Ahora que ya estamos metidos de lleno en campaña electoral para las inminentes autonómicas del 25-S, y cuando desde el nacionalismo se reivindica la especificidad de estas elecciones, para alejarlas todo lo posible de cualquier contaminación indeseable con lo que ocurra en el Estado, ... y cuando por otra parte, el no nacionalismo aspira a convertir esta cita en preámbulo de una nueva fase negociadora para conseguir el Gobierno en España, no vendría mal situar la cultura de nuestra comunidad en el justo medio, como único modo de entendernos a todos formando parte de ella, recordando su importancia, con sus dos idiomas y su singularidad, pero sin pretender aislarla ni tampoco darla por supuesta, menos aún cuando hay un motivo que debería convertirla en protagonista de esta campaña electoral.
Publicidad
Porque resulta que la institución cultural más paradigmática de la historia contemporánea vasca, la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza (SEV-EI), surgida en 1918 en Oñati, a impulso exclusivamente autóctono, sin influencia exterior alguna, por la iniciativa de los llamados eúskaros, con su impronta inconfundible, vocacionalmente inclusiva, integrada por representantes de todas las fuerzas políticas y culturales vascas y bajo la presidencia de honor del rey Alfonso XIII, está ahora mismo en trance de desaparecer.
Ninguna fuerza política vasca se ha tomado la molestia de interesarse por su situación o de llamar la atención públicamente por lo que le pueda ocurrir a la SEV-EI. Parece que el hecho de haber sido la institución de la que surgió en 1931 el primer anteproyecto de Estatuto Vasco -ahora que estamos en vísperas de los 80 años del primer Estatuto, el de 1936- no tiene tampoco ningún significado. Por no hablar de que la Enciclopedia Auñamendi, en su versión digital, gestionada por dicha institución, ha dejado de recibir el sustento necesario para mantenerse viva, para cumplir su misión de ser instrumento de referencia imprescindible en cuanto a personajes, hechos, lugares, obras o ideas que conforman la cultura vasca de todos los tiempos.
Y por si fuera poca la trascendencia cultural de esta entidad, hay que recordar también que de su seno surge, en 1919, la iniciativa para fundar Euskaltzaindia, la Real Academia de la Lengua Vasca, a impulso de los mismos grandes personajes que fundaron la propia SEV-EI, como Urquijo, Azkue, Campión, Echegaray, Aguirre y tantos otros grandes titanes de la cultura vasca, reacios a cualquier forma de sectarismo.
Publicidad
Una institución que significa demasiado en la historia y la cultura vasca como para que nadie en solitario, sea una persona, un grupo de personas o un solo partido político, cargue sobre sus hombros con su futuro. Que algo así ocurriera, es decir, que una única visión política y cultural asumiera en solitario la tarea de garantizar el futuro de la SEV-EI, sería no ya un fracaso de la cultura vasca sino una verdadera traición al espíritu original de esta institución casi centenaria. Y lo mismo ocurre con el Diccionario Enciclopédico Auñamendi, digitalizado desde 2002 gracias a un convenio entre la Editorial Auñamendi y la SEV-EI, que supuso un verdadero hito para la cultura vasca, al tratarse de la segunda obra de estas características, tras la Enclopedia Británica, que pasaba al formato digital. Una Auñamendi digital que se queda ahora sin personal ni recursos para su mantenimiento: paralizada en su desarrollo, convertida en monumento histórico, sin capacidad ya para generar nuevos contenidos, para ilustrar a la sociedad vasca en paralelo a su desarrollo.
Quien mejor conoce tanto la historia de la SEV-EI como de la Enciclopedia Auñamendi es, sin duda, Idoia Estornés Zubizarreta, con la que tengo la suerte y el privilegio -y también el placer, porque es una señora encantadora- de departir un buen rato todos los veranos, de unos años a esta parte, en San Juan de Luz (Donibane Lohitzun), villa marinera de Iparralde que guarda entre sus calles y edificios históricos, con su sencillez y originalidad inconfundiblemente vascas, gran parte de la historia de todos los exilios políticos y culturales vascos y españoles. Por Idoia conozco de primera mano las consecuencias que para la Auñamendi digital, que tanto significa para ella, ha supuesto la situación de quiebra técnica en la que se encuentra la SEV-EI.
Publicidad
La Enciclopedia Auñamendi fue fruto de una iniciativa familiar, la del padre de Idoia, Bernardo, y del tío Mariano -los hermanos Estornés Lasa-, y en la que la propia Idoia, andando los años, pasó de ser principal colaboradora y redactora a coordinadora y responsable, y que culminó con el Diccionario, completado en su versión en papel con sus 58 tomos y actualizado hasta 2008. El vínculo con la SEV-EI -que culminó al cabo del tiempo en el acuerdo de digitalización- arranca de mucho antes, cuando Bernardo Estornés era secretario de la misma, hecho que generó en el entorno de Idoia una sinergia cultural imposible de desaprovechar y que la llevó a redactar su tesis centrada en el desarrollo, en el seno de la SEV-EI, del primer proyecto de Estatuto Vasco de la historia, como quedó reflejado en una obra insuperable en muchos aspectos, publicada en 1990 con el título La construcción de una nacionalidad vasca: el autonomismo de Eusko-Ikaskuntza (1918-1931).
Si no se entiende, y por todos los partidos sin distinción, que en una campaña electoral vasca la cultura debe ocupar un lugar destacado, y sobre todo cuando una institución centenaria como la SEV-EI está en trance de desaparición, y con ella la Auñamendi digital, entonces es que, definitivamente, nuestra sociedad no se merece el esfuerzo de algunos de sus más preclaros integrantes.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.