

La verdad, no se les suele tener en cuenta. Sin embargo, los extorsionados sufrieron en su persona y en sus bienes el terror de ETA; tenían que elegir entre la vida y la muerte, sabiendo que si pagaban financiaban a la banda terrorista. Todo aquello condicionó mucho la convivencia en el conjunto del País Vasco. Son víctimas olvidadas que merecen igualmente nuestra atención.

¿Y cómo se trabaja una memoria inclusiva para que todas las víctimas se sientan reconocidas?

El pasado admite distintas lecturas dependiendo de la experiencia de cada uno. Un buen historiador cuenta el pasado desde una determinada perspectiva que puede ser compatible con otro, y eso no son relatos inclusivos o exclusivos.

Precisamente, una de las mayores discrepancias en Euskadi es consensuar un único relato.

En esto hay mucha confusión. Yo distinguiría tres niveles a la hora de enfocar el pasado. El primero sería el experiencial, cómo cada uno ha vivido el pasado, y ahí caben muchos relatos. Otro nivel es el histórico, que, como he mencionado, podremos encontrar convergencias. Y luego está el tercer escalón, que es el moral. Éste entiende que el pasado tiene un centro, y ese centro es la víctima, y sobre ella no puede haber dudas. Entonces, creo que desde el punto de vista histórico y experencial la pluralidad de relatos es lógica y buena. Sin embargo, desde la visión moral tenemos que tener muy claro que con las víctimas no se juega. Y eso no entra en discusión.

¿Y considera que la sociedad vasca tuvo algún tipo de responsabilidad moral ante tanto sufrimiento?

La culpa es personal e intransferible, pero la responsabilidad puede ser social y colectiva. Y es evidente que un fenómeno como el de ETA no ha existido porque ha habido cuatro matones, sino también porque hubo una sociedad que les apoyó y les jaleó o que decidieron mirar a otro lado.

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