Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Ivia Ugalde
Viernes, 3 de junio 2016, 22:16
Dieciséis años después del fatídico 4 de junio en que el concejal del PP en Durango Jesús Mari Pedrosa fue asesinado de un tiro en la nuca, su viuda, Mari Carmen Hernández le rinde tributo «en familia». El dolor sigue presente, pero reconoce aliviada que ... las cosas han cambiado desde entonces. «La violencia de ETA ha terminado», enfatiza porque su gran lucha ha sido cimentar la «convivencia en Euskadi». Quizás por eso, no le tembló el pulso al reunirse con presos de la banda. También estuvo presente en los encuentros con víctimas de todo tipo de vulneraciones. En los diálogos pudo «conocer el sufrimiento del otro». Así, desde «el dolor por la pérdida de un ser querido», derribaron muros para acercarse.
Algunos ven su proceso de duelo como un referente.
El duelo es necesario. Todo el mundo lo tiene que hacer. Yo me propuse desde el inicio echar para adelante. Primero, pensando en mis hijas y, después, en poner mi granito de arena para que las cosas se pudiesen ir solucionando. Quería que mis nietos tuvieran una vida mejor que la que habíamos tenido.
¿En estos 16 años ha cambiado su manera de ver las cosas?
Siempre te vas reciclando, pero mi manera de pensar es la misma. Lo que pasa es que la angustia que tienes no te hace ver con claridad las cosas y necesitas tu tiempo. Pero recuerdo que a la semana del asesinato de Jesús Mari hablé del acercamiento de presos porque lo veía como un sufrimiento añadido para las familias.
Usted ha elegido un camino alejado del odio.
Creo que el odio y el rencor hacen mucho más daño a uno mismo. No arregla las cosas. Todo lo contrario.
¿Han ayudado los diálogos con víctimas de otras violencias?
Sí. Cuando tuve la posibilidad de estar en una iniciativa de la oficina de Paz y Convivencia me pareció bien, aunque al principio tienes esos miedos de no saber lo que te vas a encontrar. Cómo te pueden recibir o con qué personas vas a estar. Los que coincidimos en esas conversaciones teníamos en común el dolor por la pérdida de un ser querido. Ha sido un proceso largo y muy doloroso para todos. Precisamente porque hubo mucha gente que miró para otro lado y no hizo nada para que las cosas cambiaran. En los encuentros con otras víctimas rompimos muchas barreras para acercarnos. Pudimos ponernos en el lugar del otro, sentir esa empatía y el reconocimiento del daño sufrido. No importaba quién fuese el victimario.
Se refiere, por ejemplo, a la reunión de 2007 en la ciudad irlandesa de Glencree.
Dos años fue en Irlanda porque aquí la situación estaba muy mal. Era por tener intimidad y que esto no saliese a la luz. Decidimos ampliar el grupo a gente que había padecido otro tipo de violación de los derechos humanos, gente perseguida, víctimas de abusos policiales, encarcelados, torturados.
¿Qué aprendió de esos relatos?
Al conocer el sufrimiento del otro y poner todas estas historias en común, con el documento consensuado, quisimos hacer una aportación a favor de la convivencia. Animábamos a cada persona, a cada institución, a hacer una autocrítica de dónde había estado en ese tiempo pasado y reflexionar.
En su caso, sufrieron amenazas dos años antes del asesinato. ¿Cómo se convive con quienes le hicieron la vida imposible a Jesús Mari?
Es muy difícil. Fuimos acosados durante mucho tiempo, aunque yo nunca pensé que llegasen a matarle. Nos hicieron sufrir muchísimo porque Durango era un sitio pequeño y conocías a la gente que venía al portal a manifestarse, a tirar piedras a tu casa, a leer cosas, a dejar muñecos, a empapelar la escalera. Llamaba a la Ertzaintza y no venían. Sentía desamparo de las instituciones y soledad porque muchas personas no se me acercaban por miedo.
¿Cómo era la relación familiar?
Era muy dolorosa por esa situación, a la que veníamos cada uno haciendo frente como podíamos. Al principio eres un poco más fuerte, pero luego sientes mucho miedo. Hubo problemas sobre todo con mi hija pequeña porque quería que Jesús Mari dejara la política y él no quería. Ella tenía 20 años y en la calle había dianas con el nombre de su padre que decían: Tú serás el próximo. No podía soportar esa situación.
¿Qué le impedía a su esposo apartarse de la política?
Jesús Mari no trabajaba en más sitio que el Ayuntamiento por un infarto muy grave que había tenido cinco años antes. Le dieron una invalidez y para él ir allí era como un escape. Yo no quería que se metiera en política, pero lo respeté.
¿Qué recuerda del día en que lo mataron?
Era un domingo a mediodía viniendo para casa. Yo estaba sola y la radio que tenía puesta paró la programación para dar la noticia de que habían matado a una persona de un tiro en la nuca. No dijeron el nombre, pero por el sitio y la hora supuse que se trataba de él. Luego, cuando vino mi hija pequeña, me preguntaba qué me pasaba, pero no le podía contestar. Volvieron a dar la noticia y se enteró así.
«Retenido conmigo»
Le escribió una carta de despedida que le ayudó a salir adelante.
Quise apoyarme en todos los medios a mi alcance. Estuve con un psicólogo que me ha ayudado muchísimo y al cabo de un tiempo me mandó escribir una carta de despedida a Jesús Mari. Me costó mucho hacerla porque le tenía retenido conmigo.
¿Qué le decía?
Era una carta bastante íntima sobre lo que significó para mí. Le conocí con 13 años y ha sido el único hombre de mi vida. Mi compañero, mi amigo, mi marido. Él era todo.
Sorprendió su ausencia en la última edición de los Premios Jesús Mari Pedrosa, en los que se reconocía a concejales vascos del PP.
Ese premio se iba a dar el año pasado. La primera vez se aplazó porque no les venía bien la fecha y la segunda coincidió con la dimisión de Arantza Quiroga. Luego han pasado un montón de meses y a mí me han llamado cuando ya tenían decidido dar los galardones el día 21 de mayo, que venía Rajoy. Y yo no estoy por la labor de que coincida con un tiempo preelectoral. Tiene que estar separado de la política. No quería entrar en campaña ni con el PP ni con nadie.
¿Volverá a entregarlos en alguna edición?
Creo que no. Me parece que eran los últimos que se iban a entregar porque ya no tiene objeto. He pedido al PP que deje de dar los premios con el nombre de Jesús Mari porque la violencia de ETA ha terminado y estamos en otra onda. De todos modos, no he vuelto a hablar con el PP. No sé qué pensamiento tienen ellos.
Coincidirá el lunes con el PP en la misa de homenaje.
Será en la misa que organiza el partido cuando les vea y pueda comentar alguna cosa. Generalmente no tengo ningún contacto con ellos, a no ser que haya algo especial. Hoy, 4 de junio, haremos otra misa en familia. Me da igual que vayamos solo los de casa. Yo estaré bien.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.